Yo no soy tan joven
como para saberlo todo,
ni tan viejo para olvidarlo todo.
Yo no soy tan niño
como para creerlo todo,
ni tan adulto para desconfiar de todo.
Yo no soy tan inteligente
como para comprenderlo todo
ni tan imbécil para no entender nada.
Yo no soy tan hábil
como para poderlo todo
ni tan torpe
siendo incapaz de nada.
Ya no estoy tan ávido
para conocerlo todo
ni espero estar tan indiferente
como para que nada me interese.
Ya no soy tan infante
como para estar todo el día jugando
ni espero ser tan exasperante
como para pasarme todo el santo día quejando.
Yo no estoy tan indignado
como para destrozarlo todo
ni tampoco estoy tan complaciente
como para aprobarlo y permitirlo.
Yo no creo
que todo esté absolutamente mal
ni tampoco pienso que estemos
en el mejor de los mundos posibles.
Yo no soy tan pesimista
como para pensar
que nada se va a arreglar,
ni tampoco soy tan optimista
como para creer
que vamos por el buen camino.
Yo no tengo fundamento
para tener opiniones taxativas acerca de todo,
ni tampoco creo que sea sano no poder optar nunca
claramente por algo y por alguien en lugar de nada.
Yo no soy tan autocomplaciente
como para sentirme satisfecho
de lo que he hecho,
ni tampoco soy tan autoflagelante
como para amargarme sintiendo
que todo es culpa mía
(aunque no estoy muy seguro
de que no lo sea).
Yo no soy tan generoso
como para darlo todo,
ni tan egoísta para no poder
desprenderme de nada.
Yo no soy tan bueno
para no necesitar perdón,
ni tan malo para no poder
arrepentirme y suplicarlo.
Yo no soy tan receptivo
como para oír a todos,
ni tan indiferente como
para no poder escuchar
ni siquiera a mi conciencia.
Yo no soy tan sensible
como para que todo me afecte,
ni tan frío y calculador
como para que nada me conmueva.
Yo no me creo el cuento
que uno no necesita a nadie,
ni tampoco pienso que sea necesario
que todos me atiendan.
No me creo tan importante
como para captar la atención de todos,
ni me creo tan poca cosa como para
no tener nunca nada valioso que aportar.
Yo no creo que se pueda crecer sin cautelar el entorno,
o si se hace, sin madurar, será hacia un desfiladero sin retorno.
Yo no creo que la desigualdad
vaya a cambiar por la vía impositiva,
creo que para nivelar la cancha
hay que optar por proposiciones creativas.
Es sabido que nadie es tan pobre
para no poder brindar una sonrisa
ni nadie es tan rico para no necesitarla.
Yo no soy tan humilde,
no soy lo suficientemente grande,
ni tan soberbio para ser incapaz
de contemplar mi pequeñez ante Dios...
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