por Antonio Martínez Diario El Mercurio, Wikén, 28 de septiembre de 2012 http://diario.elmercurio.com/2012/09/28/wiken/lascriticas/noticias/26048EF4-5656-4C28-9CF3-16853F256E61.htm?id={26048EF4-5656-4C28-9CF3-16853F256E61}
La última película de Raúl Ruiz es una historia que filmó enfermo y en poco tiempo, con algunas de las cosas que el director más quiso en la vida.
Cosas desperdigadas y lanzadas al azar, como bolitas de piedra o cristal sobre la playa, que esperan venga la ola y modifique la huella, borre las marcas y renueve la arena de la memoria.
El director, en su película póstuma, despliega sus cartas y conceptos -tiempo, espacio, personajes, historias- como si fueran los astros de un universo, pero si la mirada se aleja y se distancia, Ruiz descubre algo distinto: esos conceptos no son más que bolitas sobre la arena.
Como la imaginación, el talento o el genio, facultades de las que carece don Celso (Sergio Hernández), un veterano que ya se jubila y cuya gran virtud es su ocurrencia. Nada más y nada menos. No es un iluminando o un adelantado, que eso queda para gente de otros países; se trata de algo propio, local y absolutamente chileno: se le ocurren cosas y don Celso es ocurrente.
Cosas buenas y malas, ciertas y falsas, con y sin final, cosas que comienzan y no se sabe donde acaban, cuestiones obsesivas, falsos recuerdos de infancia, historias clásicas que tienen su qué, relatos que guatean y se puede inventar y mentir al mismo tiempo.
Con estos materiales se arma "La noche de enfrente", porque a don Celso y a Raúl Ruiz los sostiene la misma madera: los buenos cuentos, los tesoros de la isla y el tic tac del reloj, porque a estos hombres se les está por cortar la cuerda.
Una vida y su resumen para que el pasajero prepare su maleta, estibe el equipaje y ahí va lo que más quiere, lo que encuentra y lo que se le olvida.
La película se inicia con una postal del país: el arco de rocas de La Portada de Antofagasta, que no está filmado desde la playa y tampoco es el ángulo clásico, surge de día y desde el mar, porque es "La noche de enfrente".
Hay secuencias donde los personajes caminan o levitan o incluso no se sabe qué es lo que avanza, si ellos o lo que está a sus espaldas: la ciudad y la época.
Don Celso es un viejo que asiste a clases. O es un niño que simula pelear por las calles de Quilpué. Y entre ayer y hoy, el tiempo pasó volando por tres escenarios: colegio, mundo laboral y pensión.
Esta es una historia donde la vida se va entre los dedos y no hay nada que entender, sólo ver lo que queda: imágenes, sonidos y los nombres de las cosas.
La loción azulosa llamada Aqua Velva;
boleros; Darío Verdugo, relator deportivo;
el programa "Panorama" de los periodistas
Emilio Filippi y Juan Campbell;
las portadas de "El peneca"; tangos;
el profesor radical y come cura;
un gobelino en el living;
un partido de solteros contra casados;
un atado de bolitas; el almuerzo interminable;
un Beethoven chileno; el amor por las palabras
(diga rododendro), y esa conciencia plena
de don Celso o de Raúl Ruiz, de que
en este lado del mundo o en la vereda del frente,
van a seguir siendo lo mismo,
en vida y en muerte: chilenos.
Hombres de tierra adentro.
Chile-Francia, 2012. Director: Raúl Ruiz.
Con: Sergio Hernández, Christian Vadim,
Valentina Vargas. 107 minutos.
Todo Espectador.
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