Cuando Condorito descubrió la papa


por Joaquín Fermandois
Diario El Mercurio, Martes 12 de Julio de 2011http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2011/07/12/cuando-condorito-descubrio-la.asp
 
 
A 40 años de la nacionalización del cobre, resuenan las demandas por
"renacionalizar el cobre" para curar todos los males del país. Cada
cual verá qué maná le podrá llover. En un país de tradición minera y
de riqueza de algunas materias primas, se lo miraba como fuente
inagotable de recursos, y también provocaba indignación real o fingida
de por qué había pobreza si teníamos tanta riqueza. De aquí arrancó un
proceso político y mental que culminó con la nacionalización de 1971.
Fue aprobada por unanimidad, gracias a que le brindó sus votos la
mayoría parlamentaria de democratacristianos y nacionales.
 
Se trató de una reforma constitucional con nombre y apellido, que
expropiaba las tres grandes minas de cobre de propiedad
estadounidense. La particularidad consistió en que, aunque se
reconocía el derecho a indemnización, se sacó un cálculo según el cual
las compañías debían al fisco casi 400 millones de dólares (un tercio
de las exportaciones). La teoría era que las empresas estadounidenses
habían ganado demasiado -"rentabilidades excesivas" se le llamaba-.
Las filas de la izquierda de entonces estaban intensamente
sugestionadas con la imagen de que toda la política anterior,
incluyendo por cierto a las de la derecha y a la de la reciente
administración Frei Montalva, que por lo demás había iniciado un
proceso más racional de nacionalización, había sido "entreguista" de
los intereses nacionales. ¿Por qué, entonces, apoyaron por unanimidad
la nacionalización, en la práctica sin compensaciones? Porque los
chilenos compartían de manera acrítica la idea, como algo natural. La
derecha y la DC no quisieron dar la batalla -ésta es mi explicación-
en un terreno en que la hubieran tenido perdida, y se sumaron al
antagonista. Treta arcaica en momentos de apuro. A veces se llama
oportunismo. Y, por otro lado, la tesis de las rentabilidades
excesivas era digna de Condorito. ¿Por qué?
La afirmación rotunda de que los gringos se habían birlado el grueso
de los recursos era profusamente difundida, hasta con armazones
filosóficos y teológicos. Contra esto se levanta el hecho de que,
desde comienzos de los años 30, el Estado y la nación en cierta manera
vivieron del cobre, márgenes más, márgenes menos de ganancia. Los -a
mi juicio- dos expertos máximos en análisis económico del cobre, Clark
Winton Reynolds y Markos Mamalakis, llegaron a conclusiones muy
distintas a aquéllas. En particular, Mamalakis mostró cómo en un
período de 40 años, hasta 1970, el 83 por ciento de los ingresos
fueron a Chile y el 17 por ciento a las compañías, una distribución
defendible desde cualquier punto de vista. A la luz de recientes
demandas, parece, sin embargo, que Condorito es más fuerte.
 
Por otra parte, si por un momento nos olvidamos de la lógica de
Pelotillehue, y pensamos en la historia del cobre desde entonces, se
nos aparece otro panorama. La "Ley (José) Piñera", de 1982, dividió
dos esferas: una pública, de Codelco, que seguiría en manos del
Estado, y que tributa más por ser empresa fiscal y por la Ley
Reservada; y otra privada, que con el paso de los años creó una nueva
gran minería, que tributa menos, pero que, en el mediano plazo, va
creando una mayor fuente de ingresos. Así se pasó de producir un
millón a cinco millones de toneladas. ¿Cuánto más deberían tributar?
 
La experiencia del siglo XX mostró que muchas veces dimos palos de
ciego, y que, además, no existe un dato matemático que indique cuál es
el impuesto ideal. Al establecer políticas tributarias, el criterio
sigue siendo fundamental para alcanzar decisiones sensatas. No matemos
la gallina de los huevos de oro. Riámonos leyendo a Condorito, no lo
pongamos en práctica.

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