La Caridad y la Austeridad de Monseñor Valech‏




Monseñor Valech perteneció a la generaciónde 1945
del Saint George's College, compañero del Father Cánepa
(Jorge Canepa Ossa).

Es la donación más elevada que ha recibido el Ministerio de Salud en toda su historia:
Monseñor Valech donó $7.500 millones para construir el nuevo edificio de la ex Posta Central

Los recursos los dejó asignados en su testamento, al igual que una serie de apoyos al clero y a distintas fundaciones.  

 
por Nelly Yáñez y René Olivares
Diario El Mercurio, sábado 28 de abril de 2012
http://diario.elmercurio.com/2012/04/28/nacional/nacional/noticias/e8b5ca23-0ba6-43c1-bd76-d6dbf7754747.htm
Siete mil 500 millones de pesos para la construcción del nuevo edificio de la ex Posta Central donó monseñor Sergio Valech Aldunate, uno de los obispos más austeros de la curia chilena y poseedor de una gran fortuna, que al momento de su fallecimiento -a los 83 años, en noviembre de 2010- dejó una herencia estimada en unos 26 mil millones de pesos.
En su testamento de cuatro páginas, al que tuvo acceso "El Mercurio", otorgó el 30% de sus bienes al Arzobispado de Santiago para la construcción de iglesias, capillas y ayuda a las obras de beneficencia de las congregaciones y a los sacerdotes con problemas de salud. Y dejó el 70% restante a la Fundación Los Cedros -creada por él-, para obras especialmente en el área de la medicina, que era su gran preocupación, y a una serie de fundaciones, entre ellas, el Pequeño Cottolengo de Rancagua y Santiago, con $10 millones mensuales cada uno; Don Guanella, $12 millones mensuales; Las Hermanitas de los Pobres, $10 millones, y la Fundación Las Rosas, también con $10 millones.
El monto mayor lo asignó a la ex Posta Central, recinto que hoy atraviesa una fuerte crisis tras la aparición de la bacteria Clostridium Difficile , que ha afectado a más de 180 pacientes.
Los recursos para la nueva torre de siete pisos constituyen una de las donaciones más elevadas que ha recibido el Ministerio de Salud en toda su historia, según lo afirma el subsecretario de Redes Asistenciales, Luis Castillo.
"Acordamos que se nos donara el bien inmueble, que la Fundación Los Cedros contratara la empresa y se hiciera cargo de la construcción y ejecución de las obras. Cuando estén listas, la entregará a Salud para terminar la habilitación", dice Castillo, quien adelanta que la torre llevará el nombre del obispo. El aporte cubre más de la mitad del costo del proyecto.
Monseñor Valech fue ampliamente reconocido por su defensa de los derechos humanos. El episodio más tenso lo vivió cuando se negó a entregar al gobierno militar las fichas de la Vicaría de la Solidaridad. Más tarde vendrían la Mesa de Diálogo, esfuerzo destinado a encontrar restos de detenidos desaparecidos, y la Comisión Nacional sobre Prisión y Tortura.
Su obra social, no obstante, permanece casi desconocida. "Nos obligaba a mantener reserva", explica el abogado Julio Poblete, administrador de bienes del Arzobispado.
En el archivo hay una serie de carpetas con ayudas a instituciones civiles y eclesiásticas. No así los apoyos directos que hacía a los sacerdotes ante problemas de salud, ni a la gente que hasta hacía filas para pedirle colaboración en la Casa del Clero, en la Mutual Pax, en la Vicaría de la Solidaridad, en el Arzobispado de Santiago y hasta en Santo Cura de Ars, lugar donde -apoyado de un tubo de oxígeno, a causa de las dos cajetillas de cigarros que fumaba a diario- vivió sus últimos días.
Su austeridad era extrema. Pocos lo sabían, pero el collar pectoral en que portaba la cruz no era de plata, sino que de una tienda de mascotas. Y sus ternos, entre ellos los de tono oscuro o gris marengo (sus favoritos), los adquiría, primero, en la Cooperativa de Ferrocarriles y luego en el Persa Biobío.
Nada en la vestimenta ni en los bienes personales de monseñor Valech -su pieza, al momento de su muerte, sólo contaba con una cama, un librero, un velador, libros y recuerdos de familia- daba cuenta de los recursos que tenía, los que heredó de su padre, un inmigrante sirio dedicado al negocio inmobiliario y que a mediados del siglo pasado adquirió a los curas dominicos 900 hectáreas de la hacienda Apoquindo.
"Andaba con los cheques sueltos y los firmaba sin preguntar muchos detalles; confiaba en que la persona que le estaba pidiendo ayuda por un problema de salud o de vivienda le estaba diciendo la verdad", dice Mario Cancino, uno de los colaboradores de Valech en el Arzobispado.
El abogado Humberto del Río, su albacea, cuenta que la relación de monseñor Valech con la ex Posta Central nació en 2002, cuando el obispo cambió su rutina. Siempre se iba caminando por Lira, desde la Casa del Clero, en Santa Isabel 381, en dirección al metro Universidad Católica, hasta que decidió hacerlo por Portugal, donde se ubica el recinto asistencial.
"Su objetivo era constatar personalmente qué pasaba ahí. No soportaba ver que la gente esperara durante horas y horas para ser atendida, ni tampoco que esa asistencia pública no contara con los equipamientos adecuados", cuenta el jurista. Revela que un día Valech le pidió que se contactara con el director del establecimiento -por ese entonces, el doctor Leonardo Ristori-, y le preguntara qué equipo le hacía falta.
La respuesta fue un escáner de última generación, que tenía un valor de mercado de 2,4 millones de dólares, demanda que fue aceptada por el obispo.
Desde entonces, Valech nunca dejó sola a la Posta. En reserva, cada año, le hacía donaciones por un millón de dólares, en promedio, en equipamiento, refacción de boxes de atención y compra de materiales quirúrgicos y móviles.
"A monseñor Valech le partía el alma que los sectores más vulnerables no tuvieran acceso a una medicina de calidad y por eso tomó la Posta Central y otros centros de salud como algunos de sus grandes desafíos", dice Del Río.
En la Conferencia Episcopal el reconocimiento a su obra es transversal. Los obispos Alejandro Goic, Fernando Chomalí, Cristián Contreras y Manuel Camilo Vial lo declaran un "hombre de Dios" y un ejemplo para la Iglesia y para el país por la sencillez con que vivió y su "silenciosa generosidad".
 Los otros aportes
Las donaciones de monseñor Valech en Salud no se agotan en la Asistencia Pública. Apoyó al Hospital Clínico de la UC y construyó tres consultorios: dos en Puente Alto (Madre Teresa de Calcuta y San Alberto Hurtado) y uno en La Pintana (Juan Pablo II), para favorecer a los más pobres, a los que además aportaba anualmente unos $300 millones para cubrir los déficit. Una situación similar replicó en Temuco, donde construyó el consultorio en Boyeco, donde se atiende en su gran mayoría a la población mapuche. Sólo el día en que falleció el obispo éstos supieron que el centro había sido un aporte de él, por lo que -como homenaje- viajaron a Santiago y montaron guardia en la Catedral junto a su féretro.
Valech también aportó en Educación, a través de las distintas congregaciones. Sólo en 2006 contribuyó con $1.600 millones.

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