Damas en guerra
por Ascanio Cavallo
Diario El Mercurio, Revista El Sábado, 19 de noviembre de 2011
Seis mujeres en un infierno. Esto es lo que describe esta película, con todas las apariencias de ser lo contrario. Es un infierno sin fuego, hecho de celos, ansiedad, envidia, resentimiento, temores y frustraciones, pero también de amistad y buenas intenciones. Un empedrado perfecto tendido en la apacible Milwaukee, que es donde viven están mujeres normales, bonitas, encantadoras.
En cuanto una de ellas, Lillian (Maya Rudolph), prepara su matrimonio y designa a las otras cinco como sus damas de compañía, toda esa tersa superficie se empieza a agrietar. La protagonista, Annie (Kristen Wiig), soltera y cerca de los 40, sólo tiene un amante ocasional que más bien la pasa echando de su casa. Su antagonista, Helen (Rose Byrne), está casada y vive en la opulencia, pero con un marido ausente y sin amigas. Megan (Melissa McCarthy) parece haber dejado de luchar contra el sobrepeso -aunque no contra la ansiedad- y lleva una vida secreta como agente estatal. Rita (Wendi McLendon-Covey), que vive hasta la tusa con el machismo de su marido y sus hijos, y Becca (Ellie Kemper), que no ha tenido más compañero sexual que su esposo, están listas para la primera aventura que se les ofrezca.
Buena parte de la película gira en torno a la rivalidad de Annie, que se considera la mejor amiga de la novia, y Helen, que antepone los argumentos del dinero para manejar la boda a su manera. Este ardid narrativo hace moverse a la película hacia adelante; evita que se convierta sólo en un conjunto de viñetas. Pero el relato nunca las pierde de vista y hace que cada una subraye su singularidad en cada aparición. El veneno consiste en que todo les ocurra justo cuando preparan la ceremonia soñada, el momento más femenino, que en la tradición norteamericana debe tener, además de glamour, show y fuegos artificiales: la epopeya del matrimonio.
La verdad es que las experiencias de sus damas de compañía deberían hacer que Lillian abandonara el proyecto. Pero, como sabe, la evidencia nunca es tan fuerte como la ilusión, y la novia camina a través de los interminables preparativos hacia ese momento en que se convertirá, no en Annie, sino en una más de sus otras amigas.
Hay mucha perfidia, aunque la mayor parte está disfrazada de encanto, Damas en guerra imagina cosas de las mujeres que sólo una mujer puede imaginar y hasta se da el lujo -sin que quede claro si es por conservar un toque de corrección o por envenenar aún más el asunto- de ofrecer un romance y un final feliz.
Por eso uno se siente tentado a atribuir su autoría plena a Kristen Wiig, que firma el guión y compone al inolvidable personaje de Annie. Pero está tan endemoniadamente bien filmada, que es seguro que la misma historia sería la mitad de desopilante de lo que es sin la visualidad y el sentido del ritmo que aporta el cineasta Paul Feig.
Bridesmaids. Dirección: Paul Feig. Con: Kristen Wiig, Maya Rudolph, Rose Byrne, Melissa McCarthy, Wendi McLendon-Covey, Ellie Kemper. 125 minutos.
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