Días feos y mal tiempo‏



Una tía mía, muy querida,

hablaba con sabiduría

que los días nublados

no eran «días feos».



Y tenía toda la razón.



Cuando contemplo las nubes

esta mañana;

los matices desplegados

en una infinidad de colores fríos;

el contraste de grises y albos

luminosos ante la inminencia

de la lluvia anunciada

y el tapiz de tonalidades

ocres y marrones,

más una amplia variedad

de verdes, rojos y amarillos

que se reparten por el suelo,

no se corresponden

con la percepción de un día «feo».



En una carta al director

del diario El Mercurio de hoy

un lector manifiesta que

«resulta curioso que cuando

la sequía amenaza la agricultura

y, peor aún, la necesaria energía eléctrica,

se insista en hablar de “mal tiempo”

cuando se anuncian las esperadas

y benefactoras lluvias.



La lluvia no es mala,

mala es la planificación

y malas son las estructuras

de nuestras ciudades».



Y concluye:

«Bienvenido el “mal” tiempo».

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