¿Reforma Tributaria para Educación?



Tecnicismos más o menos, la realidad es que la reforma tributaria no aporta nada para mejorar la educación y en realidad no le alcanza para llamarla reforma. En estricto rigor, no es más que un pequeño ajuste y - eso sí - una tremenda campaña publicitaria
Imagen de Fernando Cabrales G.
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21 de Agosto, 2012 02:08
Galería de _Edu 2007-2011© en Flickr
Hay que reconocer que el manejo comunicacional del gobierno ha mejorado sustancialmente. Desde que “informó” que la pobreza disminuyó haciendo sonrojar a los profesores de estadística del país, hasta la gestión informativa de las protestas estudiantiles, hasta la reforma tributaria para mejorar la educación, en verdad la intoxicación informativa es impresionante.
Este último tema parece gestionado por Joseph Goebbels así que merece algunos comentarios aparte pues la reforma a la educación, se ha dicho reiteradamente, pasa por una reforma tributaria que permita recaudar los recursos necesarios para mejorarla en todos sus niveles.
Y, en verdad, toda la discusión pública sobre la reforma educacional ha girado en las últimas semanas alrededor del proyecto de reforma tributaria cuyos alcances son realmente insignificantes. Veamos algunas cifras al respecto.

reforma

Las cifras están sacadas del proyecto de Ley que envió el gobierno y que se aprobó en la Cámara de Diputados. Como se puede ver los recursos nuevos alcanzan en régimen (el año 2017) a los US$ 877 millones desde US$ 171 millones el año 2012 (por efecto acumulativo el año 2013 llega a US$ 1.212 millones.
Parecen cifras importantes, pero no lo son. En realidad el aumento de recaudación equivale a un 0,00026% del presupuesto del 2012 y a un 0,0013% del presupuesto 2012 si es que el aumento del año 2017 se produjera este año (de alrededor de US$ 65.000 millones). Si se compara con el presupuesto del MINEDUC del año 2012, las cifras serían 0,001% respecto del 2012 y la cifra en régimen sería de 0,007% (el presupuesto global del MINEDUC es de alrededor de US$ 12.000 millones). En proporción a los estudiantes de Chile, la reforma equivale a US$ 38 por estudiante en el primer año (unos $19.000 al año) y con el aumento de recaudación del año 2017, a US$ 194 (unos $97.000) al año por estudiante. Si tuviéramos que repartirlo mensualmente la cifra inicial equivale a $ 1.500 por estudiante y la segunda $ 8.000. Eso está muy lejos de las necesidades de cualquiera de las reformas requeridas y anunciadas en educación. ¿Recuerdan los US$ 4.000 millones que el presidente anunció el 2011?; ¿Qué habrá sido de ellos?.
Es que además la mayor fuente de recaudación “adicional” es hacer permanente la tasa de impuestos de primera categoría (casi el 72% de los “nuevos ingresos”) que ya está vigente de manera transitoria y que en verdad es un crédito al impuesto que pagan los dueños de las empresas que tributan en primera categoría, aparecen gastos como el subsidio a transportistas que sólo se entregan en los años electorales (en lugar de modificar el patético Sipco diseñado por el gobierno), el crédito tributario a los gastos en educación de muy dudosa utilidad y que no son más que una estimación de la disminución de la recaudación (no un gasto efectivo), etc.
Tecnicismos más o menos, la realidad es que la reforma tributaria no aporta nada para mejorar la educación y en realidad no le alcanza para llamarla reforma. En estricto rigor, no es más que un pequeño ajuste y - eso sí - una tremenda campaña publicitaria, que distrae la atención de los verdaderos problemas que existen en educación.
Lo más gracioso es que han corrido ríos de tinta analizando los efectos de, por ejemplo, el crédito tributario para gastos en educación y nadie parece haber considerado que dicho efecto no es independiente de la institucionalidad educacional chilena, en la que pasa de todo, por lo que los subsidios estatales (directos o indirectos) dan para todo también. Obviamente ese “gasto” estaría mejor focalizado si se asignara a los establecimientos educacionales (incluyo en ello desde jardines infantiles hasta universidades) que atienden a jóvenes pobres.
Nuevamente parece necesario insistir en la necesidad de hacer las cosas algo más en serio.

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