La decrepitud de la evolución...‏



Reencontrándome con imágenes 
prácticamente olvidadas de uno
y registradas en cédulas de identidad vencidas
constituye una especie de viaje 
a través de instantáneas del tiempo
conformando una peregrina 
y personal teoría de la evolución.

Aunque, para el que ha vivido lo suficiente, 
constituya más bien la flagrante constatación
-más allá de toda conjetura o hipótesis-
del avance galopante de la decrepitud.

Así no más es la cosa.
Y está bien que así sea.

Que seamos ubicados,
humildes, pacientes, sufridos y generosos 
y que nos demos cuenta, cada vez más,
que la figura de este mundo pasa fugaz...
y es una bendición que así sea.

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