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Bob Dylan: ¿letrista o poeta?

El músico más influyente de los años 60 sigue siendo una figura de proteica creatividad medio siglo después. Siempre se ha destacado el valor de sus letras y hay quienes lo consideran un verdadero poeta, figurando incluso en las listas para el Premio Nobel de Literatura.  

por Patricio Tapia 

Diario El Mercurio, Artes & Letras, domingo 22 de abril de 2012

Decididamente no tiene una bonita voz, cuando menos lo que usualmente se entiende por "bonita". Es de un fuerte tono nasal e incluso de joven parecía envejecida. Joyce Carol Oates la describiría "como si un papel de lija pudiera cantar"; según Ian Hamilton tiene unas "amígdalas de alambre de púas", y Kevin Dettmar, por su parte, ha dicho que en una época en que a los artistas se les pide que canten como un ruiseñor, Dylan canta como un cuervo.
¿En dónde se radica, entonces, la importancia de Bob Dylan?
Letras
Hay quienes sostienen que lo importante está en sus letras. Él, como otros "poetas del rock" (Leonard Cohen, Patti Smith, Lou Reed), haría auténtica poesía, una poesía llena de alusiones (literarias y bíblicas). Pero la discusión de si, en realidad, escribe canciones con buenas letras, o si le pone música a la poesía, el propio Dylan ha preferido evitarla. En una conferencia de prensa en 1965 dijo que pensaba en sí mismo más como "un hombre de canción y baile".
Para salir de la duda, en todo caso, acaba de aparecer el libro "Letras 1962-2001", publicado en inglés originalmente en 2004. Es prácticamente la versión "oficial" de sus letras -que a veces se distancian y no siempre poco de los discos-, con los textos de sus canciones desde su primer álbum hasta "Love and theft". La edición original contaba de 600 páginas, las que ahora se duplican al traducirse al castellano por Miquel Izquierdo y José Moreno (y notas de Alessandro Carrera).
El libro es útil tanto para quienes no dominan el inglés, o para quienes, dominándolo, no entienden lo que dice Dylan (algunas de sus canciones a veces son irreconocibles). Sirve como una guía y al ser una edición bilingüe permite ver el texto original y hacerse una idea de su sentido. Los traductores suelen renunciar a la rima y sus versiones no siempre son felices, pero ese es el peligro de toda traducción.
Por ejemplo, "Like a rolling stone" se traduce "Como un canto que rueda" y "A Hard Rain's A-Gonna Fall" como "Será atroz la lluvia". No siempre puede culpárseles: los versos de "El blues de la lápida" que tanto gustan a Nicanor Parra y que cita (mal) de memoria aquí aparecen así: "Mamá está en la fábrica / No tiene zapatos / Papá está en el callejón / Buscando el fusible". ¿Fusible? Pues dice "fuse", fusible, aunque Parra lo cita como "food" (comida), que tendría más sentido. ¿A qué se referirá con "fuse"? ¿Temperamento acaso?
Como sea, las letras suelen imponerse incluso en una mala traducción. Algo parecido podría decirse de las versiones de una canción. Dylan ha tenido muchos intérpretes a lo largo de los años (desde Joan Baez o Jimi Hendrix hasta White Stripes o Guns N' Roses) y sus canciones han sobrevivido a ellas, lo que es quizá una muestra de su valor.
El autor
Bob Dylan, nacido en 1941 como Robert Allen Zimmerman, ha alcanzado una estatura casi mitológica. En su habilidad para reinventarse en todo tipo de dimensiones (sus saltos musicales desde lo acústico a lo eléctrico; o sus conversiones y reconversiones espirituales, desde el judaísmo al cristianismo y de vuelta) sus seguidores han visto una muestra de sinceridad y transparencia.
Durante los pocos años en que participó de la "canción de protesta" -aunque incómodo con el marbete-, Dylan escribió algunas de las canciones más conocidas de la época: desde el fatalismo de "Blowin' in the Wind" o la ira de "La granja de Maggie" hasta su ataque a la industria militarista en "Señores de la guerra".
Y ha sobrevivido no sólo a las modas, sino también a la muerte: en 1966 choca misteriosamente su motocicleta y en 1997 tuvo una seria infección cardíaca. Ha sobrevivido también a la acusación de "sexista", por canciones como "Mujeres para un mal día 12 y 35" y su alusión bíblica. Aunque más que misoginia parece egoísmo, como en las canciones "Isis" y "Sara" (ambas de "Desire", 1976), donde canta "Sara, Sara / Dulce ángel virginal, dulce amor de mi vida / Sara, Sara / Joya radiante, mística esposa", mientras al mismo tiempo mantenía una de sus muchas relaciones extramaritales. Se había casado con Sara Lowndes en 1965 y se divorciará de ella en 1978.
Como una "piedra rodante" se niega a permanecer artísticamente quieto, con nuevos arreglos, nuevos compañeros de banda. En 1988 inicia "el tour sin final" que lo lleva a presentarse cerca de 100 veces por año a través de casi un cuarto de siglo en 40 países. Además, conduce un exuberante programa de radio, que semana a semana presenta canciones de diversos estilos y épocas.
A pesar de que siempre parece eludir las expectativas de su público (cantando de manera a veces indescifrable), su figuración no disminuye. Si en 1972 trabaja en la banda sonora de la película "Pat Garrett y Billy the Kid", de Peckinpah (allí está "Golpeando en las puertas del cielo"), y además actúa como "Alias", ahora aparece en comerciales (uno de Victoria's Secret). E incluso algunos directores han explorado sus logros y personalidad, ya sea en forma de documental (como Martin Scorcese en 2005) o de drama (como Todd Haynes en 2007).
Lo que sí ha mostrado ha sido disconformidad con las posiciones absolutas. En "El sueño de Bob Dylan" (de "The Freewheelin' Bob Dylan", de 1962) dice: "Tan fácil como distinguir entre el día y la noche / Era distinguir entonces entre el bien y el mal". Ya al año siguiente lo cuestiona "Mis páginas del ayer": "Mentira que la vida sea en blanco y negro". Como Hitchens, es una especie de disidente tenaz, y de alguna manera se ha opuesto a su tiempo. No escribió canciones contra la Guerra de Vietnam. No estuvo en Woodstock. Últimamente escribe sobre la experiencia de envejecer, como un viejo marinero en un mundo que apenas reconoce.
En la academia
Ninguna otra figura de la música popular ha atraído mayor atención crítica que Dylan. Probablemente los jóvenes de los años sesenta que se dedicaban a descifrar sus canciones ahora son profesores, y lo han incluido en sus estudios y en las mallas curriculares de la academia.
La mayoría hace análisis superficiales, pero entre los más distinguidos "dylanólogos" está un reconocido crítico literario y profesor británico, Christopher Ricks, mayor que Dylan y que ha escrito libros importantes sobre Milton, Keats, T. S. Eliot y Beckett, entre otros. El más extenso de sus libros, sin embargo, es sobre Bob Dylan. "Dylan's Visions of Sin" ("Las visiones de Dylan del pecado", 2004) constituyó la culminación de varias décadas de atención crítica a sus canciones. Son 500 páginas organizadas en torno a los pecados, virtudes y gracias, en que cada capítulo somete un conjunto de canciones de Dylan a una lectura atentísima.
Así, puede establecer paralelos entre "Lay Lady Lay" de Dylan y la elegía XIX del poeta isabelino John Donne, "Al ir a la cama". Donde Donne dice "Venga, señora, venga, todo descanso desafía mi poder", Dylan dice "Échese, señora, échese en mi lecho de latón".
La canción que mejor analiza Ricks es "La muerte solitaria de Hattie Carroll", la penúltima de "The Times Are A-Changin" (1964), basada en un hecho real. "William Zanzinger mató a la pobre Hattie Carroll / Con un bastón que giraba en torno al diamante de su anillo", empieza. "William Zanzinger, con veinticuatro años / Y seiscientos acres de tabaco / Con padres ricos que lo protegen..."; Hattie Carroll "era sirviente de cocina / Tenía cincuenta y un años y había parido diez hijos". En su análisis microscópico, Ricks escribe sobre todo lo que aparece en la canción, pero también sobre lo que no aparece: "La canción nunca dice que ella es negra, y es su mejor canción sobre los derechos civiles porque nunca dice que ella es negra". Todo el mundo lo sabe, aunque no haya leído los diarios. También todo el mundo sabe que Zanzinger es blanco, aunque tampoco se dice nunca. "Es algo terrible que se sepa esto a partir de la historia, y a partir de la superficial condena a prisión". Fue condenado a seis meses de cárcel.
Poesía y canción
La poesía, o la que suele entenderse por tal, agota su experiencia en la página impresa: ahí está su música. La poesía permite cosas que las canciones no: desde juegos tipográficos a un mayor grado de complejidad; y las canciones, en cambio, consienten en otras, como ciertos cambios rítmicos. Y sus letras funcionan con (y a veces contra) la música.
Aunque no falten en la poesía, la música popular tolera mejor manifestaciones tan humanas como la repetición, la banalidad, la tontería o el sinsentido. "Ob-La-Di, Ob-La-Da", de Los Beatles; la pregunta, "¿Has visto alguna vez la lluvia?", de Creedence Clearwater Revival; o ejemplos criollos como el piropo de Keko Yunge: "Eres inolvidable como lo que no se puede olvidar", tan inolvidable como el anterior de "Los Ramblers": "Eres exquisita como un gran asado con papitas fritas". En fin, estamos lejos de las cimas líricas.
Lo cual no quiere implicar un juicio de calidad. Un balbuceo prelingüístico como "Awop-bop-a-loo-mop-alop-bam-boom" probablemente no se considere un poema logrado en un libro, pero proferido por Little Richard en su regocijante canción "Tutti frutti" puede animar a cualquiera.
En el caso de Dylan, indudablemente hay letras excelentes: "Cubos de lluvia" (en "Blood on the Tracks", 1975): "Cubos de lluvia / Cubos de lágrimas / Tantos cubos me salen ya por las orejas". O, como demuestra Ricks, la letra de "La muerte solitaria de Hattie Carroll" puede llevar a revalorar esa canción melancólica en tiempo de vals.
Sin embargo, la experiencia de la música es ineludible. Probablemente parte del esplendor de "Like a rolling stone" está en su sonido: es la primera canción de "Highway 61 Revisited" con su banda ampliada (que incluye órgano).
Así como la valoración de la deuda de Dylan con las tradiciones de la música popular (y sus raíces en la música del siglo XIX, desde el folk al vaudeville ), o de sus continuidades y sus innovaciones, la pregunta de si Dylan es un letrista o un poeta, no tiene respuesta. O más bien:
"La respuesta, amigo mío, vuela con el viento".

 Christopher Ricks: "Vale la pena analizar las palabras de Dylan"
En la oficina del autor del libro "Las visiones de Dylan del pecado", Christopher Ricks, profesor en la Universidad de Boston, hay una pequeña bañera: es la que usó Dylan de niño. Unos alumnos se la regalaron. Académico destacado e influyente, Ricks conoció tardíamente a Dylan en un concierto alrededor del año 2002. El cantante le dijo: "Al fin nos conocemos, señor Ricks". Ricks le preguntó que cosa interesante había leído últimamente. Dylan le dijo "Ricardo III".
-Evidentemente, le gusta mucho Dylan. ¿Realmente cree que sus canciones podían hacer frente a la obra de los grandes poetas ingleses?
"No me queda claro lo que 'hacer frente' significa en realidad. ¿Hay un torneo de eliminación directa? Creo que las formas en que Dylan trata a las palabras son tan buenas como las palabras se lo permiten, pero es evidente que la canción es un arte de medios mezclados, y las palabras son una de las tres cosas que crean el compuesto que es la canción (música, voz, palabras). ¿Las palabras en sí mismas frente a las palabras de Keats? Pero las palabras de Dylan no están en sí mismas, más que el oxígeno en el agua está en sí mismo"
-Usted está atento a las diferencias entre leer y escribir. ¿Cree que es posible analizar canciones como poesía?
"El medio de la poesía son sólo las palabras (con alguna concesión a la implementación de la página para ciertos tipos de poemas). Pero si la pregunta es '¿Vale la pena analizar las palabras de Dylan, que son sólo una parte, etc.?'. La respuesta para mí es que sí, ya que de lo contrario no habría escrito cientos de páginas haciendo eso...
-¿Defiende a Dylan de las acusaciones de sexismo?
"No creo que sea sexista, pero mi libro no se compromete con esto directamente. Nunca he visto un argumento convincente y fundamentado que apoye cualquier tipo de tales acusaciones, aunque he visto muchos arrebatos que no son más que prejuicios e impaciencia. Tengo una charla sobre 'Just Like a Woman', que defiende la canción contra tales arrebatos, pero no puedo lograr reducirla a una frase o dos ahora.
-En su libro escribió mucho acerca de "La muerte solitaria de Hattie Carroll" y dice que es "algo perfecto". ¿Es su canción favorita de Dylan? "
Creo que es una de sus grandes canciones, sí, y paso muchas páginas tratando de mostrar por qué y cómo. 'Favorita' es otra cosa; si usted dice que un restaurante es su restaurante favorito, quiere decir algo diferente de una declaración de que es el mejor restaurante. 'Favorito' tiene que ver con el afecto y la personalidad. No se puede tener un libro favorito de la Biblia. Pero, si me presiona, me quedaría con 'I Want You', como mi favorita, ya que tengo un gran afecto por su ingenio y el humor triste y conmovedor".

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