Gustos de candidato




De la ropa a la música y los deportes, los tragos y preferencias culinarias. Nuestro columnista Liberty Valance imagina cómo sería un hilarante "estudio de mercado" que revelara el consumo personal de los seis presidenciables que compiten mañana en primarias.  
 

Liberty Valance ilustración Francisco Javier Olea
Diario El Mercurio, Revista Sábado, 29 de junio de 2013
Andrés Velasco
Está leyendo dos libros al mismo tiempo, algo habitual en él, porque ha llegado a leer seis al unísono. En este momento: The audacity to win, de David Plouffe, y How to control the anger before it controls you, de Albert Ellis.
Este último se le está haciendo cuesta arriba y de repente le dan ganas de cerrarlo y botarlo.
¿Dulces preferidos? Armonyl.
Le gusta modular bien, debe ser deformación de profesor universitario.
Darles sentido a las sílabas y dramatizar las palabras: "Te des-co-noz-co".
Otra: "In-de-pen-dien-te".
Y una última y un poco más larga: "Voy-a-sa-lir-se-gun-do".
Usa ropa de marca, pero lo tiene sin cuidado; el tema lo irrita y mejor dejémosle la palabra:
¡Qué diantres importa! Qué estupidez y no te quiero decir estúpido, pero esto es estúpido. Todo lo compro en los outlets, igual la Consuelo. Es así, tal como te lo digo. Hay que hacerse el tiempo, es verdad, porque están a una hora de NY, pero los outlets de Woodbury son extraordinarios.
¿Viste a Juan José Santa Cruz después del foro en TVN, el jefe de mi comando?
Me dijeron que tenía la pierna cruzada y movía mucho la pata. No sé si la izquierda o la derecha, pero era como the pit and the pendulum. Perdona: el pozo y el péndulo.
En el partido tengo que preocuparme de todo, y eso que no tenemos partido.
La otra vez me dijeron que usar camiseta debajo de la camisa era típico del metrosexual y eso lo identifica y define. Una tontería, por supuesto, y te lo pruebo de inmediato, con pura lógica cartesiana: yo uso camiseta debajo de la camisa.
En fin, era una lucha que teníamos que dar y lo estamos haciendo, for renewal and change in chilean politics. Perdona, la renovación y cambio en la política chilena.
Soy runner, pero prefiero que me digan maratonista.
Algo cocino, me encanta la fusión,; por ejemplo, mezclar sabores de Bali, Bolivia y Croacia. Tengo una sartén ovalada Dupont antiadherente de cerámica, porque los peligros del teflón son graves. Léete un artículo que salió ayer en el New York Times.
Se pasó el tiempo. Tres preguntas más y terminamos.
¿Máquina de hacer café? Una Illy X7 1Iperespresso.
¿Sandalias? Unas Meily Flip Flop.
¿Cepillo de dientes? Un multipenacho eléctrico de textura mediana.
Michelle Bachelet
Se mantiene fiel a los trajes de dos piezas, que ahora ya no son de un color: blanco, verde o rojo. Hay variación. Esto les pasa a los chilenos y chilenas que trabajan en el extranjero y, cuando vuelven, encuentran que el país está muy atrasado y hay que cambiarlo. Volvió multicolor, con chaquetas de origen marroquí y los tonos brillantes de América Central.
Son diseños que tienden a las líneas verticales y los estampados pequeños, por motivos que no viene al caso comentar en este espacio.
El país cambió. Ella también.
¿Perfume? Belle D'Opium de Yves Saint Laurent.
¿Jabón? Le Sancy.
¿Música preferida? Guitarreo.
Le gustan las series inglesas del estilo Downtown Abbey, porque considera que las series y actores ingleses son realmente muy buenos. Pese a esto, le gustó "Gloria", la película chilena. En realidad le recordó la peripecia existencial de más de una amiga -como a cinco-, pero prefiere no decir nada.
Sigue fiel a Los Cuatro Cuartos y siempre a Los Chalchaleros, como en Berlín a mediados de los 70 y con esa letra que decía más o menos así:
"Sapo cancionero:
Canta tu canción,
Que la vida es triste,
Si no la vivimos con una ilusión".
Puerta de Brandeburgo de la ciudad de Postdam, con chaleco hippie y anteojos redondos, en la Solidaritat mit Chile. En ese tiempo no conocía el sushi ni los crocs, que es lo que usa cuando está en su casa.
Se está acostumbrando a las bufandas y le encantaría que mañana le regalaran un echarpe o un rebozo.
Un dato para Jaime Quintana y Osvaldo Andrade, y de paso una manera sutil de educar. Antes de comprarlos, tienen que saber cómo son. Y este día ya tuvo su afán y aprendieron algo nuevo.
¿Café? Nescafé.
¿Azúcares? Dos de sacarina y prefiere el nutrasweet. No le gusta la líquida, porque no sabe calcular la cantidad.
Andrés Allamand
Las camisas preferidas son las blancas, Arrow y Van Heusen, y para los cumpleaños, le regalan una Paco Rabanne antipilling y antiarrugas, que siempre son de cuello ancho y manga corta, porque ese es su físico.
Son bien difíciles de encontrar.
En ocasiones usa camiseta bajo la camisa, hasta que su amigo Sebastián Piñera, sin mala intención, le dijo que estaba para La marina de McHale, una prehistórica y aburrida serie de televisión. Agregó que parecía marine, pero un aburrido marine de tierra firme, un administrativo de Honolulú.
Admira las marinas y entre los pintores, el inglés Thomas Somerscales, desde luego.
Una vez compró una réplica del combate naval de Punta Gruesa; era bien cara, pero el dato se lo pasó el Presidente Piñera, justamente.
Con posterioridad a la adquisición se dio cuenta de que en el original, como se sabe, son dos los navíos que combaten, pero en su cuadro aparecían tres. Lo descolgó por respeto a la historia.
La pintura no es su fuerte y tampoco la cocina. No es de maratones ni de cicletadas. Es de pocos recitales y de escasas idas al estadio.
¿Cine? Fue a ver Kramer versus Kramer y la encontró genial.
Es buen lector y gran relector; de hecho, acostumbra a releer los tres o cuatro libros que escribió. También lee los suplementos deportivos.
Usa colonia Old Spice, zapatos con suela de goma y bebidas light.
Es sinceramente un animal político y de eso se alimenta: reuniones, cambullones, piezas oscuras, encerronas, cuadrillazos. Y por eso es táctil y reparte abrazos, regala sonrisas y se mueve entre apretones.
Es alguien que siempre ha estado en campaña. Es un modo de vida.
Tiene un gran sentimiento de vergüenza ajena y en esto es muy distinto a Pablo Longueira. Jamás se le verá cantando ni bailando, porque tiene oído de tarro y es tieso como tronco.
No es de restaurantes ni de patios de comida, porque es tímido y mano de guagua, según dicen los que han padecido esta faceta del candidato.
No tiene idea de cómo hacer un asado y es malo para contar chistes y es malo para escucharlos.
Usa Lux, el jabón de las estrellas.
José Antonio Gómez
Su colonia preferida es el azul transparente de Aqua Velva, y se gasta un buen tiempo en afeitarse. Uno de sus lujos es una Philips 4x4 recorta pelos nariz y oreja, que es más lo que suena que lo que corta: ¿acaso no ha sido esa la historia de la Concertación?
Todavía juega con unos zapatos Nike Total 90, lo que revela dos cosas: le gusta el fútbol, pero no es mucho lo que juega.
También practica el karate y es el clásico deportista que fue concertacionista: un hombre en la medida de lo posible.
Ahora es otra cosa y esa sobrecarga física lo convirtió en un habitual del calorub y la crema de árnica. Se pega unas buenas friegas antes y después de los partidos, desde donde generalmente sale antes. En su fuero interno piensa que lo han fregado.
Lee de todo y uno de sus primeros libros fue Ulises, de James Joyce. Lo empezó a leer a los 15, más o menos, y todavía no lo termina.
A José Antonio le gustan los desafíos, por ejemplo y en el cable sigue el cine tailandés y húngaro. No las entiende completamente, pero nada lo desanima ni desalienta.
Para relajarse, por las noches se divierte con los programas de humor y los cuenta chistes. Y así pasan los días: Che Copete, Apichatpong Weesarethakul, Iván Arenas y Béla Tarr. Esa onda y ese discurso.
Le gusta Santiago del Nuevo Extremo y su superhéroe era Payo Grondona. También Nat King Cole, Pablo Milanés, Sol y Lluvia, Cat Stevens y Eduardo Peralta. Nunca ha ido a un recital, pero decenas de veces fue a las peñas en los años 80.
¿Queso preferido? En lonjas.
¿Trago típico chileno? Un jote.
¿Trago largo? Dos jotes.
Su restaurante preferido son las parrilladas.
En la playa prefiere los condoritos, que no se salen del pie si se tensan los dedos a la manera de un karateca.
Le gustaría tocar el banjo, pero necesita dos cosas: un banjo y aprender a tocarlo.
Pablo Longueira
Le gustan las poleras polo Lacoste y todavía recuerda esa reunión epifánica de la directiva de la UDI, cuando nació el centro social. No recuerda el año exacto, pero fue hace 30 años: eran 22 dirigentes y 23 poleras polo Lacoste.
Su favorita es la Colonia Inglesa y le encanta comer en los restaurantes Bavaria de la Ruta 5; al irse al sur pasa al local del poniente, y al regresar a la capital, al del oriente. Chuletas káiser o pernil con puré picante y ensalada de palmitos con palta. Nunca le han cobrado un peso.
Lavín dijo que era el jesuita de la UDI, y puede que sí: en lo bolsero.
Siempre ha tenido humor, quiere demostrarlo y no lo dejan.
Le gusta usar jeans, camisas a cuadraditos y chaqueta. Prefiere el desodorante Dove aclarante. Champú anticaspa Linic para cabello normal. Una vez a la semana se echa suavizante, pero nunca ha retenido el nombre del producto.
Hace años que lee el mismo libro y con eso tiene suficiente.
Asiste con frecuencia al Festival de la Canción de Viña del Mar y le encanta la competencia internacional, lo que comprueba lo antes dicho: oído de tarro.
¿Canción preferida? "El peregrino de Emaús".
Ha bailado rumba, tango, cueca, zumba, gogo, también en las fiestas pascuenses y mapuches, y siempre con el mismo paso e idéntico movimiento.
Es realmente imposible seguirle el ritmo y la única expresión posible es la de Galileo Galilei: "Y sin embargo se mueve".
¿Segunda canción preferida? No sabe el título exacto, pero dice así: "Llegará este cacharro llegará, llegará este cacharro, llegará".
El recuerdo y la letra lo ponen nervioso.
No usa alpargatas, pero en los días calurosos calza zapatillas Adidas sin calcetines.
¿Trago preferido? Esta es una creación de Jaime: medio vaso de jugo de limón, un dedal de pisco sour y se espolvorea sal de fruta. Dos méritos: refrescante y reponedor. Si se lo toma al seco, es como un pisco sour exprés. Rico y cero alcohol. Jaime, eso sí, prefería el whisky. Un maestro.
Claudio Orrego
Plato preferido: los huevos cocidos. Pero bien especiales. Se cuecen los huevos y los metes en una mochila, luego la zamarreas, la dejas al aire libre una tarde, la vuelves a zamarrear y después de abrirla, descubres la bolsa de plástico y adentro un par de huevos medio descascarados y aplastados.
Luego se descascaran por completo, se les echa sal y es un sabor único, según él.
Es algo que le quedó de los muchos años de mochilero. Fueron tantos.
Todavía hay más y pertenece a la categoría de lo insólito, pero recomienda meter unos Hush Puppies sport, no botín, sino unos Hush Puppies sport usados en el interior de la mochila, porque eso los condimenta y les da atmósfera.
Es el sabor del esfuerzo y la solidaridad democratacristiana.
¿Poleras Diesel? No las conoce, porque el diésel es un combustible.
No va a muchos restaurantes, prefiere comer en la casa o en carritos callejeros. Completos y churrascos. Generalmente se mancha con mostaza la camisa y con ketchup el chaleco regalón.
Tiene la serie norteamericana The West Wing, en bluray, y ha visto los capítulos muchas veces. La Casa Blanca y los problemas del poder. El actor Martin Sheen es el Presidente. Claudio piensa que es muy parecido físicamente al actor y es cosa de afeitarse el bigote y la barba. Puede que sí.
Sus hijos lo surten de libros y le pasan lo que están leyendo. Él califica de choro ese contacto con la familia, que no es de arriba para abajo, sino de abajo para arriba.
Hace un fin de semana, durante toda la tarde de un sábado, pusieron como tema El Principito y lo analizaron en una gran conversa gran.
¿Cóctel preferido? Me encanta el pichuncho, con un pedacito de queque. En la tarde noche, como a las 8.
¿Desayuno? Cereales.
¿En serio? Chocapic, Cookie Crisp y Nesquik.
¿Sandalias o pantuflas? Me encanta andar a pata pelada en la casa.
Escribió un libro: "Chile te quiero feliz. De la comuna a la comunidad".
Y siempre ofrece dos alternativas: ¿te lo firmo y lo comentamos o lo comentamos y después te lo firmo?
Todavía hay algo más: le encanta la leche con plátano.

...

Acarreo simple
 Liberty Valance
Diario El Mercurio, Revista Sábado, 29 de junio de 2013


Liberty Valance Chofer: ¿Nos vamos?
Guía: Espere, espere: ¿cómo está el ánimo democrático?
Pasajeros: ¡Bieeeeen!
Guía: ¿Cómo está la cultura cívica?
Pasajeros: ¡Bieeeeen!
Guía: ¿Saben lo que hay que hacer?
Pasajeros: ¡Síííííí!
Chofer: Estaríamos partiendo.
Guía: Los dejamos a tres cuadras del local de votación, y en dos horas y media, los recogemos en el lugar donde los dejamos.
Voz: ¿A qué hora el almuerzo?
Guía: Después de votar.
Voz: Oiga, ¿esta micro tiene airbag?
Chofer: No, señor.
Voz: No me cruza el cinturón del asiento.
Chofer: Póngaselo por encima no más.
Voz: Caballero, perdone, tengo necesidad de ir al baño.
Guía: Vaya, pero rápido.
Voz: ¿No nos van a dar chapitas?
Guía: Las chapitas son para la campaña.
Voz: ¿Y en qué estamos ahora?
Guía: Hoy día vamos a votar en las primarias. Está prohibido hacer propaganda. No hay chapitas.
Voz: ¿Y los globos?
Guía: Tampoco.
Voz: Oiga, pero les prometí a mis nietos un par de cornetas y un lote de globos.
Guía: Lo arreglamos a la vuelta.
Voz: ¿Cuándo nos dan el incentivo?
Guía: A la vuelta de votar. ¿Volvió la persona que fue al baño?
Voz: No.
Guía: ¿Cómo que no? Usted fue y ahora volvió.
Voz: No volví, porque no fui.
Guía: ¿Por qué no fue?
Voz: Falsa alarma.
Chofer: Parece que nos estaríamos yendo.
Voz: En el caso de que nos paren carabineros ¿decimos algo?
Guía: Eso no va a pasar y no tienen que decir nada. Callados. ¿Entendieron?
Pasajeros: ¡Sííííí!
Voz: ¿Quién proporciona los votos en esta ocasión?
Chofer: No tengo idea, yo estoy chofereando no más.
Guía: En los locales de votación se los dan. Hacen la fila, les dan el voto, entran a la cabina y votan.
Voz: ¿Esta micro tiene frenos ADS?
Chofer: No, señor.
Voz: ¿Y frenos ABS?
Chofer: Tampoco.
Voz: ¿Pero frena?
Chofer: Claro que frena, cómo no va a frenar, conozco la mecánica de mi vehículo.
Guía: Por eso mismo, si nos paran los carabineros, el chofer es el único que habla.
Chofer: Dejemos en claro que me arrendaron la máquina y se me asignó ruta y objetivo. Si preguntan por papeles y mecánica, respondo; pero si es por ruta y objetivo, usted responde.
Guía: Yo creía que tenía cultura cívica.
Chofer: La tengo, pero también necesito la plata, como todo el mundo, ¿no es cierto, señores pasajeros?
Pasajeros: ¡Sííííí!
Voz: Y si nos paran, ¿qué decimos?
Guía: Ese no es su problema.
Chofer: Tampoco el mío, que le quede claro.
Guía: Si nos paran, yo me encargo.
Voz: Podríamos hacer un aro, para servirnos la colación.
Guía: ¿Cómo vamos a hacer un aro, si todavía no hemos partido?
Voz: Para votar con ganas.
Voz: Con convicción.
Voz: Para que no se nos vaya a deslizar el lápiz.
Voz: Hace mal votar con hambre y sed.
Voz: Nosotros ponemos el voto, pero póngase con el sacapunta.
Chofer: Usted manda: ¿parto o reparto?
Guía: Reparta la colación.
Pasajeros: ¡Bieeeeen!
Guía: Un sándwich, un queque y una bebida por cabeza.
Voz: ¿Y no hay una Negrita por ahí?
Voz: Yo me conformo con un Superoooochooo.
Guía: Ya, ya, ya: cultura cívica, por favor, cultura cívica. 

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