Cuidado con Europa

Opinión 
Diario El Mercurio, Domingo 20 de Mayo de 2012 


Cual Edipo, la economía griega lucha por salvarse del trágico destino que le tienen reservado los dioses. Si la economía helena opta por salir de la zona euro, como el personaje de Sófocles ha de deambular, ciega y empobrecida, por bastante tiempo.
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En los últimos dos años el panorama mundial nos ha sido muy favorable. La pregunta es si Grecia puede hacer cambiar el escenario. Los mercados han reaccionado ya con nerviosismo. ¿Se justifica la alarma?
Cual Edipo, la economía griega lucha por salvarse del trágico destino que le tienen reservado los dioses. Pero el coro de los mercados sabe que es muy improbable que su suerte sea diferente de tantos otros países que -habiendo abusado de las comodidades que ofrecen los regímenes monetarios sin riesgo cambiario e incurrido en un endeudamiento excesivo-, finalmente y en medio de la depresión, se ven obligados a suspender los pagos externos y devaluar su moneda. El que no tenga moneda propia hace más compleja la decisión, porque implica abandonar el euro y recrear la dracma, pero no la hace en absoluto impracticable. Aunque a mediano plazo la devaluación es positiva, en el corto plazo es un infierno. Si la economía helena opta por salir de la zona euro, como el personaje de Sófocles ha de deambular, ciega y empobrecida, por bastante tiempo.
Grecia es pequeña, pero su caída puede arrastrar a las restantes economías de la periferia europea. Incluso Francia comienza a perder credibilidad tras las amenazantes declaraciones de su nuevo Presidente durante la campaña. Disfrutando del artificial clima de estabilidad creado por el euro, todas ellas también recibieron crédito externo a raudales e hicieron crecer desenfrenadamente los gastos públicos y privados. Perdida la confianza de los inversionistas, sufren ahora las penurias de un duro y prolongado ajuste. Inicialmente, el desenlace de la tragedia griega no puede sino acrecentar la recesión y el desempleo. Pero tal vez la agudización de la crisis ayude a encontrar la salida. La llave la tiene Alemania, que hasta ahora marcha bien, pero sabe que la crisis sudeuropea terminará traspasando sus fronteras. Para salvar el euro, habrá de facilitar más apoyo monetario y fiscal de corto plazo, a cambio de reformas que resuelvan los problemas presupuestarios de fondo y restablezcan la capacidad de crecimiento de los países afectados.
La caída griega nos haría ingresar de nuevo a zona de turbulencias. Europa en su conjunto representa 20 por ciento de la economía mundial; la zona euro el 14 por ciento. Sus quebrantos se harían sentir en todo el planeta. Con un Estados Unidos todavía debilitado por su pasada crisis financiera y una China que marcha a paso más moderado, conformarían para nosotros un cuadro poco auspicioso. Chile está bien preparado y las autoridades habrán de accionar a tiempo las palancas anticíclicas. Pero las tribulaciones griegas son una razón más para contener los apetitos de emular acá un Estado de bienestar a la europea, y profundizar los esfuerzos para lograr más productividad, que sólo así podremos mantener la buena marcha de la economía.

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