Rescates



por Gustavo Santander
Diario El Mercurio, Revista Ya,
Martes 22 de Mayo de 2012

Antonia se apareció en mi departamento
hace un par de noches para contarme
que "casualmente" (ese casualmente
que es muy poco creíble) se encontró
con una amiga que, a su vez,
lo era de Fernanda y le contó
que seguía pololeando
con el arquitecto aquel,
pero que parecía que
últimamente estaban más lejanos.

"No me quedó claro si es porque
este gallo está siempre fuera de Santiago,
en esos proyectos que anda haciendo 
en la costa, o porque se metió 
con una mina que trabaja con él.

El hecho es que me dijeron
que la cosa no anda bien.
Eso puede ser bueno y malo,
Gustavo" me dice Antonia.

-¿Bueno y malo?- le respondo.

-Bueno para ti, porque a las mujeres
nos afecta mucho que el hombre
que tenemos al lado nos pesque poco
o simplemente no nos pesque.

Y tú cuando te lo propones,
tienes una capacidad interesante
para hacer que una chica se sienta especial.

-Quizá contigo, Antonia,
pero no con todas las que me interesan.

-Gustavo, te conozco hace años,
e independientemente de lo que pasó
entre nosotros, sé cómo funcionas.

No me tienes que engrupir.
Cada vez que te gusta alguien
es como si activaras un mecanismo
dentro tuyo que te hace decir y hacer
lo que ella quiere escuchar o recibir.

Y ¿sabes?   Estoy segura de que
no son palabras vacías, sino que
realmente tienes ganas de hacerla
sentir especial en ese momento.

No sé realmente cómo diablos lo haces,
pero te funciona.  Bueno, te funcionó
hasta conmigo -concluye, y esta
última frase me la dice con una sonrisa
que deja al descubierto esos dientes
tan bonitos que tiene.

-¿Eso era lo bueno? ¿Cómo será lo malo?

-Lo malo es que no entiendo por qué
buscas siempre mujeres complicadas:
o enrolladas, o pololeando, 
o con asuntos sentimentales no resueltos.

¿Por qué no te buscas a alguien
que esté realmente libre o que no tenga
tanto drama o tanto rollo en la cabeza?

Es como que tuvieses la debilidad
por conquistar  a este tipo de mujeres.
Y quiero que sepas que me estoy
incluyendo en la lista.

-Pero no todas son así.
Además, ella tiene algo especial,
como un dejo de nostalgia.
Algo que me gusta mucho -le digo.

-Oye, nos conocemos hace años,
y ya perdí la cuenta de todas a las que 
le encuentras algo especial o te gustan.
No me estás dando un argumento.

Es como si siempre buscaras mujeres
a las que pudieses rescatar de algo,
pero luego encuentras otro caso
y dejas a la anterior.

-No estoy de acuerdo contigo- replico,
aunque lo que me dice va cayendo
en mi cabeza como bloques de tetris,
haciéndome mucho sentido, 
sintiendo como si me hubieran pillado
robando un chicle en el supermercado.

-Sí lo estás, Gustavo, 
sólo que no lo quieres aceptar.

Pero bueno, 
volviendo al tema inicial,
si realmente te gusta ella,
creo que algo podrías hacer.

Y si terminas haciendo lo de siempre,
capaz que le hagas un favor, 
porque, según me contaron, 
el pololo arquitecto es media penca.

Pero ya, me da lata 
seguir esta conversación.
¿Veamos New Girl? -me dice,
con una soltura de cuerpo increíble.

-OK, búscala-.  
¿Te preparo tu sándwich favorito?-
pregunto, y ella me sonríe,
haciéndome sentir un poco especial.

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