¿Me gusta cuando calla?

¿Me gusta cuando calla?

Creo que no hay que ser tan severo ni exigente con ella. 

Hay que respetarle su silencio. 
Además, para ser francos, la oratoria nunca fue su fuerte.  

por Joe Black
Diario El Mercurio, Reportajes, domingo 25 de septiembre de 2011
http://diario.elmercurio.com/2011/09/25/reportajes/reportajes/noticias/BFD3376B-0B80-4307-B731-4F4A6EEE527E.htm?id={BFD3376B-0B80-4307-B731-4F4A6EEE527E} 
Perdió la Concertación el gobierno y ella no dijo nada.

Pasaba el tiempo, se instalaba el nuevo gobierno, y ella no decía nada.

Se quedaban atrapados 33 mineros, los rescataban, y ella nunca decía nada.

Salían los estudiantes a la calle a protestar y se tomaban los colegios, igual como le ocurrió a ella en la "revolución de los pingüinos"; pero adivinen qué... ella no decía nada.

El gobierno entró en crisis de popularidad, lo mismo la clase política entera y, por lo tanto, también la Concertación. Y ella... nada.

La Concertación entró en caída libre, se comenzó a proponer que renunciaran los presidentes de partidos, se comenzó a hablar de que cada una de las colectividades tomara su camino propio o su "travesía por el desierto". Pero ella no dijo nada.

Su ex ministro, amigo y consejero Francisco Vidal dijo que había llegado la hora de que ella hablara para definir algunas cuestiones y para orientar a la coalición opositora. Ella no dijo nada.

Su ex ministro de Hacienda, Andrés Velasco, lanzó una tempranera candidatura presidencial sin esperar proclamaciones. Y ella no dijo nada.

Viajó el Presidente a Nueva York a la asamblea de las Naciones Unidas. Dijo varias cosas bonitas de ella. Pero ella no dijo nada.
¿Se habrá quedado muda?

He tratado de indagar las verdaderas razones de su misterioso silencio de tantos meses. Las personas que trabajan con ella dicen que el único motivo del mutismo es que su cargo en la ONU le impide intervenir en política contingente. Pero eso no es razón para no salir a explicar o defender decisiones que tomó o que dejó de tomar mientras gobernó, ni menos para, por ejemplo, agradecer los elogios del Presidente o la Primera Dama esta semana. Por otro lado, José Miguel Insulza ha demostrado que es posible ostentar un alto cargo a nivel internacional y tener opinión política sin vulnerar ningún principio o reglamento de la comunidad de naciones civilizadas.
¿Qué es, entonces, lo que le pasa a la máxima figura de la Concertación y más probable candidata presidencial de ese conglomerado?
Mis amigos de derecha me dicen que todo es una fría estrategia electoral que busca mantenerla al margen de la feroz crisis en que se encuentra sumergida la clase política chilena. Así, una vez que todo haya terminado de devastarse, ella aparecerá desde los cielos neoyorquinos para llegar a rescatar a los políticos y al país desde las tinieblas de la impopularidad. En cambio, si se involucra ahora, en lo que sea, la gente recordará que existe y se podría ver salpicada por el estallido de estropicios de los últimos meses.

Mis amigos de la Concertación, en cambio, no saben qué decir sobre el tema. Para ellos, simplemente es como si la mamá se hubiese ido del país, sin mirar atrás, justo cuando a la familia le embargaron la casa.

Yo, por mi parte, creo que no hay que ser tan severo ni exigente con ella. Hay que respetarle su silencio. Además, para ser francos, la oratoria nunca fue su fuerte. ¿O ustedes recuerdan alguna gran definición suya sobre la política, la Concertación, o la educación, o los tributos?

Yo creo que quienes quieren que ella hable lo que quieren es que lo haga para, inevitablemente, equivocarse. Porque ya no tiene cerca ni a Escalona, ni a Carvajal, ni a ninguno de los asesores que le recomendaban, precisamente, guardar silencio.
Esperen un minuto... ¿Y no será que ellos le aconsejan no hablar?
Naaaaa
 

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