Conocimientos que matan


por Pedro Gandolfo
Diario El Mercurio, Revista de Libros, domingo 12 de mayo de 2013
http://diario.elmercurio.com/2013/05/12/al_revista_de_libros/critica/noticias/931238D4-E257-48D3-BF91-ED55FB340566.htm?id={931238D4-E257-48D3-BF91-ED55FB340566}

Jorge Edwards, usando un tono memorialístico libre, en una ficción muy próxima a lo biográfico, narra en El descubrimiento de la pintura , su última novela, la peripecia de Jorge Rengifo Mira, Rengifonfo o, Fonfo, para los más cercanos.

La novela es, en efecto, la evocación que el narrador hace de la vida de un lejano pariente, primo segundo de su madre, que jugó un vago papel en su infancia, pero quien adquiere protagonismo en su juventud. Por su tono, El descubrimiento de la pintura podría caber como otro capítulo de sus memorias y, como ya ocurrió con La muerte de Montaigne y en el primer tomo de aquéllas, Jorge Edwards se apropia con total aplomo y libertad del género y logra en esta nueva entrega proporcionar una imagen entrañable de este personaje de aparente "segunda fila", Jorge Rengifo Mira, el protagonista. La evocación la lleva a cabo un narrador ya adulto, escritor, dedicado más bien a la poesía, quien al dar medio azarosamente con una pintura de Rengifonfo hila jovialmente estos recuerdos en torno a él. Gracias a las características más bien ambiguas y movedizas de la memoria -la diosa que preside el relato-, las que el autor recuerda a menudo al lector, la narración se desliza serenamente por aguas intermedias entre la ficción y la realidad. Si la memoria es falible, incluso fantasiosa, la evocación memorialística no es ni puede pretender ser una réplica fiel de lo sucedido.

Así, el personaje principal, el héroe (o más bien antihéroe, como lo señala el autor), es un pintor de domingo, que de lunes a viernes trabaja en la sección cerrajería de Saavedra-Balfour, melómano, apasionado de la pintura, pero paradigma del artista "naif", absolutamente ingenuo, sin ningún conocimiento de la tradición pictórica, solterón y pobretón y, más encima, con fama de ser "pa'l otro lado". Edwards ofrece un panorama documental agudo y lúcido respecto a los valores y costumbres de las familias de la clase alta chilena, de sus círculos y desplazamiento: Fonfo, un sobrenombre ridiculizante, es un marginal, un venido a menos. Sin embargo, un inesperado matrimonio, "un braguetazo", le da un vuelco a su vida (para sorpresa general y, sobre todo, de su familia), un vuelco hacia el éxito social y económico, aunque, en la ironía del narrador, le significa el fin de su vocación de pintor.

La historia de Jorge Rengifo Mira, el pintor aficionado, adquiere en la prosa llana, familiar y próxima de Edwards el encanto de esas vidas menores que pasan sin mayor visibilidad pero con una profunda nobleza. La construcción del personaje principal es redonda y muy verosímil, al igual que la de las otras figuras de la novela. Con todo, es la visión del narrador, su manera de ver la realidad y, particularmente, el modo en que cuenta la historia, el acierto esencial de esta novela: un testigo cariñoso aunque lúcido y crítico, un espectador parte de la familia y clase a la cual pertenece, pero que es capaz de tomar distancia, ironizar, reírse y representarla sin engaños.

Jorge Edwards en El descubrimiento de la pintura traza sutilmente un paralelo entre la formación artística del narrador -en el plano de las letras- y la del protagonista -en el plano de la pintura-. Mientras el narrador, como es lo común, lee con enorme curiosidad a los grandes autores de la literatura, Fonfo, el protagonista, se niega (salvo algunas observaciones casuales e intensas) a ver las grandes obras maestras y prefiere voluntariosamente permanecer "naif". Después del sorpresivo y feliz matrimonio, Jorge Rengifo Mira, sobrino de las Hermanas Mira, visita Europa y los museos y allí "descubre la pintura". El golpe es definitivo. El momento clave -contado con agilidad y gracia por el autor- se produce cuando Rengifonfo entra por cuarta o quinta vez al Museo del Prado y se detiene frente a Las Meninas, sufriendo una suerte de "síndrome de Stendhal": "Y fue tal su impresión (...), su asombro, su desconcierto, porque había tenido la sensación de entrar en el interior del cuadro, me contó, y me dijo que las piernas se le habían vuelto de lana, y que después no estaba seguro de haberse caído de poto, ¡de culo!, al suelo, o de haberse sentado como la gente". El descubrimiento de la pintura, la pérdida de la ingenuidad, la belleza inconmensurable de esos grandes cuadros, produce un efecto terrible en Fonfo: no puede volver a pintar. Según cuenta su viuda, Marita Casares, poco antes de morir, le confiesa que se olvidó de pintar. "O, a lo mejor nunca supe".

El descubrimiento de la pintura es un relato amable, gentil con el lector -al cual involucra en la narración- risueño y que despliega, de modo en absoluto grave, las intimidades del conflicto entre pasión, talento y vocación artísticos.


La historia de Jorge Rengifo Mira, el pintor aficionado, adquiere en la prosa llana, familiar y próxima de Edwards el encanto de esas vidas menores que pasan sin mayor visibilidad pero con una profunda nobleza.
Jorge Edwards Santiago, 1931.
Escritor chileno. Estudió Derecho en la Universidad de Chile e ingresó a la vida diplomática en 1957. Es narrador, cronista y memorialista. Entre sus obras se cuentan, entre otras, los libros de cuentos El Patio (1952) y Fantasmas de carne y hueso (1992); las novelas El peso de la noche(1965), El origen del mundo (1996), El sueño de la historia(2000), El inútil de la familia (2004), La casa de Dostoievsky (2008) y La muerte de Montaigne (2011); las crónicas y memorias, Persona non grata (1973), Adiós poeta (1990) y Los círculos morados (2012). En 1994 recibió el Premio Nacional de Literatura. En 1999 obtuvo el Premio Cervantes.

1 comentario:

  1. Volver a no saber...sugerían Alberto Cruz Covarrubias y Godofredo Iommi Marini, del Instituto de Arquitectura y Diseño de la Universidad Católica de Valparaíso. Propuesta en la que hay sabiduría, cuando no va encaminada a permanecer en la ignorancia, sino más bien una invitación a retornar a la inocencia.

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