POR ISABEL PLANT
Diario El Mercurio, viernes 31 de agosto de 2012
http://diario.elmercurio.com/2012/08/31/wiken/_portada/noticias/42B8F5E0-347D-4151-AC78-984E62CE83D7.htm?id={42B8F5E0-347D-4151-AC78-984E62CE83D7}
Él dice -con esa voz inconfundible, pausada, como de presión baja, aburrimiento y una pizca de maldad- que a pesar de los más de sesenta papeles que ha hecho en cine, lo suyo no es eso.
-He dado actuaciones cien veces mejor en el teatro -dice John Malkovich al teléfono desde Nueva York-. Eso es lo que yo hago: Soy un actor de teatro.
Malkovich, 58 años, el segundo de una familia de cinco hermanos de Illinois, hoy padre de dos hijos, no ha dejado que Hollywood se entrometa entre él y su primer amor. Malkovich, el inolvidable
Valmont de "Relaciones peligrosas", el actor que inspiró al guionista Charlie Kaufman a que nos preguntáramos "¿Quieres ser John Malkovich?", el de la frente grande y sonrisa malévola, sigue preocupándose de darles tiempo a las tablas; dirige, actúa, hace giras. Entremedio, las películas. Es una obra justamente la que lo trae la próxima semana a Chile: "The infernal comedy", un monólogo mezclado con ópera, en donde el actor hace lo que nos gusta verlo hacer: ser el malo de la historia.
MATADOR. La historia es real: Jack Unterweger fue un austriaco condenado a cadena perpetua en los años 70 por el asesinato de una joven a quien ahorcó con su sostén. En la cárcel, Unterweger se puso a escribir, atrayendo bastante fama. En 1990 fue liberado, en parte porque se pensaba que se había rehabilitado, en parte por la campaña de intelectuales y literatos que aplaudían sus escritos. Meses después de salir en libertad, comenzó a matar de nuevo. Al par de años, Unterweger ya había asesinado a seis prostitutas. En 1994, luego de ser nuevamente condenado, se ahorcó.
En "The infernal comedy" Malkovich interpreta al asesino, quien viene desde la tumba a presentar su autobiografía. Como Hannibal Lecter, como Dexter, como cada asesino seductor de la historia, el personaje parte encantando, para terminar asustando. Todo esto acompañado de la Orchester Wiener Akademie y dos sopranos. La idea de esta extraña mezcla partió hace unos cuatro años, cuando Malkovich se reunió con Martin Haselböck, el director.
-No comenzó siendo este proyecto en particular: conocí a Martin a través de un amigo en común, nos juntamos a comer y me preguntó si me interesaba hacer un proyecto con su orquesta, con música barroca y un poco de clásica. Dije que por qué no, y que tratáramos de trabajar para buscar una historia. Supongo que pasó un año antes de que nos quedáramos con la historia de Unterweger, que yo conocía, porque había pensando en producir una película sobre él. Me pareció que simplemente sería interesante trabajar con música clásica, con la orquesta; realmente tomé el proyecto porque quería ver cómo salía.
-¿Cuál es el trasfondo de la obra?
-Para mí es una moraleja acerca de la redención, o la falta de ella. Porque esa noción es muy importante en el mundo, en el pensamiento cristiano, es importante para todos nosotros. Esa idea de que nos podemos redimir de algún mal que hemos hecho. En el caso Unterweger, él era el símbolo de su tiempo de la rehabilitación, y al final resultó que no se había rehabilitado para nada. Todos quienes hicieron campaña para su liberación son también actores en este drama.
-¿Y hay alguna reflexión sobre la cultura de las "celebridades"? Porque por tener un talento o fama, a Unterweger la sociedad le perdona sus crímenes.
- Obviamente para mí un crimen es un crimen, sin importar quién lo cometa. Y además, yo creo que Unterweger no era muy talentoso, para nada. Hay otra historia parecida en Norteamérica, con un escritor mucho mejor, Jack Henry Abott, quien escribió una novela brillante sobre su vida y el sistema de prisión, "In the belly of the beast". Pero Unterweger nunca escribió nada muy brillante.
Quizás sea por la voz, quizás sea por el movimiento reptiliano, pero Malkovich pareciera sentirse a gusto en los papeles de villano, desde superproducciones como "Con Air" o en películas más reputadas como "En la línea de fuego" (que le valió una nominación al Oscar y al Globo de Oro); los malos le quedan bien. Pero, dice él, no sabe por qué la gente lo recuerda más por eso; ha hecho tanto más. Dice que "En la línea de fuego" y "Relaciones peligrosas", los papeles por los que lo suelen aplaudir -además de, obviamente, la cinta que lleva su nombre- no están entre sus actuaciones favoritas.
-¿Y cuáles sí son sus actuaciones favoritas, entonces?
-Eso consiste de tantos elementos: mis mejores actuaciones no están necesariamente en las mejores películas, porque se puede dar una actuación no tan interesante en una buena cinta, o dar una buena actuación en una no tan buena película. Hablando sólo de actuación, creo que lo mejor que he hecho es en una película que se llama "Color me Kubrick", donde hago de un criminal inglés que pretende ser Stanley Kubrick. Es una comedia. Creo que está bien mi actuación, pero no es una muy buena película. Y una buena actuación que no está al servicio de una buena película no significa nada.
John Malkovich se ríe. Y reitera que lo suyo es el escenario, las tablas. Por lo mismo, vive entremezclando sus proyectos fílmicos -que van desde cintas indie hasta grandes producciones a veces de dudosa calidad- con temporadas y giras de teatro. Por ejemplo, ha estado viajando por el mundo con "The infernal comedy" desde 2009; este año, además, dirigió una versión de "Relaciones peligrosas" en París, y actuó en una ópera de cámara, "The Giacomo variations", en España.
Es que todo partió ahí. Malkovich estudió teatro en Illinois, y se unió en 1976 a la recién formada compañía Steppenwolf, de Chicago, creada por Joan Allen y Gary Sinise, entre otros. Un par de años después el grupo llegó a Broadway con "True West", de Sam Shepard. Steppenwolf pasó a ser una de las compañías más importantes de EE.UU., y catapultó carreras de dramaturgos y actores; como la de Malkovich, quien en 1984 terminó por consagrarse con una reposición de "Muerte de un vendedor viajero". Ese mismo año, casi una década después de haber empezado a actuar, debutó en cine con "En un lugar del corazón"; obtuvo su primera nominación al Oscar.
-Aprendí tanto de mis camaradas, de mis socios de Steppenwolf, todavía disfruto mucho verlos actuar. Me acuerdo de esos primeros años, y aunque, tú sabes, se supone que nada era fácil y todo eso, hacíamos lo que queríamos. Era muy feliz trabajando ahí. Cuando puedo, que no es muy seguido, me encanta volver a actuar con ellos. Igual, realmente todo lo que hago es finalmente una producción tipo Steppenwolf (se ríe), es donde me entrené, lo que yo hago, es toda mi educación teatral. No importa si estoy dirigiendo una obra en español, o francés o en inglés, todo es Steppenwolf, porque es donde crecí.
-¿Es difícil mantener el teatro, combinado con el cine?
-A veces, más que nada por problemas de agenda. Pero he tenido suerte y hasta el momento lo he podido hacer. Mantener las dos cosas. Esto no hace muy feliz a mi manager, pero eso realmente no me importa. Porque puedo hacer lo que me gusta hacer.
VIUDO DE RUIZ. Hoy John Malkovich vive en Cambridge, Massachusetts, cuando no está viajando. Antes, por una década, vivió en Francia, junto a la madre de sus hijos, Nicoletta Peyran, y los niños. De ese pasado europeo le queda el dominio de varios idiomas y un buen currículum de cintas europeas, incluida "Klimt", de Raúl Ruiz, sobre el pintor austríaco. La relación con Ruiz siguió adelante y el año pasado Malkovich estaba comprometido para trabajar en "Las líneas de Wellington", del director chileno. Pero, claro, Ruiz murió antes de poder entrar a la producción.
-Valeria Sarmiento, la viuda de Ruiz, cuenta que le pidieron a usted dirigir cuando Raúl murió, y que usted no quiso.
- Raúl era probablemente mi director favorito con el cual trabajar. Lo quería mucho, y sentí que nunca le podría hacer justicia a algo que él estaba haciendo. Su visión era tan singular, tan especial, única, que no sé cómo podría haberlo hecho. No me sentía calificado. Y Valeria trabajó mucho con él y lo conocía mejor que nadie. Pensé que sería una opción mucho mejor. Además, mi agenda ya estaba completa para el año, pero si no, tampoco me habría sentido cómodo remplazando a Raúl.
Al igual que otros grandes actores, como Catheriene Deneuve o Isabelle Huppert, Malkovich se hizo un tiempo para actuar en la cinta. Allí es Wellington, el general inglés que junto con los portugueses lucha contra la invasión napoleónica.
-¿Fue una filmación especial, la de "Líneas de Wellington", por la ausencia de Ruiz?
-Sí. Raúl era muy querido por tanta, tanta gente que trabajó con él. Justo hace unos días estaba en Berlín, por ejemplo, junto a Nicolai Kinsky, que actuó también en "Klimt", hablando de lo mucho que amábamos trabajar con Raúl. Era alguien tan especial, con una cultura y curiosidad asombrosa, un hombre tan interesante. Era tan extraño, único, divertido e inteligente, que su pérdida es algo terrible. No era tan viejo, y aunque había estado muy enfermo, después de "Misterios de Lisboa", pensábamos que iba a lograr salir de ésta, lo que hizo, pero sólo por un tiempo. Creo que todos los actores de "Wellington" trabajaron ahí por Raúl, incluso cuando él no estaría. Yo nunca le habría dicho que no a Raúl, habría hecho cualquier película que él quería hacer, porque así tanto lo estimaba y así de agradable era trabajar con él.