Llegando a la gente

Cartas 
Martes 24 de Enero de 2012



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Se ha discutido con abundancia acerca de la debilidad política del Gobierno. Habría que añadir a la Alianza, si no fuera porque la Concertación no está mejor, y la seguidilla de cambios en el gabinete al final le han dado al Ejecutivo una voz con más estrategia, aunque ahora expresada por los ministros. Es lo que recogió el artículo del Financial Times, no sin un dejo de arrogancia, y sin olvidar que a la prensa europea conservadora le encanta "con sin razón" distanciarse de las derechas latinoamericanas.
Sin embargo, el artículo de marras puso el dedo en la llaga. A pocos cabe duda de que aun administrando bien el país, el gobierno actual ha carecido de un lenguaje político, de un mensaje estratégico que le confiera un liderato en torno a lo que se quiere de Chile. La debilidad en el mensaje político se notaba antes del conflicto del 2011 y, en realidad, mal que mal este último obligó a La Moneda a sacar ases bajo la manga en maniobras que por un momento parecían desesperadas, logrando un respiro. También, a pesar de ser la chilena la derecha latinoamericana más consistente a lo largo de su historia, existe una debilidad en su cultura política que se trasluce en esta circunstancia en que habiendo accedido al poder en democracia, explota una crisis que quizás no es más que una manifestación de la normalidad de la vida republicana.
Con todo, es en la persona del Presidente donde comúnmente se ubica el origen de esta fragilidad semántica (de paso, hay que decir que se produciría el mismo problema con un Primer Ministro, ya que algunos acarician el sueño parlamentarista). Se debiera sacar a luz las fortalezas del Presidente, ya que para las debilidades hay suficientes altoparlantes. Sebastián Piñera es brillante sometido a cuestionamiento incansable y exigente ante grupos pequeños, de 20, 50 o 100 concurrentes. Me ha tocado presenciarlo en algunas pocas ocasiones (eso sí, debe cuidarse de los chistes) y sabe comunicar un sentido; el oyente sale con una sensación de haber digerido una voluntad política y una estrategia, además de razonamientos contundentes sobre cada uno de los temas con el carácter reluciente de un gran gestor, que lo es.
Cuando la comunicación presidencial se ha convertido en un problema, habría que aprovechar un activo de este tipo, una especie de conferencia de prensa ampliada. Podría, por ejemplo, escogerse a pequeños grupos como aquellos -algo así como "focus groups" ampliados"-, alimentados con preguntas exigentes de partidarios y críticos. Deberían ser instancias relativamente cortas, nada que ver con los interminables "Aló Presidente" de Hugo Chávez. Más bien, tendrían similitud con las "fireside chats" (conversaciones por radio a la hora en que la familia escuchaba en los hogares la radio en torno a la chimenea), de Franklin Roosevelt, de hace más de setenta años, quien fue el primero en usar los medios para saltarse vallas y alcanzar a la gente común y corriente. Se evitarían los fastidios de otra época, como la "cadena nacional obligatoria", de la que fue víctima el mismo Frei Montalva entre 1964 y 1967 (¿recuerdan, después de almuerzo?), y sería un intento de superar la valla que busca el político moderno de cómo llegar a la gente.
La idea que vaya a emerger debe ser muy sencilla, como todo lo profundo. Chile en las últimas décadas ha seguido sistemáticamente el camino de las sociedades abiertas que han sido la vanguardia de la civilización moderna. La experiencia de los últimos cien años de nuestra historia nos debe hacer conscientes de que jamás se había dado un momento donde, más allá de una medianía quejumbrosa, se han avizorado tantas posibilidades prometedoras como en el Chile actual.

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