Sernac sí y Sernac no




El Gobierno del Presidente Piñera ha hecho de la protección del consumidor uno de los ejes de su programa económico. Ha reformado la ley respectiva para fortalecer la acción de Sernac, haciéndolo tomar cartas en la defensa de los intereses de los consumidores de servicios financieros y de telecomunicaciones, antes delegada a otras reparticiones, y le ha conferido a dicho organismo un perfil adecuado a la importancia de sus funciones. Todo eso es positivo, porque en una economía de mercado, la soberanía del consumidor ha de ser protegida de los errores y abusos a que puedan dar lugar la falta de información o el incumplimiento de los contratos.
Sin embargo, la mejor protección de los intereses del consumidor es la variedad de opciones que le ofrece la libre competencia. Esto exige al Estado favorecer la libre iniciativa y abstenerse de intervenir en los negocios privados en forma discrecional o arbitraria. En uso de sus atribuciones, Sernac recibe reclamos de consumidores, los hace llegar a los proveedores correspondientes y, en ausencia de una solución justa, promueve una mediación entre unos y otros, cuya publicidad suele llevar a los proveedores a acceder parcial o totalmente a lo pedido. Su ámbito de acción no abarca toda suerte de reclamos o molestias, sino sólo los errores y abusos ocasionados por desinformación o incumplimiento de contratos.
La reciente acción de Sernac con motivo de los cobros de algunos centros comerciales por el uso de sus estacionamientos parece escapar a su ámbito propio. No se divisa allí falla de información alguna, pues en el ingreso a tales recintos hay abundantes indicaciones respecto del costo correspondiente. Tampoco hay incumplimiento por proveedores respecto del costo o la calidad prometidos en los bienes o servicios ofrecidos. El argumento de que la Ley de Urbanismo y Construcciones exigiría a los centros comerciales disponer de estacionamientos no implica ofrecerlos gratuitamente. Otra dimensión es el hecho de que Sernac o el Ministerio de Economía, asumiendo la representación de disconformes con cualquier práctica comercial, utilice su importante fuerza comunicacional para promover "mediaciones" en que se convengan determinados comportamientos entre los proveedores, aunque el público siente como abuso cobros exagerados. Ciertamente, eso implica algún riesgo de inducirlos a acordar entre sí prácticas comerciales no fáciles de diferenciar de la colusión. Más tarde ello puede prestarse para hacer de Sernac una nueva Dirinco, un ente regulador de los precios o la calidad de los productos.
Son explicables las molestias que provocan los cobros por estacionamientos y baños. Pero los consumidores son dueños de escoger centros o locales comerciales que ofrezcan al respecto mejores descuentos y facilidades, incluyendo la gratuidad. La extralimitación, lejos de proteger a los consumidores, desacredita lo que ha sido la línea seguida en esta materia desde su inicio por la presente administración, que ha sido coherente y vigorosa para poner en la balanza un equilibrio justo para los consumidores.

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