La belleza sin aviso también puede inundarnos de tristeza.


Me ocurrió recientemente
escuchando una no muy buena grabación
de la presentación en Chile hace unos pocos años
de la orquesta de Ennio Morricone
interpretando el tema central de 'Cinema Paradiso'.

Cuando la introducción del piano abre paso 
a un oboe suspendido en medio de un mar de cuerdas
me invadió y sobrecogió la presencia de Tito Contreras:
su incomparable estatura de humanidad,
su entrañable calidez y arrebatadora simpatía...
su sufrimiento...y me vino un desconsuelo
en medio de tan sensible y evocadora belleza
como la que tantas veces hemos experimentado en el cine.

Se me ocurre que Tito Contreras es una estrella de cine
que tenemos y tuvimos de regalo por un tiempo
que no supimos apreciar a cabalidad.

Tito Contreras, 
con su estampa, su encanto, su alegría,
su conmovedora humanidad y gracia sin igual,
es nuestra estrella...para alfombra roja
y para que un Ennio Morricone le componga
la música del film que ha sido su vida
y nosotros los que hemos sido sus amigos
aspiramos al honor de aparecer fugazmente
como extras, aunque él nos haya hecho
sentir siempre como si tuviésemos el rol principal...

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