Guadalajara es un llano y Chile deja la vara muy alta...‏


La vara en Guadalajara queda muy alto
por Roberto Ampuero 
Diario El Mercurio, Jueves 29 de Noviembre de 2012 


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Escribo esta columna desde una Feria Internacional del Libro de Guadalajara en pleno desarrollo. Es una feria especial, pues Chile es, por segunda vez, su invitado de honor. No se debe elogiar el día antes de la noche, dice un proverbio alemán. Pero lo cierto es que la presentación de Chile en esta FIL dejó ya la vara muy alta, me dicen embajadores extranjeros, funcionarios mexicanos, libreros y visitantes de este encuentro literario mundial. Las opiniones me enorgullecen: la presencia de Chile es la de mayor envergadura de que se tenga memoria en años. Se refieren no sólo a autores, artistas y libros, sino también al pabellón chileno y a la magnífica muestra gastronómica, organizada por ProChile, bajo la dirección del chef Carlo von Mühlenbrock, aclamado por los asistentes al banquete.
La presencia del país tiene envergadura: el pabellón es una gran casa de aire, madera y libros, transparente, abierta, de puertas y ventanas altas, donde se cobijan 21 mil libros, que los mexicanos están comprando con avidez. El interés de México por Chile es enorme y habría que diseñar políticas para aprovechar este impulso, generado por la curiosidad y admiración que sienten nuestros hermanos por nuestra patria. La delegación comprende más de 100 autores de diversas edades, regiones, géneros, etnias e inspiración política y estética, 80 casas editoriales representadas, 54 actividades literarias, 9 bandas musicales, 9 películas, 4 montajes escénicos y 3 grandes exposiciones, entre otras, una de Nicanor Parra. Allí están, entre otros, Jorge Edwards, Oscar Hahn, Jaime Collyer y Rafael Gumucio, y el ex Presidente Ricardo Lagos con dos libros importantes. El denominador de la delegación: la diversidad.
Las presentaciones de los chilenos llenan auditorios. Guadalajara es un gran escenario para escritores jóvenes y consagrados, una vitrina fenomenal para dar a conocer obra y concepciones en México, América Latina y el mundo. Pero no todo es autores, libreros y libros. Cada noche se presentan también grupos musicales. Los Jaivas, Javiera Mena y Los Bunkers llenaron la Explanada, el gran teatro bajo carpa de la FIL. Y en la noche del homenaje al "Señor del bolero", Lucho Gatica, el artista cantó desde las graderías de la Explanada, acompañado de parte de la delegación oficial chilena y de la FIL. Ese día, el más famoso bolerista de América Latina recibió la Orden al Mérito Cultural Pablo Neruda, distinción que Chile le adeudaba.
Los mexicanos, que saben de cultura porque tienen una de carácter milenario y la cultivan porque saben lo que significa para su identidad y la proyección internacional del país, agradecen este gesto de amistad, respeto e identificación de Chile hacia su gran patria. Es una feria de 26 años de historia, que reúne a 43 países, 700.000 asistentes, 1.900 casas editoriales y 188 agentes literarios, y que brinda 14 premios. La chilena Lina Meruane obtuvo este año uno crucial: el Sor Juana Inés de la Cruz.
Es cierto que la FIL es mucho más que Chile, pero emociona ver cómo los mexicanos inundan la casa de libros, se rompen récords de ventas en nuestro pabellón, el público va a conciertos y exposiciones, y se forman filas ante la exhibición gastronómica. La presencia la articularon el CNCA, ProChile, Fundación Imagen Chile, Dibam, Turismo Chile y Dirac. Chile desarrolla en la FIL un esfuerzo sólido, macizo y responsable para mostrar su cultura ante el mundo, una cultura con memoria y abierta al mundo, una cultura en la que prima la diversidad. Emociona: Chile deja la vara muy alto.

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