La auténtica vida humana es la que se entrega, la que se dona, la que se ofrece...‏



Domingo XXV, Marcos 9, 30-37
El primero y el último domingo
por Monseñor Andrés Arteaga Manieu
Diario El Mercurio, domingo 23 de septiembre de 2012

 
Como en tantos pasajes del Evangelio, Jesús está en movimiento, está en camino, y los discípulos lo siguen: Jesús atraviesa Galilea, cruza el lago, va a la otra orilla y, subiendo a Jerusalén, camina delante de los discípulos. Naturalmente, este no es un simple dato geográfico, hay algo más. El Evangelio se puede leer como un camino, que no es sólo el camino de Jesús, sino también el camino de sus discípulos, es decir, de todos aquellos que escuchan sus palabras e intentan seguirlo. Cada lector del Evangelio, entonces, debe ser comprendido como un caminante. 

Posiblemente, el mismo autor de este evangelio estructuró su relato como un camino. Por ello, la auténtica lectura del Evangelio siempre debe ser un itinerario, es decir, nos debe llevar a salir, a desinstalarnos, a caminar.

El texto del domingo de hoy es particularmente significativo y especialmente exigente, porque en él Jesús impulsa a los discípulos a transitar no sólo de un lugar a otro, sino también desde una visión de la vida a otra: la novedad del Evangelio está en juego en este pasaje. Resulta tan natural buscar los primeros puestos e intentar ser el mayor, pero Jesús indica otro camino. Sin duda, Él es el mayor, pero elige el lugar del que sirve, y así enseña a sus seguidores: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos" (Mc 9,35). Esta enseñanza de Jesús está respaldada por toda su vida: predica, defiende a los pobres, sana, reza de noche, se preocupa de las vidas, acoge a los pecadores, lava los pies a sus discípulos, etc. Toda la existencia de Jesús es una constante entrega: totalmente vuelto a Dios, su Padre, dejándose guiar por el Espíritu Santo y completamente entregado a los demás. Y este es el camino que señala a sus discípulos.

Pero una vida de entrega ¿no es acaso una negación de la vida? Este Jesús que llama a entregar la vida, ¿no es el mismo que dijo: "He venido para que tengan vida en abundancia"? Justamente, aquí encontramos el gran paso que Jesús busca que sus discípulos logren dar. Jesús quiere que vivamos, y vivamos en abundancia, precisamente por ello nos señala el camino más auténtico para el ser humano: nos indica el camino de la entrega y del servicio. La verdadera vida no es la que se autodefiende, se autoasegura y se autoprotege; la auténtica vida humana es la que se entrega, la que se dona, la que se ofrece. La misma experiencia lo demuestra: los hombres y mujeres que se han dado a los demás son quienes han vivido las vidas más auténticas.


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