Gobernar un cambio de ciclo

Para su mala fortuna, a la derecha le tocó acceder al gobierno en el marco de un pacto político y social resquebrajado.

por Ernesto Aguila - Analista político - Diario La Tercera 26/10/2011 - 04:00
SEGURAMENTE, la derecha en el gobierno se pregunta por qué tendría que ser ella la que realice una transformación de la educación en un sentido contrario a lo que ha pensado y defendido en las últimas décadas. Lo mismo ocurre cuando se les exige una reforma tributaria, laboral, constitucional o del binominal.
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 Si esa es la forma de razonar que se impone, lo que nos espera es el traslado de la actual conflictividad social a la próxima elección presidencial y dos años de alta polarización y crispación política. Sin embargo, a partir de un diagnóstico distinto sobre la naturaleza de este tiempo histórico, su conclusión podría ser otra. Esto le significaría asumir que para mala fortuna le tocó acceder al gobierno en el marco de un pacto político y social resquebrajado, dentro de un cambio huracanado de ciclo histórico, con una crisis de representación política inédita, en un impreciso tiempo en que lo viejo ya no funciona del todo y lo nuevo no acaba de configurarse. La derecha se ha encontrado con que gobernar, a diferencia del ejercicio tranquilo de ser oposición binominal, implica hacerse cargo de la gobernabilidad de la sociedad y no sólo de los sectores sociales afines, resolver problemas largamente incubados, someter su propia ideología bastante más radical que el promedio de las derechas en el mundo, a las lógicas de la deliberación democrática y de la negociación política y social. 

Tal vez es prematuro afirmar que la derecha haya cerrado todas las puertas a la opción de jugar un rol en la reconfiguración de un nuevo pacto social y político. Aún le restan dos años y son de naturaleza electoral, pero por ahora las principales señales apuntan en la dirección de no  otorgar mayores concesiones (algo así como "gobernar sin transar") y apostar a reducir la conflictividad social a los viejos clichés conservadores del "orden público" y la "autoridad". Resulta bastante incomprensible que el gobierno apueste a radicar el conflicto educativo en el Congreso y luego envíe un presupuesto de educación 2012 que no contiene las bases mínimas para que los parlamentarios puedan construir un acuerdo con el movimiento social por la educación.

Todo hace presagiar que el año político se cerrará con un portazo al movimiento estudiantil, cuya causa fue definida como "noble, grande y hermosa" por el propio Presidente de la República. Aún queda una última oportunidad en lo que resta de la discusión presupuestaria, pero se trata de intentar resolver en menos de 15 días, aunque sea de manera parcial, un conflicto de cinco meses. Tal vez lo que encierra más proyección es que no sólo se le dará un portazo a uno de los movimientos sociales más masivos de los que se tenga recuerdo, sino a una generación completa. Jóvenes entre 15 y 24 años para los que el 2011 constituirá un año difícil de olvidar y en el cual habrán vivido su primera y decisiva socialización  política. ¿Cuál será la conclusión y el aprendizaje político que esta generación hará de lo ocurrido? Posiblemente prefieran cerrar esta etapa sin un acuerdo antes que con un mal acuerdo, o con uno donde lo posible está definido de antemano por lo que piensa y quiere el otro. Quizás esa sea una de las improntas de esta nueva generación y de los tiempos que vienen. Acuerdos y desacuerdos reales.

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