"En los círculos de poder te prueban todo el tiempo"

Diputada Andrea Molina:

 
A dos años de su aterrizaje en la política, la diputada dice tener asumido su pasado de estrella de televisión y que pese a no tener experiencia política tiene las capacidades para ser parlamentaria. Pero cuenta también que, a veces, en las comisiones, la "by pasean". "Tienes que ir aprendiendo y rápido, porque si no te pasan por arriba", dice.   

Por Daniela Mohor W.  
Son las 11:10 de la mañana de un lunes de octubre y Andrea Molina está sentada -de traje dos piezas, con una cartera Louis Vuitton de charol, el pelo cuidadosamente alisado- en la mesa de la subcomisión mixta de presupuesto para el Mideplan en el ex Congreso. A pocos metros de ella, la subsecretaria Soledad Arellano desglosa los montos que ese ministerio le asignará a los programas destinados a los chilenos más pobres en 2012. La sala está llena y la mesa incluye a senadores de peso como Eugenio Tuma, quien preside la subcomisión, Camilo Escalona, Jovino Novoa, el ex presidente Eduardo Frei que se empeña en cuestionar, con cierta molestia, la partida que están revisando del presupuesto.

Flanqueada por dos secretarios a los que consulta recurrentemente, indicando una u otra línea de la carpeta llena de cifras que tiene frente a ella, Andrea Molina escucha, observa, y luego decide intervenir. Pregunta sobre detalles, como los recursos extraordinarios que se les atribuirán a organizaciones en crisis como el Hogar de Cristo y la Fundación Las Rosas. Se le contesta que eso se verá en la tarde.
A las 11:20, el ministro del Mideplan Joaquín Lavín entra y se suma a la mesa de trabajo. Cuando pasa, Andrea Molina le toma la mano, lo saluda efusivamente y le habla al oído, como si se tratara de un viejo amigo. Difícil no pensar que lo detiene unos segundos para aparecer con él en las fotos, con el sentido de la oportunidad visual que aprendió en la televisión. Han pasado cerca de dos años desde que esta ex modelo, actriz y conductora televisiva -que durante años llegó a los hogares de Chile con el programa "Hola Andrea" y protagonizó en su tiempo la serie "Sussy"- fue elegida diputada por la Quinta Cordillera por la UDI. Y parece determinada a demostrar que hoy se mueve en el Congreso con soltura.
 
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El día de Andrea Molina comienza como el de cualquier madre. Se levanta junto a sus hijas -Noelia, de 12 años, de un primer matrimonio, y Laura, de cinco- y parte a las 7:30 a dejar a la menor al colegio Grange, en La Reina, unas cuadras más abajo de la casa que se construyó hace unos años en las alturas de Santiago. A las 8:30 ya está de vuelta y se prepara para salir a sus actividades como diputada. En la cocina de esta casa de desniveles, cuadros coloridos, esculturas étnicas, budas y alfombras, Juan Eduardo, el chofer de Andrea Molina, habla por teléfono: él actualiza la agenda de la diputada para informarla de las reuniones que se anularon y de las que surgieron a último minuto. Él es también la persona a la que ella le pregunta todo, una especie de "asesor". Puede consultarle tanto sobre la rutina del parlamento como sobre asuntos más triviales. Cerca de las 10:30, la diputada se sube al auto en dirección al ex congreso.
-¿Qué le pasó a Chávez que está tan gordo? ¿No se había mejorado? -le pregunta a Juan Eduardo, al ver en el diario una foto del Presidente de Venezuela tras su tratamiento de quimioterapia. Con su chofer comentan también el reportaje publicado el fin de semana anterior en que se reveló cómo numerosos diputados les habían traspasado pasajes de avión entregados por la Cámara a sus familiares. Andrea Molina figuró entre los pocos que no se habían prestado para esa práctica.
-Uno trata de hacer su pega y de cumplir con sus obligaciones, pero la energía que está dando vuelta es mala. Siempre te meten en el mismo saco, todos quedamos como ladrones, como flojos -se queja.
-¿Cree que no habría que fiscalizar?
-No. Obvio que hay que hacerlo, lo que pasa es que a lo mejor no era éste el momento más propicio para seguir con el desprestigio. Pero así es nomás.
-¿No cree que incorporar a gente como usted, sin experiencia política y con una trayectoria en televisión, también ha contribuido a ese descrédito de los políticos?
-Yo creo que es cuestión de ver la gestión que he hecho desde el minuto que entré a la cámara de diputados. Eso contesta la pregunta. Siempre va a haber gente envidiosa, chaquetera o que cree que uno no sirve para nada más que para ponerse para una foto. Es una mirada pequeña del ser humano. Es como si yo limitara a mi hija porque es linda. Entonces mi hija es linda y tonta. No, pues. Eso es discriminación y por lo que estamos velando hoy en esta sociedad es porque no haya más discriminación, porque todos tengamos las mismas oportunidades.
-¿Y no cree que el hecho que en cierta prensa vuelvan a imprimir fotos suyas en bikini le puede jugar en contra?
-No es la primera vez que sacan cosas mías de una u otra índole. Es parte de estar expuesta. Yo sigo hacia adelante y tengo asumida esa etapa. No tengo problemas de estucturas, de principios ni de valores. Sé exactamente quién soy, lo que valgo. Tenía en esa época 20 años, era parte de un personaje, nada más. Hoy tengo otra edad, estoy en otra etapa, tengo otras necesidades y otras búsquedas. Cada uno es libre de publicar lo que quiera. Yo lo respeto, pero díganme si aporta o no. Creo que podrían sacar cosas que estoy haciendo y que son positivas para Chile, pero si ellos creen que es más relevante sacar una foto de cuando tenía 20 años, fantástico.
 
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Andrea Molina habla con un un tono decidido. Confiesa que los primeros meses que pasó en el Congreso se sentía como en arenas movedizas, que llegar a la confianza que siente hoy en sus capacidades fue todo un proceso. Una construcción.
-Por dentro estaba llena de inseguridades frente a un mundo nuevo, porque no tenía idea de quién tenía parado al frente, no sabía en quien podía confiar, si podía confiar, más allá de si fueran de derecha o de centro. En los programas que hice en televisión, para mí todas las personas eran iguales, todos me podían ayudar. En política no es así y eso me llama mucho la atención. Lo entiendo, lo racionalizo, pero de repente digo: "La gente nos elige porque cree que podemos hacer cambios y al final se queda con quien los hace, más allá del color que tenga". Yo trato de ser lo más práctica y lo más directa posible. Y cuando no puedo cumplir una promesa lo digo.
-¿Qué le hizo pensar que podía estar preparada para un cargo de este nivel de responsabilidad?
-El conocimiento de la realidad de mi país por la cantidad de años que lo recorrí y busqué ayuda para muchos chilenos que presentaban diferentes problemáticas sociales.
-¿No sintió que le faltaba conocimiento técnico?
-Es que yo creo que lo más relevante de un cargo como éste es poder tener primero las ganas de hacer. Y segundo, todo aquello en que no tengas el conocimiento, poder contar con el mejor equipo. Si no, habría que preguntarle lo mismo al ex Presidente Lula de Brasil o en su minuto al Papa Juan Pablo II. Ellos son personas que no necesariamente contaban con el know how de haber tenido carreras para presidir cargos importantes. Yo no pretendo ser Presidenta de la República, pero sí creo que tengo las ganas y la capacidad como para poder desempeñarme en el cargo que ocupo.
Antes de presentarse como candidata a diputada, Andrea Molina tuvo poco o ningún contacto con la política. En su familia, nadie nunca militó. El más cercano al activismo fue su padre, profesor de artes plásticas, quien entró a la dirigencia del gremio de profesores.
-Él peleaba por sus derechos, por lo que él cree, pero más allá de eso no tengo un pasado político. Obviamente que conversábamos de los temas que le atañen al país, de las noticias, porque mis padres querían generarnos el hábito de estar conectados con lo que pasaba, de tener opinión.
Los primeros llamados de la UDI, Andrea Molina los recibió hace cerca de ocho años. En esa época, la llamaron el actual ministro de economía Pablo Longueira y el ex samurai de Lavín, Manfredo Mayol.
Fue, sin embargo, cuando su carrera televisiva llegó abruptamente a su fin que Andrea Molina tomó por primera vez la propuesta en consideración. Sintió que había llegado el momento, que no tenía nada que perder.
-¿Siempre fue cercana a la UDI?
-Soy una mujer de centro-derecha, más bien de centro diría yo.
-La UDI no es de centro.
-Pero hay muchas cosas de la UDI que me gustan. Me gusta su forma de trabajar, son personas disciplinadas, ordenadas, tienen un método de trabajo, y fiscalizan que las personas cumplan con su labor, que trabajen de verdad en terreno, que estén con las personas que más necesitan. Ese tipo de cosas me gusta.
-¿No la criticaron por hacer declaraciones sobre el aborto terapéutico, por ejemplo?
-No, porque yo creo que es parte del debate. Yo me refería básicamente a los casos en que hay riesgo vital. Hoy día vemos muchos hospitales y muchas clínicas a los que llegan madres a punto de morir y hay que salvar a uno de los dos. Entonces ¿qué haces? Y eso existe, es una realidad y el que no quiera verlo quiere ser ciego. Lo que pasa es que no está regulado, pero las decisiones se toman todos los días.
-¿Cuál es su postura exacta sobre el aborto terapéutico?
-No son temas fáciles y más siendo mujer, porque uno mira y ve lo que le pasó a esta periodista o a esta amiga, que vivieron casos en que el niño venía con problemas y sabían que al nacer iba a morir, y uno dice ¿qué haría yo si me pasara una cosa así? Le pasó a una amiga mía. Ella decidió tener a su hijo y fue un año tremendamente fuerte en que su familia casi se desarmó. Finalmente, nació ese bebé y tuvo la posibilidad de estar con él algunas horas. Esta familia salió adelante y volvió ella a quedar embarazada después. Pero también hay otras mujeres que dicen: "Yo no estoy dispuesta a vivir este embarazo sabiendo que mi hijo va a morir". Entonces ¿quién es dueño de la verdad? Es tan difícil poder decir hoy lo que opino de verdad, por eso creo que hay que abordar estos temas, y escuchar todas las miradas de la sociedad.
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Andrea Molina dice ser obsesiva y que uno de los temas que más la apasiona es el medio ambiente. Por eso, pidió presidir la Comisión de Medio Ambiente. También participa de la comisión investigadora de Codelco por la contaminación en la zona de Puchuncaví, y está en la del Adulto Mayor y de Relaciones Exteriores, entre otras. Secretaria ejecutiva bilingüe de formación, no tiene preparación académica en ninguno de los asuntos que maneja como diputada. Se ha preparado a su manera.
-Uno va trabajando con el resto de los compañeros, y por lo menos yo trato de acercarme más a los que están en Hacienda o Economía. Y si no, recurro a la UDI, a la Biblioteca del Congreso, para que me expliquen. Además en mi casa, gracias a Dios, tengo la posibilidad de conversar con mi marido (el empresario Gonzalo Rojas) y si tengo alguna duda, me la aclara. Uno tampoco es experto en todos los temas -dice.
Andrea Molina agrega que desde el 8 de octubre tiene el orgullo de haber visto su primera ley entrar en vigencia (la que elimina el recargo por larga distancia dentro de la Quinta Región) y que en menos de dos años ha presentado más de 60 proyectos de ley, muchos de ellos de índole social.
-Lo que rescato de la política es la capacidad de poder hacer cosas. Hay cosas que no me gustan, por cierto, de repente tanta virulencia, tanta violencia en las palabras.
-¿Qué ha sido lo peor que le ha pasado en ese sentido?
-La gente en general es súper cariñosa. Pero en los círculos de poder te prueban, te están probando todo el tiempo. Todos los días tienes que ir aprendiendo y aprendiendo muy rápido porque si no te pasan por arriba. Todos los días están viendo si eres capaz o no y frente a eso lo único que tienes que hacer es tu pega. Es cosa de ver los proyectos, las mociones, la gestión. Yo siento que hasta ahora he sido coherente con las cosas que dije y que he cumplido con cosas que no se hicieron durante muchos años.
-¿Se ha sentido discriminada?
-No, para nada. De repente, me he encontrado con situaciones de un poco de machismo, algunos celos. Como presidenta de una comisión hay protocolos, el que quiera hablar tiene que pedirme la palabra y me by pasean. Ahí tengo que imponerme. O a veces te interrumpen. Uno no puede ser débil en lugares como éste. Tienes que tener una personalidad fuerte, tener manejo de los contenidos, de los temas que estás abordando y claridad. Si no, estás muerta.
Por los pasillos del ex Congreso, todos efectivamente conocen a Andrea Molina. Y todos, desde las recepcionistas hasta los senadores y diputados la saludan con cariño. Mientras le sacan una foto, pasan a su lado los diputados Alberto Cardemil, Nicolás Monckeberg y José Manuel Edwards.
-Hay que ponerse con la Andrea para salir en la foto -bromea este último.
-¿Se siente igual de expuesta que cuando estaba en la televisión?
-Es distinto porque hoy toda la exposición tiene que ver con lo que tú hablas. El político tiende a hablar más de lo que escucha y yo prefiero escuchar más que hablar. Antes, en cambio, vivíamos con autos estacionados fuera de la casa, porque los periodistas querían saber qué pasaba, si estaba mi marido o no. Esas cosas molestan, incomodan, pero son parte del medio en que uno se mueve. Hoy día ya no es así.
Andrea Molina no entra mucho en el detalle de los costos personales que ha significado su entrada en la política ("siempre hay costos en las relaciones, los matrimonios, las familias. Pero uno trata de minimizarlos lo más posible", dice). Cuenta que lleva a sus hijas con ella a la mayoría de viajes posible, que las semanas en que le toca ir a Valparaíso vuelve todas las tardes para acostarlas, que los fines de semana se escapan todos al campo, cerca de Valparaíso.
-Mi marido tiene una agenda muy pesada en la semana, entonces nos ponemos de acuerdo para irnos los viernes a otro lugar donde la vida nos cambia radicalmente, porque sólo hay luz solar, no hay teléfono, no hay diarios. Ahí hacemos el switch, porque es un lugar donde no anda nadie, donde tienes más espacio para conectarte contigo mismo, con tus necesidades. Y con mis animales. Me encantan. Me persiguen, me dan besos, son mis regalones. Tengo caballos, perros y ahora me compré una vaca. Se llama Sofía Loren.
-¿No le ha tocado entonces el 24/7?
-No, y no me parece el 24/7. Tiene que haber espacios para la familia, no podemos estar constantemente trabajando de lunes a domingo, porque eso te estresa y te enferma. Tienes que parar, distraerte, hacerte cargo de muchas cosas más además de tu trabajo. Tienes que ser mamá, esposa, velar por que tu casa funcione, velar por tu salud, y ¿a qué hora? Para mí, mi familia sigue siendo mi prioridad. Si hay un evento en el colegio de mis hijas, yo corro y si eso quiere decir que voy a perder votos, bueno los perderé.
 
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En la casa de Andrea Molina nada parece recordar su época televisiva. Las fotos de la sala de estar son familiares. En ellas aparece junto a su marido y sus dos hijas y hay varias también con los hijos del primer matrimonio de él. Hay ampliaciones de Gonzalo Rojas participando en algún rally en moto, su pasión. A él, dice Andrea, no le gusta figurar a su lado en el ámbito político. Ella, en cambio, lo acompaña cuando puede en las actividades de su trabajo ("si hay alguna comida llego, aunque sea sólo al postre", dice).
-Hablando de temas candentes: ¿está a favor de la gratuidad en educación?
-Está bien que los estudiantes hayan puesto este tema sobre la mesa, aunque también creo que llegó el momento de los acuerdos. Pero no estoy a favor de la gratuidad para todos. Creo que los que tienen plata deberían pagar y los otros no. Mi hermano estudió con arancel diferenciado en el San Ignacio y lo más bien que mi papá pudo pagarlo de acuerdo a los ingresos que tenía. Y él es profesor, nosotros no vivíamos con grandes sueldos. Mi mamá tuvo que salir a trabajar en la mitad de su vida, porque hacían falta los recursos que ella pudiera generar. Y mi papá, además de ser profesor, transportaba niños, vendía carne, construía. Hacía todo eso porque había que juntar dinero. Yo lo he vivido. Nadie puede decirme que nací en cuna de oro

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