Las nubes son naves
que se desplazan
bajo un mar celeste
y nosotros vemos
bajo el agua cuando llueve.
Ahora mismo contemplo
ondear los faldeos
de los cerros
Manquehue y Lo Curro
bajo oleadas de luz
que se filtran
entre las nubes peregrinas.
Las tonalidades de verde van cambiando,
relieves aparecen y otros quedan en sordina.
Quebradas verdes y amarillos lomajes se suceden.
La textura de salientes rocosas y acantilados
se despliegan bajo el instante luminoso.
Luego todo es cubierto por una suave sombra
y los cerros Alvarado y San Benito de los Piques
sobre cuya ladera norte me encuentro,
comienzan a iluminarse, permitiendo
integrar en esta danza de luces y sombras
a los cerros y valles circundantes,
convirtiendo alternadamente
a unos y a otros en protagonistas
y espectadores de este espectáculo
de belleza silenciosa,
dinámica en sutil equilibrio:
música para el oído interno...
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