por Nicolás Luco Rojas Diario El Mercurio, lunes 6 de junio de 2011http://diario.elmercurio.com/2011/06/06/ciencia_y_tecnologia/mas/noticias/9AC21370-EBC5-4CC2-B86A-A787D880DE2F.htm?id={9AC21370-EBC5-4CC2-B86A-A787D880DE2F} En San Francisco, hoy, a las 13:00, hora de Chile, Steve Jobs anunciará nuevos rumbos para Apple. Generalmente él abre nuevos espacios para todos nosotros. Jobs no anunciará el iPhone 5, así que todos los con el iPhone 4 seguirán a la moda, por lo menos hasta septiembre u octubre. No anunciará el iPad 3, así es que tranquilos ustedes, los usuarios que agotaron los iPads 2 apenas salieron en Chile, hace 10 días: ustedes seguirán vigentes. Está claro para dónde va la mano de Jobs Es obvio desde fines de abril, cuando se supo que Apple pagó 4,5 millones de dólares por el nombre de los sitios web iCloud.com e iCloud.org, propiedad de la empresa sueca Xcenion (Xcenion vendió sólo su nombre, rápidamente mudó todo su arsenal de cloud computing, computación en la nube, a www.cloudme.com). Es la onda. Porque desde Scott McNealy no es novedad que la información que veo localmente en mi pantalla esté, en realidad, en algún computador gigante en otro lugar del mundo. Eso ya lo sabe Citrix, la gran empresa de manejo de cloud computing y que se subió temprano a este buque (con oficinas en las torres del Parque Arauco en Santiago). Me abrió los ojos a esto Fernando Flores, hoy presidente del Consejo de Innovación, que atisba harto bien lo que se está incubando. También Microsoft, IBM, Amazon, Google y otros proclaman estos territorios. Google hace rato instaló procesadores de texto y otras herramientas -gratis- en su atmósfera. Allá almacena uno a uno mis documentos, como el clóset guarda los chalecos de esa tía con neurosis de compra. Cuando necesito uno -un documento, no un chaleco- me conecto a internet, y de ahí abro ese archivo en mi computador, aunque en realidad esté en otro lugar, en la nube. Hoy en Chile, los conectados con banda ancha ven cine sin tener que bajar la película a sus computadores; las imágenes y el sonido permanecen arriba, en la nube, y van "cayendo" en la pantalla local. Es como la ducha, que limpia el cuerpo y no deja rastros; al revés de la tina, que ocupa espacio, se llena, pesa, es peligrosa, cuesta vaciar y se ensucia de "piñén" cuando los nietos llegan de una excursión. Hay que aclarar que en esta "ducha", la internet por banda ancha, el flujo es reversible y nosotros podemos subir información a la nube tal como la bajamos. Allá dejamos todo: textos, fotos, videos, música. Desde allá los recuperamos cuando queremos. Por eso, Scott McNealy, el autor en los '90 de la profética frase "La red es el computador", hoy afirma: "Les garantizo que en siete años más, si cada celular tiene acceso a toda la música doquiera se encuentre, será difícil vender un iPod". Habrá que adivinar adónde va todo esto. Cómo transformará nuestras vidas; las cosas no están claras. Los adivinos tempraneros sacarán mejor partido. Quienes aguarden sentados, se verán extraviados en la niebla misteriosa, la niebla que a veces cubre tanto los cerros de San Francisco como los de Valparaíso.
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