Es uno de los mayores novelistas de la literatura universal, creador de personajes y novelas tan leídas como perdurables. Entre las publicaciones vinculadas al bicentenario de su nacimiento está la esperada vida de Dickens escrita por la "gran dama" de la biografía literaria inglesa, Claire Tomalin.
PATRICIO TAPIA
En 1837, en una nota de comentario sobre los primeros libros de Charles Dickens, el crítico G. H. Lewes señalaba: "Es algo difícil distinguir entre popularidad y fama; y la distinción, aunque puede hacerse en la época actual, todavía debe esperar la corroboración del tiempo. La literatura sufre mayores y más frecuentes cambios que los que la perspectiva geológica de la tierra señala en nuestro planeta: capa tras capa se incrustan y pierden en medio de la embestida de nuevas olas, a la vez de popularidad y capricho; y vemos que los hombres que fueron ídolos del momento son apenas mencionados en un período posterior, y sólo son conocidos por los curiosos. Este es siempre el efecto de la popularidad sin la verdadera fama".
Dickens y su obra han gozado de popularidad y de "verdadera" fama por generaciones. Como escritor alcanzó rápidamente riqueza, pero ésta no provenía de ediciones caras y exclusivas, sino de los miles y miles de lectores que pagaban por sus historias que aparecían por episodios en revistas. Cuando la pequeña Nell de "La tienda de antigüedades" empezó a declinar, el autor recibió infinidad de cartas rogándole que no la matara (pero la "mató" de todas formas). La joven reina Victoria leyó "Oliver Twist" y la encontró "excesivamente interesante", según anotó en su diario. Su recepción fue multitudinaria a la vez que transversal (desde lo más alto a lo más bajo). Tolstoi tenía un retrato de Dickens colgado en su estudio y lo consideraba el más grande de los novelistas del siglo XIX, llegando a afirmar: "Todos sus personajes son mis amigos". Con posterioridad, los estudios literarios que lo tuvieron por un simple autor "popular" y "cómico" han empezado a vindicar como cualidades los excesos (tramas melodramáticas, personajes improbables, extravagancia verbal) que alguna vez se consideraron debilidades.
Vidas
Con la fama de Dickens también llegó el interés por su vida. Pero él era un hombre muy cuidadoso de su privacidad, y su vida encerraba secretos que no quería revelar.
Una de las más destacadas biógrafas inglesas, Claire Tomalin -quien ha escrito las vidas de Katherine Mansfield, Thomas Hardy y Samuel Pepys, entre otros- ha publicado una vida de Dickens. Su biografía, con todo, entra en un terreno bastante poblado. La primera gran biografía se publicó pocos años después de la muerte de Dickens por John Forster, un respetado hombre de letras victoriano; apareció en tres tomos entre 1872 y 1874: es la obra de un amigo (se conocieron en 1836), pero no es la de un acólito incondicional. Existen otras "vidas" completas (y no episodios o estudios sobre temas específicos) del autor: las de Edgar Johnson (1952), Angus Wilson (1970), Peter Ackroyd (1990), Grahame Smith (1996) y Michael Slater (2009), entre otras.
Los libros de Tomalin siempre son atrapantes, muy bien escritos, altamente documentados, y suelen basarse en la idea de una revelación. Sin embargo, de Dickens pareciera que no hubiera ya nada más que revelar. Su mayor secreto -la existencia de una amante mucho más joven por quien abandonó a su esposa y con quien parece que tuvo un hijo- había sido expuesto por la propia Tomalin en su libro "The Invisible Woman", en 1990.
Con todo, si hubiera que recomendar una vida de Dickens informada, completa, entretenida y concisa (tiene más de 500 páginas, pero muchas de sus alternativas superan fácilmente las mil), ésta podría ser la opción.
Los capítulos iniciales del libro de Tomalin describen su infancia idílica en Kent, a lo que siguió la experiencia terrible. Si el segundo hecho más traumático de su vida fue el público repudio de su esposa y su relación con una mujer menor, el primero fue un trauma infantil. Dickens nació en 1812, hijo de un empleado en la oficina de pagos de la Armada (modelo del señor Micawber), quien recibía un salario decente, pero era patológicamente irresponsable y derrochador, de manera que siempre estaba endeudado. Cuando Dickens tenía 12 años, su padre fue encarcelado por deudas y su hijo fue enviado a trabajar en una fábrica de pasta de zapatos, lejos de la familia. Comenzó poniendo las etiquetas en bodegas infestadas de ratas y después fue puesto en la ventana para que la gente pudiera ver la velocidad demencial con que lo hacía. En parte ahí están las fuentes emocionales de algunas de sus novelas. Hay referencias a esa experiencia en muchos de sus libros (la fábrica es transpuesta al negocio de embotellamiento de vino en "David Copperfield"). Y la figura del niño vulnerable o sin padres aparecerá constantemente en su obra: Oliver Twist, la pequeña Nell (de "La tienda de antigüedades"), Smike (de "Nicholas Nickleby"), la pequeña Dorrit, Pip (de "Grandes esperanzas"), entre otros. Nunca le contó esto a nadie, salvo a su primer biógrafo, John Forster. Y los padres de Dickens nunca mencionaron nuevamente el año en que lo forzaron a trabajar, como si nunca hubiera ocurrido.
Dickens debió dejar la escuela a los 15 años. Trabajó como empleado menor en una oficina de abogados y luego como periodista. Con 24 años empezó a escribir lo que después sería "Los papeles póstumos del club Pickwick", y desde entonces sería famoso. Su "tasa de producción" literaria era realmente prodigiosa: aún estaba escribiendo "Pickwick" cuando comenzó "Oliver Twist", y éste aún no concluía cuando empezó a aparecer "Nicholas Nickleby".
Entre las novelas, Dickens escribió ensayos, escenificó obras teatrales, fundó y editó diarios y revistas. Podía dejar todo y marchar a Estados Unidos, Italia o París por seis meses. Tenía una enorme energía: daba caminatas diarias de 16 o 20 kilómetros, movilizaba a su amplia familia de casa en casa a través de Londres o transportándola por Europa de vacaciones. Su vida social era frenética, careciendo por completo, como apunta Tomalin, "de la necesidad del escritor romántico de estar solo". Y aún así tuvo tiempo para participar en comités de diversas causas benéficas, buscar fondos y crear casas de acogida para niños huérfanos o prostitutas.
Pero Dickens, el campeón de los pobres, llegó a tener mucho dinero. Uno de los aspectos más interesantes del libro de Tomalin es su enfoque sobre las relaciones de Dickens con el dinero. Su niñez y adolescencia estuvieron marcadas por su descenso en la pobreza. El mismo año en que se casó con Catherine Hogarth, 1836, comenzó a ser rico: recibió un bono de £500 por "Pickwick", y nunca más volvería a ser pobre. Pero a medida que envejecía y sus ingresos aumentaban, también lo hacían las personas que dependían de él (buena parte de su familia extendida y numerosos amigos). Sus lecturas públicas en la década de 1860 le reportaban importantes ingresos y su segunda gira por Estados Unidos (en 1867) significó una entrada de £20.000. El avance por "Nuestro amigo común" fue de £6.000. Tomalin sugiere multiplicar por un factor de 70 para entender lo que las libras del siglo XIX significarían en la actualidad; es decir, la gira y el avance mencionados corresponderían a £1.400.000 y £420.000 (en dólares: 2.165.000 y 650.000), respectivamente.
Santo y pecador
Tomalin presenta a Dickens como un alma dividida y llena de contradicciones, por eso destaca el recuerdo que hace Dostoievski en una carta sobre Dickens y el único encuentro que tuvieron, en 1862 (hay quienes dudan de la autenticidad de esa carta). El ruso recordaba que el novelista inglés le habría dicho que las personas buenas y simples de sus novelas eran lo que a él le habría gustado ser, mientras que sus villanos eran lo que él era: "Había dos personas en él, me dijo: una que sentía lo que debía sentir y una que sentía lo opuesto. De aquella que siente lo opuesto, yo creo mis personajes malvados; de aquella que siente lo que un hombre debe sentir, yo trato de vivir mi vida".
Pues Dickens podía ser enérgico, carismático, amable, altruista y encantador. Después de ser jurado en un juicio, se preocupó de que la acusada recibiera comida y buen trato en prisión. Estuvo en un gran choque ferroviario y pasó mucho tiempo atendiendo a los heridos y moribundos antes de que los rescatadores llegasen. Y antes de un cumpleaños, preocupado de haber olvidado la polca que sus hijas le habían enseñado, el gran novelista, un hombre ya maduro, practicó los pasos, solitario, en su habitación, en mitad de la noche.
Pero también podía ser atormentado, vengativo, implacable y cruel. En 1858, a los 45 años, Dickens se enamoró de la joven actriz de 18 años Nelly Ternan. Ese amor sacó lo peor de él: se separó públicamente de su mujer, humillándola. Luego de cortejar a la actriz -quien en un primer momento lo rechazó-, la convirtió en su amante, instalándola en una serie de casas fuera de Londres y en el mayor de los secretos. Su esposa había sido una mujer pasiva, permanentemente embarazada (en lo que él no era del todo ajeno). Su esposa dejó la casa acompañada sólo por uno de sus hijos; el resto prefirió permanecer con Dickens, y una hermana de ella, Georgina, eligió seguirlos aparentemente como madre sustituta o ama de llaves. Antes, Dickens pareció obsesionado con otra hermana de su esposa, Mary, quien murió repentinamente a los 17 años (el escritor usó el anillo de ella toda su vida).
Tomalin confirma su creencia de que Dickens y Ternan tuvieron en 1862 un hijo, que luego moriría. A la muerte de Dickens, toda la evidencia de su relación con Ternan fue destruida.
Fumador entusiasta desde que era quinceañero, ya a los 50 años Dickens aparecía prematuramente envejecido, y padecía múltiples dolencias (desde un gota que apenas le permite caminar hasta neuralgia). Las fotografías tardías lo muestran ajado y canoso. Tampoco ayudó a fortalecerlo la serie de exigentes lecturas públicas de sus novelas en que se embarcó: a veces estaba tan débil, que debían ayudarlo a salir del escenario, en medio de la adoración de sus entusiastas. Esto, si bien disminuía el estado de su salud, aumentaba su ego y también su cuenta bancaria.
En 1870, George Eliot lo describió como "terriblemente quebrantado". Murió ese mismo año, de una hemorragia cerebral. Tenía 58 de edad y quince novelas, la última de ellas, "El misterio de Edwin Drood", quedó inconclusa.
El inimitable
Ya en vida, desde el momento en que empezó a ser famoso -y lo fue tempranamente-, Dickens fue comparado con otros artistas: se lo llamó el alma de Hogarth o el Constable de la novela; se lo equiparó con Sterne, Fielding, Defoe, Cervantes, Victor Hugo, Carlyle, Shakespeare. Un profesor suyo lo llamó en una carta "el inimitable", epíteto que el escritor recogió y repitió.
Dickens es importante por el alcance de su influjo y por su involucramiento en diversos aspectos de la vida de su época, pero, indudablemente, por la inmensidad de su producción literaria -además de sus novelas, sus cuentos, su periodismo, sus escritos de viajes, sus cartas (más de 14 mil en su edición definitiva en 12 tomos)-. No era un autor conceptual ni siempre consistente. Las grandes novelas sociales de la década de 1850 ("Casa desolada" y "La pequeña Dorrit") muestran una reacción emocional antes que analítica a los problemas sociales del momento. Tomalin, por cierto, no se desentiende de su literatura. Cuando se aboca a las novelas, puede ser tan severa (evidentemente no le gusta el lado más sentimental de las obras de Dickens) como penetrante y cautivadora. Destaca las contradicciones que nutren a los personajes (los villanos, por ejemplo, a la vez que malvados y crueles son vivaces y divertidos) y la dolorosa delicadeza de las obras tardías: queda claro que entre sus obras predilectas está "Grandes esperanzas".
Su gran triunfo, sin embargo, está en devolver, por un momento al menos, algo de vida a Dickens, un hombre atormentado y trágico tras la apariencia de jovialidad y esperanza.
Reediciones: sus novelas tardíasLas dos últimas novelas completamente terminadas de Dickens comparten algunas características: ambas son más bien oscuras e implican una sensación de extrañamiento social; ambas transcurren mayormente en Londres y consideran aspectos de una agresiva búsqueda del éxito material; en ambas la fuerza gravitacional del pasado aparece como las cadenas del recuerdo y tiene revelaciones sorprendentes en su trama; ambas, por último, han sido reeeditadas recientemente.
La decimotercera novela de Dickens, "Grandes esperanzas" (Debolsillo, 2011) se publicó originalmente de forma serial entre octubre de 1860 y junio de 1861. Narra la historia de un huérfano y temeroso joven, Pip, quien se verá favorecido por un benefactor, pasando de su condición humilde a la de un caballero.
La siguiente (y última concluida), "Nuestro amigo común" (Debolsillo, 2011) comenzó a publicarse en mayo de 1864 y continuó hasta noviembre de 1865, en ella un joven, para recibir su herencia, debe casarse con una muchacha a la que no conoce. Pronto aparecerá un cadáver en el Támesis que, se cree, es el de ese joven heredero.
Durante la escritura de ambos libros la vida doméstica de Dickens era sumamente compleja. Separado de su esposa sus hijos comienzan a dejarlo y él vive una relación ilícita con Ellen Ternan.
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