El 24 de junio pasado, como Gardel
murió el último ejemplar
de una subespecie de las llamadas
tortugas gigantes de las Galápagos.
El 'Solitario Jorge' como se le conocía a este individuo,
al parecer más que centenario, o por ahí, quien fuera
encontrado a comienzos de la década de los setenta
por un malacólogo húngaro de nombre impronunciable
en la isla Pinta, una de las más septentrionales del archipiélago,
que andaba deambulando por ahí en busca de caracoles.
Hubo varios intentos por procurar
con híbridos o parientes cercanos
de tortugas terrestres hembras
que Lonesome George
dejara descendencia, sin embargo,l
os esfuerzos fueron infructuosos,
ya sea porque los huevos fecundados
no lograron eclosionar o simplemente
por falta de interés del propio George.
Hace poco, conversando acerca de este tema
con mi hijo Benito, que estudia biología,
nos preguntábamos cómo llegaron
las tortugas terrestres a las Galápagos.
No conozco la respuesta oficial
o la teoría más probable.
Sí he leído por ahí
que la genealogía de
estas tortugas, entronca
con especies que existieron
en la Patagonia, las que
a su vez proceden de África.
¿Cómo lograron completar
tan increíble travesía?
La explicación sería
que las tortugas fueron
arrastradas por grandes
inundaciones ocurridas
durante el Mioceno
hasta el mar.
Gracias a su caparazón
pueden flotar, aunque
su peso relativo no es menor,
el volumen les permite
flotar como un barco,
aprovechando el principio
de Arquímedes (el empuje
hacia arriba es equivalente
al peso del volumen que desplazan).
Muchas tortugas hibernan,
pasando un buen tiempo sin comer;
en particular este tipo de tortugas
que pueden dejar transcurrir medio año
sin probar alimento, lo que les habría
permitido sobrevivir a la travesía,
primero hasta América,
y mucho después a las Galápagos.
A fines de los años cincuenta,
comienzos de los sesenta,
recuerdo una tortuga de las Galápagos,
obsequio de un presidente ecuatoriano
a su homólogo chileno, que terminó
instalada en el palacio presidencial
de Cerro Castillo de Viña del Mar.
donde paseaba por los jardines
con su peculiar perfil.
Recuerdo haberme subido arriba
de ella y dar un lento paseo
por un extenso prado
frente al acceso del palacio.
Desde esa 'pequeña colina'
en movimiento, divisé
alguna vez salir a dar un
paseo por los jardines
a otro 'solitario Jorge',
que ejercía por aquellos años
la primera magistratura de la Nación.
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