Suspendidos en el lenguaje‏



Hay frases cuya cadencia, ritmo y sintaxis
se estructuran de tal modo que se pueden degustar 
antes de comprender su verdadero sentido.

Tal vez su secreto radique 
en la forma en que se clausura la frase 
proporcionándole al lector una sensación
parecida al esquiador que acaba de abandonar
la rampa y se mantiene suspendido en el aire
en medio de un paisaje sobrecogedoramente bello,
sin olvidar la necesidad de ajustar su posición en pleno vuelo
a la espera de hacer suave contacto con la deslizante realidad.

O quizá sea la calidad de un lenguaje sugerente el que cautiva 
y desafía al lector al vincular conceptos que nuestro cerebro 
no había tenido hasta ahora la oportunidad de asociar.

Espigo, entre una multitud 
de alternativas posibles, 
de un par de lecturas recientes,
dos oraciones de longitud similar
de autores latinoamericanos,
una argentina, Leila Guerrero 
y otro mexicano, Juan Villoro
en que posiblemente se dé en parte
lo que intenté más arriba comunicar
(aunque el hecho de sacarlas de contexto
las haga en cierto modo inescrutables):

La moda, sí es que la hay, parece tener los límites incestuosos de la endogamia.
Las palabras hacen que el mundo adquiera la resistente veracidad del apócrifo.

Dejo estas frases flotando 
-allí en el lenguaje y en la mente-,
como cuando una estira los brazos 
casi dejando caer el libro abierto,
apenas sostenido entre los dedos,
mientras levantamos la vista y mirando 
en lontananza hacia un punto impreciso e indefinido,
que podría ser el horizonte marino
o el perfil de las cumbres cordilleranas,
donde dejamos a la mente divagar entre asociaciones...

Podría mencionar varias más, aunque no recuerde 
los ilustres nombres de sus autoras o autores:

Ningún sonido teme el silencio que lo apaga.

Ni los niños están libres de la bacteria fagocitante de la abstracción.

La indulgencia en la compulsión transgresora puede bordear el desatino.

La poesía es un presente en llamas y otorga al tiempo vigencia continua.
El loro es el silencio parlante que da cuenta estridente de lo que calla.

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