La periferia hot: el nuevo Chile de Perla


por Sergio Paz 
Diario El Mercurio, Wikén, viernes 25 de noviembre de 2011

La idea de que es en la periferia donde ahora se cocinan las papas no sólo es un tema de la Vieja Europa y la crisis que tienen con Grecia. Pasa también aquí en Chile. Y pasa en la tele.

Es algo global: la periferia, de tanto ser periferia, dejó de ser periferia y, de pronto, se convirtió en el verdadero y único centro. Y lo extraño de eso es que los que creíamos que vivíamos en el eje central, en el punto donde todo comienza y todo termina, de pronto nos dimos cuenta que en verdad éramos nosotros los del margen. Nosotros los raros, los exóticos, los fuera de norma, los pobres de onda, los que nos cuesta entender.

En la periferia no es noticia ser de la periferia. Suena hasta extraño decirlo, pero la verdad es que hoy es la periferia la que la lleva.

"Perla", la nueve serie del 13, tiene muchas gracias, entre ellas un súper director, un gran casting y un montaje de lujo. Con todo, hay algo en ella superlativo; algo que la hace más que una buena serie o un intenso docureality. A su modo, su curioso modo, "Perla" es un sui generis documental; un registro en vivo y en directo de cómo Chile (y el mundo) cambió. Y cambió para siempre.

Ustedes ya conocen la historia: Perla Johanna Ilich, una guapa y sexy gitana, no sólo está en permanente lucha consigo misma y su entorno, sino que esencialmente con lo que está bien o mal, con lo correcto y lo incorrecto.

Perla, cuando empezamos a verla, era la historia de una chica del margen que, se supone, luchaba, se esforzaba por hacer lo correcto. Todo porque quería ser incluida, querida, valorada. Perla quería triunfar: en su familia, entre los gitanos, pero también en su barrio, luego en Chile y, como si todo eso fuera poco, en la tele.

Hoy, sin embargo, las cosas son distintas. Perla es ahora una estrella y ya no tiene que convencer a nadie de si está o no en la razón. Perla, máxima expresión de todo el poder de la nueva periferia, ahora le basta con ser, con estar, con aparecer. Perla -¿alguien podría dudarlo?- es la nueva Pamela Díaz, es la nueva Tonka. Y más. Perla es la chica que la lleva porque nadie la inventó sino que estaba allí: simpática, extrovertida, loca, original. Y ya no sólo los adolescentes enloquecen con ella.
Unos días atrás me tocó estar en Perú y allá el fenómeno Perla es, a su modo, exactamente igual. Tal como antes sucedió en Chile, el dinero, el estilo, empezó a abundar en la periferia. Y fue allí donde comenzó a gestarse un nuevo país: un país de éxito con nueva moda y nueva música. Los peruanos le pusieron nombre a eso y ahora hablan de que el Perú se "acholó". O sea ganaron los cholos. Los periféricos.

¿Cómo extrapolar eso a Chile? ¿Diciendo que Chile se gitanizó? No. Pero sí es cierto que hoy la gran audiencia es lo que antes nadie se hubiera ruborizado en llamar el margen; el descolorido D3. Los pobres de la ciudad que sólo eran eso: los pobres de la ciudad.

Hoy, sin embargo, no sólo son la gran audiencia sino que también el futuro. El único lugar donde cualquier economista sensato pondría todas sus fichas.

Perla es, en el fondo, también una advertencia. Los periféricos dejaron de ser periféricos. Y, tal como ocurre con los zombies, en cualquier minuto se van a tomar el poder.

Perla es, a su modo, una heroína. Y en cualquier minuto también una reina.

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