El picaflor de la lucarna...‏

En parte por el vértigo de sus evoluciones

y también porque la casa en que vivimos

desde hace un cuarto de siglo

se fue con el crecimiento de la familia

y de los mismos hijos

gradualmente ampliando

e internando en el bosque

que creció en el intertanto,

ocasionalmente algún picaflor

confunde el interior y el exterior

e ingresa por alguna ventana abierta

y después desconoce el camino de salida.



Recién pasado el mediodía

ingreso en la pieza de Benito

para anotar en su plantilla

de avistamientos diarios

la presencia del Canastero

que ayer pude contemplar

a un par de metros,

en unas escaleras

mientras me encontraba leyendo.



Escucho el zumbido del aletear

incesante de plumas y un suave

golpeteo en contra de la pared

de mica de la parte superior

de la lucarna de la pieza

por donde ingresa la luz

a raudales a esta hora del día.



Veo a un pequeño colibrí

luchando por escapar

sin percatarse de que la

solución a su problema

pasa por descender,

justo lo contrario

de lo que está

infructuosamente intentando.



Me encaramo a una silla,

y logro envolverlo entre mis manos

lo más suavemente posible

para no causarle daño alguno.



Bajo con este bello tesoro

iridiscente y emplumado

que palpita en una especie

de taquicardia perpetua.



Salgo al jardín

y camino de prisa

hasta un claro flanqueado

por lantanas y salvias,

levanto los brazos y la vista

y abro las manos

mientras el sol del mediodía

encandila los ojos.



En una sensación de libertad plena,

tanto para el picaflor como para mí

que siento como si mis manos volaran,

veo alejarse al pequeño picaflor

ganando rápidamente altura

y haciendo un giro hacia la izquierda

hasta perderse de vista en instantes memorables

por sobre el follaje de las ramas más altas del bosque.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS