El debate sobre Educación

El debate sobre Educación
por Hernán Büchi
Diario El Mercurio, Economía y Negocios
Domingo 2 de Octubre de 2011
http://diario.elmercurio.com/2011/10/02/economia_y_negocios/enfoques/noticias/DCEB1DD8-1823-491C-ADDA-509BFF34AB6D.htm?id={DCEB1DD8-1823-491C-ADDA-509BFF34AB6D}

La preocupación por la calidad
y los costos que muestran los estudiantes es correcta.
Pero sus propuestas son inadecuadas y sus métodos reprochables.
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La pobreza y la desigualdad son temas recurrentes del discurso
político, pero los avances han sido inferiores a los deseos. Mientras
menos realismo y más ideología, peores los resultados. La Educación es
un elemento clave para avanzar en ambas materias. El crecimiento es
indispensable para superar la pobreza, y para sostenerlo en el largo
plazo los niveles de educación deben mejorar; a su vez, cuando éstos
aumentan se avanza en capital humano y la igualdad de oportunidades se
hace real.

El debate sobre Educación tiene hoy un fuerte componente ideológico y
voluntarista. La preocupación por la calidad y los costos que muestran
los estudiantes es correcta. Pero sus propuestas son inadecuadas y sus
métodos reprochables.

Un joven que conoció el inicio de los movimientos sociales en la plaza
Tahrir, de El Cairo, se molestaba cuando su épica se pretendía
comparar con la de los que han aparecido después en Occidente. "Es
insultante. Es una falta de respeto a los miles brutalmente asesinados
en Medio Oriente y Norte de África en su verdadera lucha por
libertad".

En realidad, los actos y propuestas de nuestros estudiantes buscan
cercenar la libertad de otros. Se dejan acompañar por la violencia con
daño a muchos. Usando la fuerza y sin un razonable proceso
democrático, se toman escuelas e impiden que quienes lo desean
terminen el año.

Pero más grave es que buscan reestructurar el sistema educacional,
estatizándolo aún más. Millones que hoy eligen escuelas privadas o
educación terciaria distinta de la tradicional serán perjudicados. La
municipalización, con sus defectos, fue una mejora sobre un sistema
central ineficiente. Las escuelas privadas subvencionadas, con sus
distintas organizaciones, son hoy en promedio mejores que las
estatales y reciben menos aportes. Las cifras de la OCDE muestran el
avance que Chile está haciendo. Mientras en EE.UU. por muchos años el
número de personas con educación terciaria es de 40 por cada cien, en
Chile ha pasado de 17 cada cien para los que tienen entre 54 y 65 años
a 35 cada cien entre 24 y 35 años.

Es por ello que cuando miramos con detalle la desigualdad en el país,
ella mejora en las nuevas generaciones. Curiosamente, otros países
sudamericanos que nos superaban por lejos están estancados y ello con
supuesto acceso libre y gratuito a la universidad.

Lo anterior no significa que no se pueda hacer nada. Si la
preocupación es la calidad, debieran retomarse para la educación
primaria y básica las propuestas que facilitaban la evaluación de
profesores y directores dando incentivos para que mejoren. En vez de
más aportes sin rendición de cuentas a las universidades
tradicionales, se debe avanzar en que compitan por ellos.

El problema del costo de la Educación Superior es el que más simpatía
logra en la opinión pública. Educar a los hijos es una de las
responsabilidades más grandes que se asume. Pero la educación no es
gratis: tiene un costo. Hay que pagar a profesores, a funcionarios,
costear infraestructura y servicios.

La pregunta no es si debe ser gratuita o no, sino que quién la paga.
Un mínimo de equidad dice que los que la reciben tienen
responsabilidad en ello y un buen sistema de becas y créditos lo hace
posible. Los cambios que el Gobierno propone en estas materias mejoran
lo que hoy existe.

No es cierto que para bajar los costos basta eliminar la posibilidad
de ganancias. Si fuera tan fácil, ¿por qué no hacerlo en comida,
techo, abrigo, salud? Los totalitarismos marxistas intentaron
eliminarlas con consecuencias desastrosas.

La realidad es que las ganancias, o posibles pérdidas, son un costo
más e indispensable. Lo que sí ayudaría es ampliar el tipo y número de
instituciones que pueden competir, no reducirlo, además de ofrecer un
buen sistema de información para facilitar la decisión de los alumnos.
Es mal presagio que discutiendo de calidad y costos, cientos de miles
terminen con un pésimo año escolar o lo pierdan. Los costos serán
enormes y los pagarán toda la vida. Nuestros líderes políticos no
debieran amedrentarse o caer en el oportunismo. Desgraciadamente,
algunas propuestas y proyectos muestran que lo están haciendo. Si
prosperan, el costo para los jóvenes será aún mayor.

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