Cartas
Aborto: la gran paradoja
Dra. Gloria Valdés Stromilli
Miembro de Número de la Academia Chilena de Medicina
Diario El Mercurio, Miércoles 21 de Septiembre de 2011
Señor Director:
Cuesta en el momento actual entender que se haya repuesto en el
Parlamento la discusión de la Ley de Aborto Terapéutico, para apoyar
la interrupción de embarazo que potencialmente puede poner en riesgo
la vida de la madre.
Cuando el dolor y los esfuerzos que se realizan para recuperar los
cuerpos de las 21 víctimas del accidente de Juan Fernández reafirman
el valor de cada vida humana.
Cuando el progreso tecnológico permite distinguir que a las tres y
media semanas después de la concepción el embrión se diferencia
claramente de los tejidos maternos, y que 11 semanas y media después
posee un sistema nervioso, y es capaz de reaccionar a estímulos.
Cuando este mismo progreso está permitiendo tratar in utero
condiciones que ponen en riesgo la vida fetal, o reconocer anomalías
incompatibles con la vida como anencefalia (4.5 en 10 mil nacidos
vivos) o agenesia renal (2.3 en 10 mil nacidos vivos), con el fin de
que los padres puedan prepararse para abreviar el embarazo y darle al
niño la posibilidad de morir en sus brazos.
Cuando el sistema de salud ha desarrollado el Plan de Garantías
Explícitas, una estrategia para cubrir en forma completa las
enfermedades más prevalentes como cardiopatías congénitas, para
detectar y manejar precozmente el cáncer de cuello uterino (que
afectaría a un caso en 2.200 embarazos), y para prevenir el deterioro
de la función renal, condiciones que podrían afectarse con el
embarazo, y que durante este requieren vigilancia multidisciplinaria y
tratamientos de excepción.
Cuando las posibilidades de anticoncepción no abortiva son múltiples y
permiten prevenir el embarazo en mujeres con diagnóstico previo de
enfermedades que pueden exacerbarse, o poner en riesgo al embarazo.
Cuando tenemos la posibilidad de manejar exitosamente al niño que nace
prematuramente para adelantar en la madre un tratamiento
contraindicado durante el embarazo. Cuando un gran número de parejas
infértiles, y los especialistas que los tratan, realizan inmensos
esfuerzos para lograr un embarazo.
Hay que reconocer que existen condiciones, como la enfermedad de
Marfán (que afecta a 1 de 10 mil a 20 mil individuos), y enfermedades
inmunológicas del tejido conectivo que acarrean alto riesgo a la
madre, pero estas patologías tienen una expresión clínica evidente.
Tenemos experiencia nacional que la hipertensión pulmonar, una
condición que se señala como de alto riesgo para la madre, puede ser
manejada en forma multidisciplinaria, sin perjuicio de la salud de la
madre o de su hijo. También con la factibilidad de manejar el embarazo
en mujeres sometidas a diálisis. Queda el embarazo producto de una
violación, pero frente a la mayor agresión física y emocional que un
hombre puede cometer contra una mujer, tenemos como sociedad que
encontrar una forma de prevenirla, se acompañe o no de embarazo.
Ojalá la discusión de este proyecto de ley no se limite a la discusión
parlamentaria, sino que promueva un amplio análisis social. He tratado
de dimensionar el problema para demostrar que esta ley estaría
genuinamente legislando para excepciones, y potencialmente puede abrir
la puerta a indicaciones con límites imprecisos como el compromiso
psíquico materno.
Ante una tasa de natalidad en descenso y al envejecimiento de la
población, definir quién puede nacer y quién representa un riesgo que
no sólo afecta a las personas directamente involucrada, sino a la
sociedad entera.
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