La toma (tera)

La toma (tera)

Yo no lo escuché, pero me contaron que algunos dirigentes explicaron que la prensa confundió con botellas vacías de copete una campaña de reciclaje.  

por Joe Black

Diario El Mercurio, domingo 21 de agosto de 2011

Siempre me había preguntado por qué en Chile se le dice "toma" al acto de irrumpir sin permiso en una propiedad y permanecer indefinidamente en ella.
Se podría hablar de invasión, de usurpación... ¿Pero "toma"?
Para mí, una toma es otra cosa. La toma de la Bastilla, la toma del Morro de Arica, la toma de Constantinopla. Esas son tomas. Pero apropiarse entre un grupo de amigos de una facultad, un colegio, un parvulario, para quedarse solos adentro, es otra cosa: un carrete.
Esta semana me encontré en la calle con un grupo de jovencitas y jovencitos de unos 15 años. Se veían ligeramente desaseados y ligeramente "alegres". Me abordaron.
-"Tío, tío, ¿qué pasa con unas moneas pal' movimiento? Y me estiraron un tarro de leche Nido sin etiqueta.
Como yo entiendo el idioma pingüino, comprendí que me pedían dinero como un gesto mío de apoyo a sus demandas. Les di mil pesos.

Como tengo tiempo libre y soy obsesivo, me alejé del lugar pero me parapeté a una cuadra para poder observar al grupo sin ser visto por ellos. Luego de unos 45 minutos y de haber conseguido unas dos o tres donaciones más de otros incautos, los muchachos se fueron. Obviamente, los seguí... hasta la botillería. Compraron varias cervezas de litro, algunas cajetillas de cigarrillos y se fueron al liceo, literalmente, a la toma.

Pese a mi vivencia puntual y aislada, los dirigentes del movimiento estudiantil han dicho que en la mayoría de los liceos "ocupados" rige una estricta "ley seca", que no se permite fumar (ni tabaco ni otras hierbas), que existen horarios para dormir (un mínimo de 8 horas, para tener un sueño reparador), que hombres y mujeres deben pernoctar en áreas diferenciadas, que existen horas de estudio, de ejercicios físicos y, sólo si queda tiempo, de ocio.

En los colegios religiosos tomados dicen los líderes que se realizan ejercicios espirituales y que la oración para dar gracias por los alimentos es sagrada. Amén.

No tengo ninguna razón para dudar de lo que dicen los muchachos. Ni siquiera es suficiente evidencia que los medios de comunicación mostraran esta semana un gigantesco cementerio de botellas de alcohol vacías en el patio de un establecimiento en toma. Yo no lo escuché, pero me contaron que algunos dirigentes explicaron que la prensa confundió con botellas vacías de copete una campaña de reciclaje de vidrio que habían iniciado los estudiantes apelando a su conciencia ecológica.

Creo que me convencí. Y pido disculpas por ser tan mal pensado. Ahora estoy seguro de que lo que ocurre en el interior de los liceos y colegios tomados son actividades de crecimiento personal.

Qué fome, igual. Y yo creí que el carrete estaba vivo allá adentro, y que por eso nadie tiene ganas de que todo esto termine algún día

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