Epifanía desde cerro benedictino...‏



La luz que invade la pieza
me mueve a levantar la vista.

Contemplo la brillantez del sol
que parece posado sobre la cumbre
del majestuoso cerro Manquehue.

La bruma prolonga en haces de luz
las aristas de este monte con tanto carácter
que por momentos parece transfigurado.

Dicho esplendor desaparece pronto
tras el monte, comenzándose a develar 
detalles difuminados del brumoso paisaje.

Sin prisa y sin pausa,
como el ora et labora
del oficio divino:
la liturgia de las horas
el canto de los pájaros,
la sucesión de los días
y las estaciones...

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