El gran capital


El gran capital
La crisis económica de 2008 afectó a la economía real del país, pero no a sus grandes fortunas. En los últimos dos años la cantidad de millonarios en Chile creció 20%, y hay un millonario por cada 500 habitantes y un ultra rico por cada 137 mil. Hoy ellos se preparan para sortear con éxito los vaivenes de la economía. Éstas son sus fórmulas.
por Emilio Maldonado | emilio.maldonado@quepasa.cl.
Revista Qué Pasa, 20/10/2011
El estilo de Leonardo Farkas, empresario que maneja un Rolls-Royce Phantom de un millón de dólares y celebra sus cumpleaños como si fuera un espectáculo de Hollywood, es la excepción entre los millonarios chilenos.  Con todo, el característico bajo perfil de los ricos del país no ha sido impedimento para que comiencen a aparecer algunos dispuestos a pagar por darse algunos lujos. Mil nuevos Mercedes-Benz, 140 Porsche, 16 Aston Martin, 7 Ferrari y 5 Maserati salieron a la calle durante el primer semestre del 2011. Una cifra récord en los autos de lujo. Ejemplos como éste dan cuenta de que en Chile hay liquidez. O en buen chileno, hay lucas.
Los números lo avalan. Según el estudio Global Wealth 2011 del Boston Consulting Group (BCG),  mientras en 2008 había 8.000 familias millonarias en el país, la cifra aumentó a 9.500 en apenas dos años, con una crisis económica de por medio. Es decir, hoy existen casi 35 mil personas que tienen activos líquidos o para inversión inmediata por sobre el millón de dólares. En términos numéricos, un millonario por cada 500 habitantes, no demasiado lejos de la tasa de Italia (uno cada 360), y superando con creces a la estrella latinoamericana, Brasil, que tiene una persona de alto patrimonio por cada 1.240 habitantes.
El fenómeno no es exclusivo de Chile. En todo el mundo la riqueza creció 8% entre 2009 y 2010 y los millonarios, que hace dos años concentraban el 37% del patrimonio global, ahora detentan cerca del 40%.
En el país también ha aumentado la riqueza. Entre todos los chilenos hay repartidos US$ 301.000 millones en activos líquidos (bonos, acciones, dinero en efectivo e instrumentos canjeables de manera rápida). Muy superior al PIB nacional (estimado en US$ 222.000 millones), y más sorprendentemente, mayor a toda la riqueza que hay en Argentina, un país que duplica a Chile en habitantes.
Del total de la riqueza nacional, US$ 65 mil millones, que representa un 22% del total, está en manos de 9.500 familias.
¿Cómo la peor crisis después de la Gran Depresión no hizo mella en las grandes fortunas, y por el contrario, engrosó las arcas personales? La respuesta la tiene una subclase, la cual en Chile destaca por sobre el resto y es mirada con atención por los expertos internacionales, por la forma cómo sortea las dificultades y genera más recursos al interior del país: los ultra ricos, como son catalogados por los estudios de consultoras como BCG, Deloitte y el banco de inversión Merrill Lynch.
País de billonarios
Cuatro familias, entre ellas la del Presidente Sebastián Piñera, figuran entre los billonarios de Chile según la revista norteamericana Forbes. Apellidos como Luksic, Paulmann, Matte y Piñera son reconocidos en la versión 2011 de la guía como los "extra" ricos del país, con un patrimonio que en conjunto supera los US$ 42.500 millones. Pero los expertos reconocen que esa lista se queda corta. A las familias mencionadas habría que sumar otros 16 grupos económicos, poniendo a Chile no sólo como la segunda nación, después de Brasil, en cantidad de ultra ricos en Latinoamérica, sino además consolidándose como el territorio con mayor número de multimillonarios del continente, al contrastarlo con su población.
Según el estudio del Boston Consulting Group, 35 familias -o 125 personas- en Chile tienen activos líquidos por más de US$ 100 millones. El cálculo, según los parámetros del informe, se realiza sumando sólo la liquidez que tenían a fines del 2010 -cuando se realizó la muestra- y descontando sus participaciones accionarias en las empresas que sustentan su riqueza de origen y sus bienes inmuebles. Así, esta treintena de familias manejan en conjunto casi US$ 30.000 millones, es decir, el 10% de la riqueza total del país en activos líquidos o, siguiendo con las comparaciones, casi el 1% de todo el dinero que hay en Latinoamérica.
A ojos del socio del BCG, Federico Muxi, resalta la cantidad de grandes patrimonios, considerando los apenas 17 millones de personas que habitan el territorio nacional. Para algunos, es símbolo de la desigual distribución de la riqueza del país. Para otros, es el resultado de la gran cantidad de grupos empresariales que han florecido en Chile, los cuales han logrado -en casi su totalidad- traspasar las fronteras y así suplir la baja cantidad de consumidores locales. Independiente de las razones, el país se ubica como el más rico de la región en términos comparativos, dejando incluso atrás estándares de países desarrollados.
Esta nueva clase, los ultra ricos, es un fenómeno creciente en Latinoamérica y el Medio Oriente, donde la bonanza de los commodities -petróleo, gas o cobre- ha hecho que las fortunas crezcan, incluso sorteando los vaivenes económicos y los desplomes bursátiles.
Los ultra ricos chilenos ostentan, además, en promedio US$ 240 millones cada uno en su billetera. Y los millonarios, esas 35.000 personas que tienen activos líquidos por sobre  US$ 1 millón o más, tienen en promedio US$ 1,9 millones en su poder, cifra superior a la media en las billeteras de los acaudalados chinos o alemanes, pero muy lejos aún de los US$ 4,2 millones que tiene cada rico en Suiza, según un informe de la consultora Deloitte.
De la bolsa a las propiedades
Hasta la crisis financiera de 2008, las acciones en la bolsa eran el instrumento predilecto de las grandes fortunas. Ahí incrementaron su patrimonio en la última década, en especial los ligados al retail. Sin embargo, la volatilidad financiera que ha marcado los últimos años,  sumada al perfil conservador que generalmente caracteriza al inversionista chileno, cambiaron el rumbo.
La renta fija, los bonos y el dólar han ganado terreno en los últimos años en el portafolio de los millonarios nacionales, especialmente en un 2011 marcado por las turbulencias. De hecho, los grandes bancos de inversión ya han evidenciado un aumento en las órdenes para buscar refugio en algunos commodities y en empresas no abiertas en Bolsa. El private equity y la emisión de deuda corporativa, como comenta el socio de IM Trust Guillermo Tagle, están imponiendo la tendencia. "Si antes sólo atraía a los inversionistas institucionales, como las AFP, hoy muchos particulares están viendo la oportunidad de refugiarse en ellos", explica.
La misma sensación tienen en Celfin Capital. Katherine Boragk, directora de inversiones Wealth Management, asegura que la renta fija -dado el comportamiento seguro y el alza que ha tenido en los últimos años- ha sido el foco de los clientes de alto patrimonio.
Y en esa vía, las compras de dólares en el extranjero han resultado una alternativa rentable y que ha permeado en los grandes capitales chilenos, siguiendo la tendencia de sus pares en el resto del mundo, principalmente los de mercados emergentes.
Pero en tiempos de crisis, son las inversiones inmobiliarias las que roban la mirada de los acaudalados. Un paseo por Nueva Las Condes, Apoquindo y Andrés Bello dan cuenta del apetito por propiedades. La venta por parte de Felipe Israel y Jaime Sinay de 15 centros comerciales, entre ellos el Paseo Los Trapenses, a Celfin Capital durante esta semana es parte del mismo fenómeno. "Son inversiones seguras a mediano plazo, para buscar refugio y rentabilidad", explican en el fondo de inversión Claro y Asociados, ligado al dueño del Canal del Fútbol, Jorge Claro.
Esta sofisticación en sus inversiones y el perfil conservador es algo que destacan las principales consultoras del mundo. "El millonario chileno rara vez se ve afectado por las turbulencias, y la solidez del sistema bancario local ayuda a sostener la abundancia", es el comentario que más se oye entre los expertos.
El boom de los multi-family offices
Pero no sólo los ultra ricos han sofisticado las formas de resguardar sus fortunas. A los tradicionales family offices, que manejan el patrimonio de personas con más de US$ 20 millones, en los últimos años se han sumado los multi-family offices. Estas instituciones agrupan a varios pares de familias de altos ingresos, que en promedio ganan entre $ 6 millones y $ 12 millones mensuales, pero que por sí solas no podrían costear un equipo de profesionales trabajando en exclusiva para ellos.
 "Gente que tiene US$ 20 millones o más de patrimonio líquido puede pagar un equipo de cinco a 10 personas, el arriendo de las oficinas y contratar servicios necesarios como Bloomberg sin tener que tocar la ganancia en las inversiones. Pero quienes manejan US$ 5 millones de fortuna no pueden hacerlo, y para eso estamos nosotros", comenta un ejecutivo de uno de estos multi-family offices.
Junto con los ultra ricos, los altos patrimonios con activos en caja entre US$ 5 millones y US$ 20 millones, han sido los que más han crecido durante el último tiempo. Mucha gente ha ingresado a este grupo en años recientes y no sólo en Santiago. Pequeñas fortunas familiares, gracias a negocios mineros o agrícolas, se han forjado en regiones y las oficinas compartidas se vuelven una necesidad.
De ahí el movimiento de ejecutivos en el último tiempo. La salida de Matías Eguiguren del Ministerio del Interior, la independencia del presidente de KPMG, Cristián Solís de Ovando, o la reciente renuncia del gerente general de Tanner, Felipe Laborde, explican este fenómeno creciente. Más millonarios necesitan profesionales que manejen sus inversiones.
Según los expertos financieros, estás oficinas seguirán proliferando en Chile con el correr de los años. A diferencia de sus pares latinoamericanos, que tienen sus fortunas en Estados Unidos, Europa o en paraísos fiscales, el millonario chileno confía ciegamente en el sistema local. Así, el 93% de la fortuna nacional se administra en Chile. "Apenas US$ 20.000 millones están en manos de gestores externos, tanto por el bajo impuesto de primera categoría (20%) que hoy rige en el país, como por la sofisticación del sistema chileno, con múltiples instrumentos disponibles", explica un corredor de bolsa.
Diversificación del portafolio
Dentro del nuevo perfil de los millonarios, aparecen aventuras que antes no eran imaginadas. Chile se ha transformado en los últimos años en un semillero de inversiones en clubes deportivos. Al igual que en el Medio Oriente, donde los jeques han destinado millones (y billones) a sus clubes, los compatriotas de elevados ingresos han entrado de lleno al fútbol. Carlos Heller, José Yuraszeck, Valentín Cantergiani o Hernán Levy, por nombrar algunos, son parte de esta nueva generación de millonarios con parte de su fortuna en la cancha.
Lo mismo pasa con la inversión en arte. Si bien ninguno de los ultra ricos hace publicidad de sus colecciones privadas, el 28% de ellos invierte en este ítem, siendo la tasa más alta de Latinoamérica, según un informe de Merrill Lynch. Este liderazgo también se repite en el tema de la filantropía, especialmente en organizaciones relacionadas con la educación. Y aunque, como reconocen expertos internacionales, el nivel está aún por debajo de las estadísticas del mundo desarrollado, en Latinoamérica nadie tiene más obras de beneficencia que los millonarios chilenos, aunque ese índice se concentra sólo en aquellos muy ricos y con fortunas por sobre los US$ 50 millones.
Con un tinte más de consumo, el 22% de las compras realizadas por los millonarios del mundo durante 2010 fueron joyas y piedras preciosas. Algunos como gasto y otros como un vehículo de inversión. En Chile, a diferencia de Estados Unidos donde se ha experimentado un boom de los diamantes, el oro ha calado hondo. No sólo como ostentación, sino también como refugio. Hace dos semanas un cargamento de 20 kilos de monedas de este metal llegó al aeropuerto de Santiago, traídas para una persona que pagó casi US$ 1,5 millones por la preciada colección.
La generación de recambio
Ya lo hicieron los clanes Solari, Calderón Volochinsky y Said. En todos estos casos la sucesión en el negocio se realizó con éxito y hoy nuevas generaciones llevan las riendas de la fortuna familiar. Nicolás y Davor Luksic también comenzaron a gestionar activos paternos y la nueva generación de ultra ricos se comienza a perfilar.
Sin embargo, quienes se han hecho millonarios en el último tiempo -y como ha sido históricamente en el país- no han sido los más jóvenes. Latinoamérica en general, y Chile en particular, ostenta un alto promedio de edad entre sus acaudalados. El 34% tiene entre 56 y 65 años, según el último estudio de Merrill Lynch. Si bien en este rango etario se encuentra la mayor cantidad de millonarios en el mundo, es en esta región donde existe mayor concentración de ricos sobre 55 años.
Pero han sido aquellos menores de 45 años los que han sido más arriesgados en comenzar nuevos tipos de inversiones. Una de ellas ha sido la vitivinicultura, no siempre una industria rentable. Casi no existe grupo económico en Chile que no tenga una viña y, generalmente, han sido las generaciones de recambio las que han impulsado a los patriarcas a entrar en ese rubro, aun cuando no reporta grandes ganancias.
Hasta ahora, el mundo del vino estuvo parcialmente dominado por las grandes fortunas nacionales, pero hoy eso está cambiando. De hecho, un grupo no menor de nuevos millonarios está apostando por esta área, pero en un formato menos ambicioso: la idea consiste en destinar entre US$ 1 millón y US$ 5 millones para levantar su propia viña y competir por un mercado que aún muestra muchas posibilidades de crecer.
De eso, por ejemplo, se encarga Andes Wines. Bajo la modalidad Build your own winery, la apuesta es capturar a las pequeñas fortunas, muchas de ellas en regiones, que quieran tener un viñedo o quizás un proyecto hotelero ligado a vides. Ahí aparece el reciente interés mostrado por las familias Hauser de Osorno y los Dalbosco en La Serena por tener un par de hectáreas con viñedos boutique en extensiones que no superan las 15 hectáreas.
Los otros "ultra"
[Por Axel Christensen, director ejecutivo de BlackRock ]
En el mundo de las bancas privadas y administradoras de inversión se les conoce como los "UHNWI", por las siglas en inglés de individuos (o familias) de patrimonios netos "ultra elevados".
Se trata, como lo indica el último estudio de la consultora BCG, de aquellos hogares en la cúspide de la pirámide de la riqueza, que cuentan con activos líquidos invertibles -es decir, sin considerar las posiciones de control en empresas o activos inmobiliarios- que superan los US$ 100 millones. En el caso de Chile, se trata de cerca de una treintena de familias (versus cerca de 300 familias con patrimonio líquido sobre los US$ 20 millones o más de 9.000 con más de US$ 1 millón).
Pero no sólo son los montos los que diferencian a este grupo del resto. Si bien es importante reconocer que no existe un patrón único en este estamento, sí es posible identificar ciertos elementos que lo caracterizan, como la manera en que se origina la riqueza, la forma en que el patrimonio es administrado, e incluso cómo enfrentan momentos como los actuales, de alta volatilidad en los mercados.
En su gran mayoría, las familias de patrimonios ultra-elevados han generado su riqueza a partir de iniciativas empresariales, las cuales generan ingresos que requieren ser invertidos, ya sea a través de la distribución de dividendos (en el caso de que aún controlen la o las empresas) o bien por el producto de la venta del emprendimiento. En muchos casos, el fundador todavía participa activamente en la gestión del patrimonio; en otros, ya han tomado la responsabilidad segundas, e incluso terceras generaciones.
Las familias de muy alto patrimonio fueron las primeras que vieron la necesidad de profesionalizar el manejo financiero, contratando a profesionales provenientes del mundo institucional, como las AFP, compañías de seguros o bancos, para formar lo que se conoce como family offices. Esta misma figura ha sido crecientemente replicada por los grupos de patrimonios menos elevados, e incluso han aparecido los multi-family offices, que ofrecen una gestión profesional a varias familias. Hoy se estima que existe cerca de un centenar de oficinas de este tipo, incluyendo las que atienden a varios clientes.
Es interesante observar que muchas de estas familias que han creado riqueza en el sector industrial o retail (no a través de mercados financieros), y particularmente cuando el fundador de la empresa familiar sigue activo, el objetivo de inversión preferido es volver a invertir en emprendimientos. En estos casos, la inversión financiera suele ser, al menos en su intención, una de naturaleza transitoria. En cambio, otras familias, especialmente aquellas donde son las nuevas generaciones quienes han tomado la conducción, transitan hacia una gestión de patrimonio más centrada en lo financiero, prefiriendo poner su foco de atención, por ejemplo, en iniciativas filantrópicas. Esto último  ha tenido un significativo desarrollo en los últimos años, diferenciando el perfil de este segmento de riquezas de similares en América Latina.
Por último, está la manera en que enfrentan situaciones de incertidumbre o crisis financiera. Los "ricos emergentes", de patrimonios bajo US$ 1 millón, corresponden generalmente a ejecutivos con altos niveles de ingresos, de los cuales invierten una parte importante de ellos, particularmente sus bonos. Ellos suelen reaccionar con mucho mayor grado de conservadurismo frente a correcciones importantes, traspasando sus inversiones en activos más riesgosos (como acciones) a aquellos más seguros (como bonos o incluso caja). Ello porque en gran medida una parte importante de su patrimonio se destina a mantener un alto estándar de vida, tanto en el presente como después de jubilarse.
Los de mayor patrimonio, en cambio, quienes suelen tener ya resueltas sus necesidades inmediatas de consumo (e incluso las de futuras generaciones), pueden enfrentar los momentos de crisis con una mayor disposición a tomar riesgos y aprovechar oportunidades de mayor rentabilidad. Ello puede ser tanto en inversiones en Bolsa o comprar empresas directamente.
Ya lo decía el billonario John Paul Getty, "comprar cuando todos están vendiendo y vender cuando todos están comprando. No es sólo un eslogan pegajoso, es la esencia misma de la inversión exitosa".

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