Mi hermano 'Willy' fue a visitar la exposición de un conjunto de medio centenar de obras del pintor Benito Rebolledo organizada por la Corporación Cultural de las Condes y contó que hay un par de menciones a nuestro abuelo materno Luis Álvarez Urquieta, con una dedicatoria incluso, muy afectuosa de Benito Rebolledo para don Luis. En el libro editado por mi abuelo, se incluye uno de los cuadros que se encuentran en exhibición, cuadro que actualmente forma parte de la Colección permanente del Museo Nacional de Bellas Artes; se trata de la conocida escena del niño taimado en la playa, semidesnudo envuelto en una toalla, que es llevado en brazos por una mujer. El cuadro originalmente se llamaba 'Al baño', aunque su título actual es Niño taimado, o algo así: http://www.culturallascondes.cl/sitio/sitio/muestra-a-pleno-sol Mi abuelo era un gran admirador del pintor español Joaquín Sorolla, la famosa luz de Sorolla...de allí el título de la muestra: A pleno Sol de Rebolledo, se le ha comparado al pintor español al referirse a la pintura del chileno. En el comedor de la casa de mis padres estaba colgado en un lugar central una escena de unas vacas pintadas por Benito Rebolledo, cuadro que se encuentra actualmente en otro comedor, el de nuestra queridísima sobrina Francisca. Y había también, al menos otro, creo que un bote de pescadores varado en la playa o siendo sacado por estos. Cuando leo el título de la exposición del Cultural de Las Condes: «A pleno sol. El impresionismo de Benito Rebolledo Correa» me viene a la memoria un comentario de Adolfo Couve que comparaba a los impresionistas franceses con algunos chilenos. Couve decía que en Europa el paisaje estaba más domesticado por lo que los chilenos tenían una cierta ventaja en relación con los pintores del Viejo Mundo y tomaba como ejemplo a Juan Francisco González, pintando en medio de extensiones enormes de campo de yuyos de Melipilla en el que el paisaje se tragaba al pintor... Algo más: El techo de la iglesia de San Agustín en Estado con Agustinas, es decir las escenas pintadas en el cielo de dicho templo son obra también de Benito Rebolledo como me dijo un señor, que iba saliendo de San Agustín mientras yo ingresaba, y sin que yo le preguntara. Es decir obtuve respuesta inmediata antes de que surgiera la inquietud, información que después apareció en la prensa cuando se restauró el templo, trabajo que quedó muy bien hasta el terremoto de fines del verano pasado. Otra pequeña observación pictórica: El Chupo Cruz dijo como hace un par de décadas, que todavía ningún pintor había logrado plasmar la luz del valle central de Chile Eso sería ..... A pleno sol. El impresionismo de Benito Rebolledo Correa Bajo el título “A pleno sol”, la Corporación Cultural de Las Condes presenta un conjunto de 50 obras del pintor chileno Benito Rebolledo Correa, uno de los pocos artistas impresionistas chilenos, ligado fuertemente a la línea española de esa corriente, y autor de las pinturas más reconocidas del imaginario popular. La muestra se enmarca en el permanente interés de la institución de acercar el arte de los clásicos chilenos a las nuevas generaciones, pero con una mirada actual. Y esta idea toma más fuerza considerando que la última exposición dedicada al maestro se realizó en Santiago en marzo de 1985 momentos previos al terremoto, debiendo ser desmontada antes de tiempo. “A pleno sol” es posible luego de una exhaustiva labor de investigación y búsqueda de obras, llevada a cabo por la Corporación Cultural de Las Condes, tanto en colecciones particulares como públicas (museos y pinacotecas), lográndose un conjunto de 50 obras de las primeras décadas del siglo XX, realizadas todas en exteriores. Benito Rebolledo Correa (1880-1964), además de ser uno de los primeros pintores de nuestro país en ejecutar retratos al aire libre, es el único autor clásico chileno que logra insertarse en exigentes medios internacionales. Sus obras se transan en reconocidas casas de subastas mundiales y cuelgan en los muros de distintos puntos del planeta. Cuando durante la segunda mitad del siglo XIX algunos pintores franceses se propusieron salir de los talleres para probar los efectos de la luz natural en sus trabajos, estaban creando un movimiento que cambiaría para siempre la historia del arte. Esta nueva manera de “hacer pintura”, que pronto se irradió hacia otros centros, fue denominada impresionismo (a raíz de una obra de Monet) y sus principales características eran la ejecución al aire libre, la búsqueda de lo instantáneo y fugaz, captación de los efectos de la luz y pinceladas sueltas e independientes. Años más tarde, ya iniciado el siglo XX, en Chile, Benito Rebolledo Correa se sintió fuertemente identificado con esta corriente, especialmente con su derivada hispana, aquella que tiene a Joaquín Sorolla como figura emblemática. Nacido en la zona central de nuestro país, el artista cultivó muchos géneros pero fue en el contacto directo con la luz del sol que su obra alcanzó niveles descollantes. Atril en mano y casi siempre acompañado de sus hijos, recorría campos y playas para retener el calor y el color producido por los rayos solares. Entonces, tuvo que inventarse nuevas maneras de pintar, de aplicar el pigmento sobre la tela, y llevó la paleta de colores a la saturación máxima, creando yuxtaposiciones hasta ese momento impensadas. Surgieron playas brillantes y cielos sobrenaturales y cientos de niños libres y extasiados ante la inmensidad del mar. Ese mar único, violento, seductor y vivo del pintor curicano. La consagración llegó rápido porque, con apenas 30 años de edad, obtuvo la Medalla de Oro de la Exposición Internacional con que se inauguró el Museo Nacional de Bellas Artes, en septiembre de 1910. Esa fue la primera ocasión en que pudo admirar el trabajo de sus referentes españoles, sin embargo, su obra ya estaba consolidada y se le comparaba a la del gran maestro valenciano. “Su pintura… encarna una modalidad de realismo luminista y vital, ejecutado extra muros del taller, a plein air, con el tema ante la mirada del pintor, un trabajo de sitio. Utiliza las ventajas de conocer la pintura alla prima y las gesticulaciones inherentes al fin de retener lo efímero y huidizo. Su obra mundana, sana e instintiva, con depósitos autodidactos, se desplaza por varios géneros, cual torbellino que registra la realidad e impronta locales”, expresa Enrique Solanich en el catálogo. Y agrega: “Son las filiaciones evidentes con la escuela francesa y su técnica, pero sus operaciones visuales y manos diligentes se entroncan al impresionismo español o, si se prefiere, valenciano, ése que se conoce como sorollismo. Cegado por el sol, recurre a una estrategia de maniobras eficientes, sin treguas, que operan con largas y untuosas pinceladas, de pastas generosas y aguadas escurridas, alternadas con otras de restregones, en cromatismos golosos que impiden meditación o pausa. Sus pinturas rebosan deslumbres y frenesíes en los tratos impresos a los fulgores, referidos a una intuición sensible que crea con libertad indomable”. En 1959 se le concede el Premio Nacional de Arte. Cinco años después muere, desencadenando el sino de los artistas. Brota una efervescencia por él y su producción. Se revalorizan lienzos suyos, codiciados por coleccionistas y neófitos. Los precios suben. Cuadros de su firma salen de Chile y se comparan a sorollas. Como dijo Benjamín Vicuña Subercaseaux: “Benito Rebolledo Correa es un jenio salvaje, pero un verdadero jenio. No quiere estudiar; pinta por una fatalidad de su naturaleza i con un vigor tan admirable que hace comprender, -en medio de sus defectos debidos a su falta de educación artística,- que, al haber nacido en un medio-ambiente que lo hubiera reducido al arte domeñándolo de su veleidad salvaje, habría asombrado, causado admiración, habría sido un Sorolla. Sus estudios i grandes cuadros, que los pinta con desenfado i riqueza, dan la impresión de un Sorolla más poderoso i completamente abrupto”. Fecha: 26 de mayo al 10 de julio de 2011 Lugar: Salas Segundo Piso Corporación Cultural de Las Condes Dirección: Avda. Apoquindo 6570 Teléfono: 56 2 3669393 Horario: Martes a domingo, 10.30 a 19.00 horas
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