Santiago sigue siendo una aldea‏


En la última columna de Roberto Merino,
publicada en el diario Las Últimas Noticias
cuenta que saliendo del Metro 
en las inmediaciones del barrio República
vio a un vendedor de leche de burra
al que siguió por varias cuadras,
sin poder creer lo que estaba viendo
ya adentrado en la segunda década del siglo XXI.

Esa escena es como esas antiguas
fotos en que aparecían unos 
pavos circulando por la calle Vergara,
en el barrio Ejército, conducidos
por un vendedor premunido 
de una varilla de colihue.

Esta mañana de mediados de julio,
feriado de la Virgen del Carmen,
escucho el acompasado eco
que los cascos de unos caballos
producen al golpear contra el pavimento
del tramo de la calle Charles Hamilton
que corre por la base de este cerro.

Mucha torre, mucho taco, mucha tecnología,
pero igual Santiago sigue siendo una aldea
ora apacible, ora temible, como cuando
la asolaban las hordas de Michimalonco
o ahora las incursiones de los encapuchados...

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