NUEVA PUBLICACIÓN | Un libro excepcional para un mundo original
Joyas verdes en el Océano Pacífico
por Magaly Arenas Zapata
Diario El Mercurio, Cuerpo Cultural Artes & Letras,
Domingo 2 de Octubre de 2011
http://diario.elmercurio.com/2011/10/02/artes_y_letras/artes_y_letras/noticias/15FB849F-9CEB-433E-B21B-300FA8205AB6.htm?id={15FB849F-9CEB-433E-B21B-300FA8205AB6}
Este martes se presentará una versión sintetizada de una exhaustiva
investigación científica y un notable trabajo artístico y patrimonial
realizado por los botánicos franceses Philippe Danton y Christophe
Perrier en el archipiélago de Juan Fernández.
Hoy en día conocemos mucho más del archipiélago de Juan Fernández que
un tiempo atrás. Dos tragedias -el maremoto del 2010 y el accidente
aéreo de hace unas semanas- pusieron a este lugar en la cabeza de
todos los chilenos.
Este martes 4 (12:00 horas, en la Biblioteca Nacional), la
presentación de un libro excepcional trae a estas islas de nuevo a los
medios de comunicación. Lo hace de una manera más alentadora, aunque
también con una voz de alerta sobre el cuidado de su patrimonio
natural.
El libro incluye un texto ameno e interesante para cualquier persona
interesada en el tema, ya que a pesar de ser un riguroso trabajo
científico, la versión chilena está dirigida no sólo al ámbito de
especialistas. El trabajo permite una visión completa del estado del
archipiélago, así como su historia, evolución y desafíos pendientes,
acompañado de notables fotografías.
La publicación también incluye una separata con 30 hermosas láminas
que representan una selección de especies vegetales nativas, endémicas
e introducidas, que fueron dibujadas por los autores después de la
observación directa en terreno. Se trata de ilustraciones que
inevitablemente recuerdan a los más grandes naturalistas, convirtiendo
al libro también en un valioso trabajo patrimonial.
Las tres islas
El archipiélago de Juan Fernández -ubicado a casi 700 kilómetros de la
costa, frente al puerto de San Antonio- está formado por tres islas
principales y algunos morros, todos de origen volcánico-oceánico.
"Este conjunto de volcanes, primero submarinos, y luego aéreos, se
levantó entre 4 y 3.1 millones de años atrás en el caso de las islas
Santa Clara y Robinson Crusoe y 1,3 y 0,85 millones de años para
Alejandro Selkrik'', cuentan los autores Philippe Danton y Christophe
Perrier.
El lugar debe su nombre al piloto español Juan Fernández, que el 22 de
noviembre de 1574 descubrió una isla "de costas recortadas y relieves
boscosos impresionantes, que llamó Santa Cecilia en honor del santoral
del día, y que luego pasaría a denominarse 'Más a tierra' y más tarde
'Robinson Crusoe''', explican los botánicos. En el siglo XVIII fue
refugio del marinero escocés Alexander Selkirk, cuya historia fue la
fuente de inspiración para la novela de Daniel Defoe "Vida y
extraordinarias y portentosas aventuras de Robinson Crusoe de York''
(1719).
Actualmente los volcanes no están activos, pero el lugar es
susceptible de manifestaciones volcánicas. Los morros o pequeños
islotes se conocen con los nombres de Juanango, Vinilla, Chamelo
Grande y El Verdugo, y constituyen verdaderas "reliquias" ya que al
ser menos visitados conservan especies desaparecidas en las islas
principales.
Explican los científicos que "después del enfriamiento de estas
tierras candentes salidas del océano llegó la vida silvestre a poblar
los nuevos espacios. Los animales viajaron por sus propios medios,
pero también las plantas hicieron lo mismo''.
Dada su originalidad biológica y riqueza vegetal y animal, el
archipiélago fue declarado Parque Nacional en 1935, con la excepción
del pueblo y la zona del aeródromo. Luego la Unesco lo declaró Reserva
de la Biosfera en 1977.
Sobre la imagen que se tiene de este lugar, Raimundo Bilbao,
presidente de la Fundación Juan Fernández, sostiene que "las dos
desgracias que todos conocen dieron una imagen de un lugar desolado y
semiabandonado, cuando la realidad no es así. En el archipiélago se
vive el aislamiento, pero se compensa con el gran sentido de
solidaridad. Por ejemplo, es una de las zonas del país que más
recursos aportan para la Teletón por habitante. La precariedad ha ido
formando una cultura orgullosa de su pasado, conscientes de su
presente y esperanzadora de su futuro''.
Hot spot mundial
Este archipiélago de relieves vertiginosos es considerado un hot spot
de diversidad biológica, ya que posee "una de las floras insulares más
ricas del mundo: 135 especies endémicas, 11 géneros y una familia
endémica. Más excepcional todavía: a nivel mundial es el único lugar
conocido con un bosque enteramente constituido por árboles endémicos.
Sin duda que Juan Fernández es una referencia mundial en materia de
endemismo y evolución'', escribe en la presentación del libro el
botánico de Montpellier Francis Hallé.
En la isla Robinson Crusoe es muy probable que, antes del arribo del
hombre, la vegetación fuera "de tipo forestal en la mayor parte de la
isla, y que los bordes costeros presentaran una cobertura vegetal más
baja de tipo arbustivo (...)", explican los botánicos. Desde su
descubrimiento, la deforestación, los incendios y los impactos de la
ocupación humana y ganadera han provocado una fuerte erosión, además
de la llegada de plantas y animales exóticos que ha alterado los
ecosistemas insulares.
Entre las introducciones voluntarias se cuentan la zarzamora, el
maqui, la murtilla, eucaliptus, pinos, cipreses, aromos, pitósporos, y
cabras, coatíes, conejos y otras. Entre las fortuitas, una variedad de
pastos, plantas ruderales y ratas, lauchas, cochinillas, la avispa, la
araña de rincón''.
Los investigadores destacan en el texto el valor biológico y la
precariedad del archipiélago, dado que "las islas son territorios
cerrados y restringidos donde los seres vivos y los ecosistemas se
encuentran en relaciones estrechas y en total interdependencia.
Cualquier perturbación, aunque parezca mínima, provoca desequilibrios
y tiene consecuencias que pueden ser más o menos visibles, que la
naturaleza debe digerir para recuperar un equilibrio nuevo".
En este proceso, "el ritmo de llegada de las perturbaciones en el
ambiente tiene una importancia enorme. Por ejemplo, sabemos que en
islas como éstas una especie vegetal nueva se instala en forma natural
aproximadamente cada ocho mil años. En 1896 el doctor Federico Johow
describió para el archipiélago 237 especies, 95 de ellas introducidas.
Según nuestras propias investigaciones (diez expediciones entre 1997 y
el 2009), hoy se cuentan en la isla 716 especies, de las cuales 503 se
consideran introducidas. Con un cálculo simple, no sólo podemos
deducir que la flora del archipiélago se triplicó en 110 años, y que
las plantas introducidas aumentaron más de cinco veces, sino que en
este periodo los humanos realizaron lo que la naturaleza habría hecho
en 2.696.000 años''.
Según los científicos, la importancia del archipiélago en la flora
terrestre puede compararse con la que posee las islas Galápagos para
la fauna. Una riqueza que tiene que ver "con una familia, once géneros
y 63,4% de sus especies nativas endémicas estrictas", distribuidas en
un reducido espacio de 100 kilómetros cuadrados.
Según el libro, entre las 135 plantas endémicas del archipiélago
figuran la palma chonta ( Juania australis ), el lactoris ( Lactoris
fernandeziana), la inaccesible yunquea ( Yunquea tenzii ), varios
helechos y una orquídea, además del extinguido sándalo ( Santalum
fernandezianum ). Una riqueza incomparable que ha sufrido -sin
embargo- grandes pérdidas (hay 8 taxones desaparecidos) y hoy está en
una situación vulnerable. Esta publicación constituye, en ese sentido,
un importante aporte para su conocimiento y una oportuna señal de
alerta.
Los autores
Philippe Danton y Christophe Perrier son botánicos franceses,
creadores de la asociación "Robinsonia", nacida en torno al estudio de
Juan Fernández.
-¿Cómo surge la idea?
Danton: Como botánico involucrado en la conservación vegetal, busco
temas que permitan una comunicación con el público. El hecho que el
archipiélago Juan Fernández sean las islas de Robinson Crusoe y un
lugar amenazado de fuerte endemismo me llamó la atención. Existía la
posibilidad de contar una historia (desafortunadamente verdadera)
sobre el tema: «Pones un hombre en una isla desierta, y tres siglos
después... se vuelve un problema mundial de conservación». Así nació
el primer proyecto de viaje en 1997. Desde entonces he realizado 10
misiones de tres meses y Christophe Perrier, cinco. En total, 45 meses
en terreno.
-Un largo período. ¿Qué los mueve a perseverar?
D: El interés científico de estas islas, la acogida de los isleños y
del Parque Nacional, y la buena recepción de esta «aventura»
científica plasmada en charlas, publicaciones, cuatro libros y siete
documentales.
Perrier: Hemos encontrado especies nuevas para la ciencia.
Registrarlas, describirlas y verificar sus novedades es una tarea que
necesita tiempo.
-¿Cuál es el valor universal de la isla?
D y P: Una planta funciona como una pequeña empresa química,
produciendo moléculas particulares que podemos eventualmente
reproducir, pero no inventar. Una planta es una fuente potencial de
moléculas interesantes para medicina e industria. Cuando desaparece
una especie, es para siempre. A nivel de los ecosistemas, sabemos que
todos los seres vivos están interrelacionados, sin conocer exactamente
estas realidades. Juan Fernández puede ser una gran fuente de
conocimiento sobre la evolución de las especies y de sus
interrelaciones, por su aislamiento y pequeña superficie. Chile podría
ser ejemplar para el mundo.
Un proyecto de larga data
Raimundo Bilbao, presidente de la Fundación Juan Fernández, conoció
hace 10 años a los investigadores franceses. Los veía pasar frente a
su cabaña (que desapareció con el maremoto), y un día les invitó un
café. "Comprendí la importancia que tenía la valorización del frágil
ecosistema insular". Cuando supo que la monumental investigación de 15
años sería publicada por el Museo de Historia Natural de París, surgió
la idea de editarla en Chile. Bilbao golpeó puertas, se le unieron el
botánico Rodrigo Vargas y el productor cultural Nicolás Mardini.
Lograron entusiasmar al Ministerio del Medio Ambiente, a la Dirección
de Cultura de la Cancillería y a la Fundación Imagen de Chile.
La fundación es un sueño que se concretó el 2006. El maremoto se llevó
gran parte de su labor, como los instrumentos de la primera orquesta
infantil y juvenil, una sala multimedia y la sede de los pescadores.
Hoy, pese a todos los avatares, siguen trabajando por la isla
(informaciones: 7-3872168)
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