¿Creen o no en la democracia?

¿Creen o no en la democracia?
por Axel Buchheister - Diario La Tercera, 23/10/2011
http://www.latercera.com/noticia/opinion/ideas-y-debates/2011/10/895-400551-9-creen-o-no-en-la-democracia.shtml

LA DEMOCRACIA requiere de una institucionalidad para funcionar, cuyo
símbolo es el Congreso Nacional. Ahí están los representantes del
pueblo, que debaten y se pronuncian, de acuerdo con ciertas reglas,
sobre los proyectos de ley necesarios para la convivencia y paz
social. El respeto y el orden forman parte esencial del ambiente
requerido para que el Poder Legislativo cumpla su función; de lo
contrario, el disenso deviene en enfrentamiento y caos, y se termina
en la ley del más fuerte.

Tanta importancia tiene preservar el orden y el respeto en la tarea
legislativa, que el Código Penal castiga desde siempre al que perturbe
gravemente el orden de las sesiones de los cuerpos colegisladores y al
que amenace en ellas a los parlamentarios (art. 264).

En la semana, dicho ambiente fue quebrantado en ambas cámaras y con
gran escándalo. No es la primera vez ni será la última, pero lo grave
en esta ocasión ha sido que algunos de sus integrantes han justificado
la interrupción violenta de las sesiones, sea de sala o comisión,
mediante dichos, acciones u omisiones. El fundamento que han dado es
que las demandas de los que protestaban son justificadas. Es decir,
que no les importa que otros puedan opinar de otra manera o que la
solución sea distinta de la que pretenden. Y los mecanismos para
resolver los desacuerdos en el Congreso son el debate y el voto, no
impedir que éste ejerza sus funciones para que se acoja la propia
postura.

Pero han ido más allá que justificar, puesto que han amparado el
derecho a perturbar el clima interno. El presidente de la Cámara de
Diputados ordenó, dentro de sus facultades, desalojar la tribuna ante
los disturbios que impedían sesionar, lo que obligó a Carabineros a
ejercer la fuerza. Como respuesta, el diputado Gabriel Ascencio las
emprendió contra dos efectivos policiales -uno de ellos mujer-,
poniéndolos en el dilema de acatar o no la orden recibida. Si tenía
algo que reclamar, debía recurrir a sus superiores o, mejor aun, a
quien ordenó el desalojo; lo que hizo fue un simple abuso de su
investidura. Peor, después la Concertación y el PC presentaron una
moción de censura a la mesa por la medida.

Incidentes graves ocurrieron también en la Cámara Alta, cuando decenas
de personas ingresaron a una subcomisión de senadores y diputados,
interrumpieron la sesión -incluso parándose arriba de la mesa-, e
intimidaron a parlamentarios y autoridades presentes. Al contrario que
en el caso anterior, el presidente del Senado se negó a que fueran
desalojados, asumiendo, además, compromisos legislativos con ellos. Es
probable una censura por omisión de sus deberes.

En el apoyo para presentar dichas censuras o en la votación de las
mismas, habrá una muestra de cuál es la adhesión de cada parlamentario
a la democracia: si acaso están dispuestos a que se haga tabla rasa
con la institucionalidad para que prevalezcan sus ideas o asumen que
hay que jugar con las reglas que ella impone para lograrlo. Por su
parte, el Ministerio Público está obligado a perseguir los delitos
cometidos, que no son una bagatela en el contexto actual. Veremos si
está dispuesto a cumplir con autonomía la tarea que la
institucionalidad le encomienda.

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