Francisco Claro Huneeus: "Se necesitan los mejores para enseñar" |
Escrito por Magdalena Pulido S. / Nº 161 |
Miércoles 22 de Julio de 2009 11:14 |
Físico, investigador, profesor y Pianista. “hermano” de Papelucho, hijo de la escritora Marcela Paz, hace 42 años esposo, también es padre y abuelo... son muchas las aristas de su vida. Incluso hay más: hace seis meses está a cargo de la Facultad de Educación de la UC, desde donde Busca cumplir su sueño: mejorar la educación en Chile. Definitivamente la “genética” es fuerte. Francisco Claro y Papelucho, su “hermano” literario como podría catalogarse, son físicamente parecidos. De buena estatura, flacos y cara angulosa, pero la relación llega hasta ahí: ni Papelucho ni la faceta escritora de su madre son los hitos que marcaron su infancia. “Los recuerdos que tengo de mi madre como escritora son secundarios. Si bien la recuerdo siempre cercana a los libros, leyendo y también escribiendo, no privilegió esa actividad por sobre otras. Por ejemplo, se dedicó mucho a la escultura. Entonces, esa veta no fue para mi un rival de atención y Papelucho fue sólo uno de los tantos libros que escribió”. ¿Y qué recuerdos tiene de su infancia? ¿Cómo fue? -Recuerdo de inmediato una frase que un día me dijo mi mamá: “Tú cuando chico eras tan feliz”, como diciendo cómo has cambiado. Yo era el menor de cinco hermanos, lo que definitivamente no es una buena posición, porque siempre a uno lo tratan como chico, no lo toman en cuenta y no lo dejan participar de los juegos. Ese estatus me hizo evolucionar como alguien más bien tímido e inseguro y privilegiar un mundo propio muy rico y en donde tuviera que comunicarme poco con otros. ¿Qué había en ese mundo? -Pasión por la música. Desde muy chico y hasta los 15 años viví en comunidad con el piano. Con él yo creé un territorio de soledad, más bien aislado de mis compañeros que tenían otro tipo de alegrías o fascinaciones. Para mí, la música era todo. Empecé con clases a los cuatro años y a los ocho mi profesora le propuso a mis padres que me dejaran dedicarme completamente a él, pero ellos se negaron. ¿Qué le parece hoy esa decisión? -Durante toda mi vida he tenido muchos conflictos con ella. A veces cuando veo un pianista tocar, echo de menos lo que yo no hice, que es tener la experiencia de tocar bien, para un público numeroso y reconocedor del talento. Toda la vida he tenido momentos de frustración con mi otro yo, con el pianista. Toco hasta el día de hoy, muchas veces lo hago por necesidad, es como un imán, es un amor, es una relación fuerte y total. Todo partió por una radio En su mundo propio y más bien solitario no sólo estaba el piano. También entraron en él las radios. Cuando tenía nueve años se fascinó con la idea de armarlas e investigarlas por dentro. “En mi época, las radios eran un montón de alambres, de tubos que se encendían, de condensadores. Me atraía el misterio, me imaginaba cómo andaba la corriente dentro de los alambres, quería descubrir de dónde venía el ruido. Sentía una real fascinación”. Ese asombro y la capacidad de cuestionarse todo son los primeros pasos del futuro físico que sería. ¿Fue difícil entrar a Física? -En mi época nadie sabía lo que era la Física, ni siquiera existía la carrera, por eso debí entrar por tres años a Ingeniería. Cuando se creó la carrera me cambié, lo que fue algo difícil para mí y para mi madre, pero ella al final lo aceptó. Yo tenía esa cosa natural de investigar, y además, había recibido en el colegio (el Saint George's College) la influencia de un profesor de Filosofía, que fue el que me enseñó a pensar. Esa “filotrónica” -mezcla de fascinación por la filosofía y la electrónica- me llevó a la física. La educación es más fuerte Universo, cosmos, átomos, electrón. Es difícil relacionar estos conceptos, que son la motivación de su profesión a su función actual: decano. De hecho, como él mismo confiesa, “estudié física para ser investigador. Yo quería hacer y construir ciencia, mi héroe era Einstein y otros físicos importantes y yo quería seguirlos”. Así, siendo el segundo egresado de Física en la UC, partió fuera del país a realizar su doctorado. Cuando regresó se dedicó de lleno a la investigación. “Yo no quería ser profesor, quería investigar”. ¿Y cómo fue que se relacionó con la educación? -Siempre tuve mucho contacto con ella, primero como niño y desde ese entonces que he sostenido una reflexión crítica a los procesos educativos. Luego como físico me vi enseñándola. Hice muchos años clases en la universidad, tuve miles de alumnos. Es que educar es una de las tareas más fascinantes que uno puede desempeñar. El tener personas que creen en uno y que absorben lo que uno puede entregarles es una de las experiencias más grandes. Sentir que uno está modelando a personas de verdad da sentido a la vida. Reflexionando, siempre he pensado que lo mejor que yo he hecho son mis hijos. No porque yo los haya educado bien, sino porque como objetivo de vida colaborar para que se desarrollen, es lo más grande que uno puede hacer. Bueno, lo más cercano a eso es la educación. Sin embargo, lamentablemente no es esa la imagen que se tiene de ella en general. La imagen del profesor es muy distinta y no hay una real percepción de lo ellos hacen: arman niños, arman personas. Pero esa noción también es importante que la tengan los mismos profesores. Es sabido que a las escuelas de educación no entran buenos alumnos, ¿qué piensa al respecto? ¿es algo que hay que mejorar? -Justamente el gran desafío de esta facultad es lograr que entren en ella los mejores y estamos trabajando para lograrlo. Para esto, la idea es captar como estudiantes de pedagogía a la gente más idealista, a los con más talento para enseñar, a los con más capacidad de gestión para manejar escuelas y para, en definitiva, conducir un proceso educativo que por naturaleza es muy complejo. ¿Cómo es la situación actual en este tema en Chile? -En este momento mi percepción es que todo el que quiere estudiar Pedagogía tiene dónde hacerlo. Sólo alrededor de la quinta parte de los programas de educación exige la PSU rendida, el resto entra sin PSU. Además apenas el 20% de los alumnos que entra a Pedagogía tiene más de 600 puntos, es decir, contesta una pregunta bien de cada tres en la PSU. El 80% de los postulantes a Pedagogía, ¡cuatro de cada cinco!, contesta menos de una pregunta bien de tres en esta prueba. Eso hay que cambiarlo. ¿Por qué? ¿Qué tan importante es este punto? -Es clave para dar un salto en calidad. Este aspecto es mucho más importante que poner computador en los escritorios, que decorar las salas de clases, que los textos de estudios. Sin desconocer la importancia de todas esas cosas, yo digo que lo más importante es el rol del profesor frente al alumno. Y ese rol es significativo si logramos formar verdaderos maestros; necesitamos verdaderos maestros. ¿Se puede lograr? -Tiene que poderse. Otros países demuestran que sí se logra. Por ejemplo, los países que tienen mejor rendimiento admiten en la carrera sólo postulantes, que en términos de puntaje PSU, tengan más de 650 puntos. Además de entre éstos seleccionan uno de cada diez postulantes. A los futuros profesores hay que educarlos bien, darles los mejores programas, las mejores herramientas, buenas actividades y prácticas docentes, hay que subir el nivel en todos los frentes. Esto es muy importante pero no es lo único necesario. También hay que mejorar sus condiciones de trabajo, éstas tienen que ser estimulantes y no deprimentes, como muchas veces lo son hoy en día. ¿Qué ha faltado para que esto ocurra? -Debe haber suficiente presión social Basta por ejemplo, con pensar que a los médicos van sólo los enfermos, a la escuela van TODOS. ¿Quién es? Doctor en Física de la Universidad de Oregon. Profesor titular de la Facultad de Física de la UC. Ha sido profesor e investigador visitante en universidades del extranjero. Miembro de la Academia de Ciencias y Fellow de la American Physical Society. Fundador de la iniciativa Profísica y de la organización Ciencia para todos. También fue el creador del premio Faraday, que la UC entrega anualmente a profesores de enseñanza media. Autor de libros de divulgación científica: A la sombra del asombro (Editorial Andrés Bello) De Newton a Einstein y algo más (Ediciones Universidad Católica de Chile) Mi madre Marcela Paz “Mi papá murió cuando yo era chico y como yo era el menor tuve una relación afectiva fuerte con ella. La recuerdo como una persona muy estimuladora. Ella tuvo una influencia grande en la formación de mis valores intelectuales y humanos. Era una persona de poco contacto físico. Su afecto era un afecto más profundo, con un compromiso con nosotros, que fue total”. En 1 palabra
*Nota: “El Colegio de Profesores es un gremio que está preocupado de sus problemas. Yo veo por ejemplo el Colegio de Ingenieros, es un gremio realmente preocupado por la ingeniería y sus aportes con proyección social. Mientras que al Colegio de Profesores yo no le veo una gran preocupación por los niños de Chile. Hace mucha falta que tengan este horizonte en su trabajo”. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS