Hegel y lo sublime por Juan Ignacio Rodriguez

Diario El Mercurio, Revista de Libros,
Domingo 30 de Octubre de 2011
http://diario.elmercurio.com/2011/10/30/al_revista_de_libros/revista_de_libros/noticias/53ED587A-7AF3-49D2-839B-BCE8113625C0.htm?id={53ED587A-7AF3-49D2-839B-BCE8113625C0}


Contra los que ven en él al archirracionalista (Deleuze, Foucault), al
místico totalitario (Rusell, Popper), al máximo representante del
racionalismo machista (Lonzi); en fin, contra "los mitos" en torno a
George Friedrich Wilhelm Hegel se lanza Carlos Pérez Soto en Sobre
Hegel (Lom). Una apología en la que el oyente (el libro tiene la
agilidad y el tono de una clase) puede introducirse con pedagogía en
el pensamiento -el espíritu, la lógica- de un filósofo que pasa por
oscuro.

Es notable como Pérez, por ejemplo, lleva de la mano al lector por la
Fenomenología del espíritu . El objetivo es claro y rotundo: "...
rescatar su obra (y su vida) de las garras del escepticismo y el
irracionalismo o, con mucha mayor frecuencia, simplemente de la
ignorancia". El autor de la Ciencia de la lógica sería el primer
filósofo en pensar con consistencia más allá de la Ilustración y el
Romanticismo: contra los que presumen de tal -Pérez habla de
"neorromanticismo" o "neoilustración"-, el alemán sería el primer
postmoderno; es decir, la vanguardia de aquel pensamiento que va más
allá de las dicotomías modernas.

Y si de pensar más allá se trata, Hegel es también uno de los temas de
Razón del éxtasis. Estudios sobre lo sublime. De Pseudo-Longino a
Hegel (Universitaria), de Pablo Oyarzún Robles. En lo sublime, explica
el autor, "se trataría de la manifestación del ente en su totalidad
con ocasión de la presentación de un ente singular" (una obra de
Shakespeare, digamos).

El libro, que demanda del lector alguna familiaridad con la jerga
filosófica, traza una trayectoria que comienza con Pseudo-Longino, y
sigue con Edmund Burke, Immanuel Kant, Friedrich Schiller hasta llegar
a Hegel. Más allá de las divergencias -como el empirismo de Burke-,
hay un rastro común que le permite a Oyarzún hablar de la "unidad
ideal de una tradición", que esboza lo sublime como un exceso respecto
de la representación sensible. Allí, Hegel sería el "momento
decisivo", donde se explicita la determinación dialéctica del asunto
o, en otras palabras, donde se presenta lo sublime como inadecuación
de forma y contenido, de finito e infinito. Habría en Hegel, entonces,
un "pensamiento del conflicto", propio de la tradición citada.

Ese punto, que pareciera emparentar las lecturas que hacen Pérez y
Oyarzún del pensador alemán, en realidad señala una divergencia
crucial. En el primero la inestabilidad es lo propiamente hegeliano, y
la dialéctica hace referencia precisamente a ese sello de lo real. En
cambio, en Oyarzún, la irrupción del conflicto a propósito de lo
sublime, se sugiere como un "temblor", como algo "no dialectizable",
es decir, algo que la dialéctica no puede estabilizar o conciliar. Lo
sublime, en fin, haría cierto ruido en la filosofía de Hegel, ruido o
discordia que -si seguimos a Pérez- no sería tal.

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