Diario El Mercurio, Sábado 27 de Octubre de 2012
http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2012/10/27/acerca-de-lo-vulgar.asp
Me propuse hablar de lo vulgar, e inmediatamente me di cuenta de que estaba ya -hasta el tope- metido en camisa de once varas, porque quienes últimamente lo hacen terminan hablando vulgaridades. Es un sino.
Para intentar huir de esa fatalidad, parto por algunos antecedentes de reconocida procedencia "no vulgar": el término proviene del latín vulgus , que significa "común", y es esa acepción (no la más bien peyorativa que le asignamos hoy) la que tuvo en nuestras lenguas originalmente (lenguas, por lo demás, llamadas "vulgares" respecto del latín).
Y es precisamente Dante, en su célebre " De vulgari eloquentia ", quien señala "que llamamos habla vulgar a aquella a la que en su entorno familiar se habitúan los niños cuando comienzan a distinguir las voces; o, más brevemente aún, definimos como lengua vulgar a la que, sin normativas, se aprende por imitación de la nodriza. Disponemos de otra lengua secundaria a la que los romanos llamaron 'gramática'. Por igual la tienen los griegos y otros, pero no todos, porque no llegamos a conocer sus reglas ni a aprenderla sino transcurrido un tiempo y tras asiduo estudio. De estas dos, el habla vulgar es la más noble, ya porque fue la primera usada por el género humano, ya porque la gozan en todo el orbe, aunque esparcida en diferentes pronunciaciones y términos; sea también porque nos es natural, mientras que la otra es más bien artificial".
El gran poeta italiano tenía completa convicción de que esas lenguas "vulgares" -que coinciden con el idioma materno y familiar- se desgastan en su uso cotidiano y se corrompen inexorablemente con el tiempo, y aunque no lo expresó de ese modo, se puede hablar "vulgarmente" el lenguaje vulgar, vulgarización que estropea " la virtù " de cada idioma (por vía, sobre todo, de la simplificación, de la pérdida de los matices, en fin, de la pauperización idiomática), y dedica, por eso mismo, el resto de su tratado al estudio de la búsqueda de la lengua vulgar "más ilustre" (que resulta ser, por cierto, la suya, el toscano).
La defensa de la nobleza e integridad de "lo común" que hizo el gran florentino posee hasta el día de hoy una intencionalidad política por completo vigente. El espacio público, aquella esfera en la que los ciudadanos miembros de una polis conversamos, debatimos, discrepamos y nos ponemos de acuerdo acerca de los asuntos que nos conciernen a todos, depende de un idioma compartido. La vulgarización de la lengua común conduce a una vulgarización de la vida común y de la política misma, que no se resuelve en una fobia a lo vulgar -engendradora del cursi impostado solemne o chillón-, sino por un auténtico cultivo sobrio y esmerado de la palabra significante.
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