Somos mutantes en camino por Nicolás Luco Rojas (Old Georgean - Generación 1960)

Opinión
Diario El Mercurio, lunes 13 de junio de 2011http://blogs.elmercurio.com/cienciaytecnologia/2011/06/13/somos-mutantes-en-camino.asp
 
Para los que creen que los mutantes son monstruos, hay que explicar
que puede ser que sean monstruos, en el sentido de que su código
genético, su herencia genética se dispara y no calza completamente con
la de sus antepasados.
 
Ayer un equipo de científicos canadienses publicó en "Nature Genetics"
online un asombroso descubrimiento: en promedio, cada padre y cada
madre transmite a sus hijos por lo menos 30 mutaciones genéticas. O
sea, 60 desviaciones, mutaciones del código genético que se supone es
el del humano. Pocas. Hasta ahora, se suponía que las mutaciones eran
más, entre 100 y 200 transmitidas por cada progenitor.
 
Sesenta mutaciones es el promedio, porque la cuota varía entre los que
menos mutaciones transmiten y los que más, éstos, hasta diez veces más
que los más conservadores. Bueno, no es tanta, tanta desviación,
porque cada progenitor entrega tres mil millones de nucleótidos,
paquetes de información genética, a su vástago o vástaga.
 
Esto quiere decir que la velocidad de la evolución es menor a la que
se creía, y que muchísimas más generaciones de lo antes estimado nos
separan de nuestros parientes, los monos. En principio, dijo el doctor
Philip Awadalla, director del proyecto CARTaGENE, la velocidad de la
evolución, con esto, se reduce a un tercio de lo que pensábamos.
 
Ya me parecía a mí que mis hijos y nietos tenían algunas rarezas; he
de confesar que yo también me hallo medio desviado del promedio. Pero
la noticia es que son pocas las mutaciones y que los cambios son
lentos.
 
Así es que, si vivo lo suficiente, podré descubrir rasgos de mis
abuelos y abuelas en mis bisnietos o bisnietas. (A mí siempre me
encontraron algún parecido con mi bisabuela Demofila Buzeta, que murió
joven, de bocio).
 
En realidad, antes de leer sobre el CARTaGENE, yo no tenía idea de que
uno les entregaba a sus descendientes unas 30 mutaciones. Sentía, por
supuesto, que la evolución no tenía por qué haber concluido, que en un
par de millones de años de nuestra especie podría brotar otra especie,
pero ni idea que uno mismo era parte de ese proceso.
 
O sea que mis choznos pueden ser otro tipo de homínidos (capaz que
sean transformers). O sea que mis 17 nietos pueden entregar 510
mutaciones a las generaciones venideras. Ojalá sean para bien, para
que ellos y ellas se adapten mejor al medio ambiente del mañana.
Habrá que verlo, si no muero de bocio.

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