Stalin va al estadio por Antonio Martínez



Diario El Mercurio, Domingo 25 de Noviembre de 2012
http://blogs.elmercurio.com/deportes/2012/11/25/stalin-va-al-estadio.asp

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Lo riesgoso de Estadio Seguro es su mentalidad y la cultura que intenta transmitir.
Es por eso que un partido se puede suspender y expulsar a una tribuna de inocentes, porque en el estadio de La Florida, alguna vez, un pelafustán lanzó una bomba de ruido y humo.
Y todos callados, cabizbajos y van saliendo de a uno, como escarmiento y castigo, porque entre el público existe un alma indeseable.
Hay uno malo, o dos o tres, pero como viven y se esconden entre ustedes, entonces son ustedes los que pagan.
Con esa mentalidad estalinista, lo normal es perder la libertad, el tránsito y el aire que se respira, para comprar un pastel de seguridad envenenada.
Investiguen, revisen y trajinen a todo el mundo, porque cualquier espectador puede llevar la maldad en los bolsillos, chaqueta o mochila.
Lo civilizado, profesional y educado, es algo muy distinto.
La delincuencia es un oficio de algunos y no de todos, y para eso están las policías especializadas que descubren a los delincuentes en calles y estadios o en barras y oficinas.
En vez de apurar a los especialistas y entregarles más recursos e inteligencia, se prefirió crear más nomenclatura, administración, papeleo y Estado.
Es la estrategia del mastodonte soviético.
La Intendencia, entonces, toleró dos mil asistentes para un partido en La Cisterna, como si tres o cuatro mil -que igual nunca habrían ido- fueran un riesgo social, colectivo y violento.
Es de esperar que no le prohíban la entrada al sacerdote Raúl Hasbún, hincha acérrimo de Palestino, por promover un clima de violencia con sus gritos y arengas.
Dos mil espectadores, porque entre mil, habrá 35 podridos, y entre dos mil, serán 70. Y para controlar a los delincuentes, tenemos que reducirlos a ustedes.
¿Quiénes son ustedes?
La gente. Los normales y corrientes. Los ciudadanos que pagan impuestos y llegan en auto, micro, taxi o metro, se sientan más o menos donde mismo, piden un café y a veces consumen un pernil palta, mientras el cabro chico pide maní, manzanas y si hubiera frutillas confitadas, como en otras partes las hay, también las pediría: todo confitado, para que se le muelan los dientes al cabro de porquería, con lo que vale el dentista, pero esa es otra historia.
Ustedes, los espectadores, son la parte del fenómeno que necesita correctivos de vez en cuando y para eso el Estado inventó otro aparatik y otra mano.
Para que le tomen el sabor a la autoridad y sientan la protección del timbre estalinista, porque así los queremos ver: obedientes, iguales, patriotas, ordenados, sin desviaciones de obra y pensamiento y siempre devotos del Estadio Seguro.

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