MÚSICA Y MEMORIA


No sé por qué será 
que muchas de las canciones más bellas
o los temas que más hondo calaron
en el tiempo en que las descubrimos,
las que por alguna misteriosa razón
resulta que son las que más nos gustan 
se nos han olvidado;
la memoria no la puede recuperar 
tan fácilmente y, por el contrario, 
algunas de las que nos gustaría 
haber olvidado hace tiempo
por una razón que deben reconocer 
al dedillo los publicistas 
y empresarios de la otrora
llamada industria discográfica,
son las que son recuperables
sin mayor esfuerzo, ejercicio
que es reforzado por la presencia
ubicua que ocupan y copan el espacio audible
de supermercados y fiestas de matrimonio.

Tal vez sea, precisamente por eso,
porque no son tan simples 
para ser recordadas tan fácilmente,
o porque su secreto radica
en detalles, armonías, observaciones,
y ciertas transiciones magistrales
que las hacen superiores al resto.

Es verdad que el gusto evoluciona
y tal vez, a medida que avanza la vida,
el recorrido se hace en un sentido temporal inverso,
con espacio para explorar y degustar
lo que de joven se ignoró o despreció.

Comprendo que algunos permanezcan
fieles a sus preferencias juveniles y a sus nostalgias.
En todos nosotros quizá haya algo de eso presente.

Parte de la música de aquellos años
sigue permaneciendo fresca,
y uno siempre puede descubrir 
cosas nuevas en esos registros.

Y está ese detalle que mencionaba,
por ejemplo, Charly García
respecto de los Beatles:
sus canciones dejan un espacio
para que uno pueda cantar con ellos,
hacer una cuarta o quinta voz
si uno quiere…para incorporarse a la magia.

Escucho poco música grabada.
El piano está allí 
con demasiadas teclas dañadas.
A la guitarra le faltan cuerdas,
la batería fue regalada
y la memoria es frágil.

La música que escucho
es la que emiten las tencas y los tordos
que llevan la voz cantante durante el día,
el murmullo de las hojas 
en estas tardes primaverales,
los zorzales al caer el día
o los grillos a estas horas de la noche.

De vez en cuando,
escucho algo de música barroca.
o allguna improvisación de jazz
que me envía un talentoso amigo entrañable.

La música tiene esa cualidad
comparable a lo que ocurre
con los compañeros de colegio.

Uno no podía profundizar 
la amistad con más 
de un centenar en aquellos
en aquellos enfervorizados años, 
pero los ve paulatinamente desplegarse
a lo largo de la vida
y los descubrimientos son notables.

Una conversación con cualquiera
de ellos, escuchar su 
reconocible timbre de voz,
su sentido del humor,
su visión del mundo y de las cosas
una complicidad entrañable
cargada de códigos comunes
y experiencias complementarias.

Todo ello, sin duda, 
constituye…música para los oídos
y vitamina para el alma.

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