Amor x Chile

por Francisco Mouat
Diario El Mercurio, Revista Sábado, 4 de junio de 2011
 http://diario.elmercurio.com/2011/06/04/el_sabado/tiro_libre/noticias/FC23033A-08AE-4D68-855A-C70A66E4F267.htm?id={FC23033A-08AE-4D68-855A-C70A66E4F267}
 
«Captar el momento desprevenido
en que puedes sorprender al otro
en la distracción de su ser...»
 
Miro fotografías de Julia Toro en su libro Amor x Chile y después leo
por qué le gustan tanto a Claudio Bertoni: "Me gustan porque son
irregulares como las subidas a las micros, y los saludos a la pasada
son irregulares y como la cordillera de los Andes en una cajita de
fósforos es también irregular".
 
Irregulares, desenfocadas, borrosas, en riguroso blanco y negro,
buscando el equilibrio y la belleza no en la perfección técnica, sino
en una correcta lectura de la luz y la sombra y en el afinamiento de
un ojo más sensible que entrenado para construir una mirada y un
encuadre propios, con la textura y el ripio de la vida misma. Bertoni
la describe como una fotografía "que nos trata como a seres humanos, y
no como a insectos de un insectario". Una fotografía que "nunca es
cruel, que está siempre enamorada de lo que fotografía, que no se
burla nunca de nadie, que no expone, no delata, no se aprovecha, no es
desconsiderada". Me gusta lo que dice Bertoni porque me gusta el arte
que se enamora de su materia, aunque duela.
 
Pasear por estas fotografías es un viaje improvisado, espontáneo,
parecido a andar en un bosque como los que visitaba Henry David
Thoreau en la primera mitad del siglo diecinueve, esperando que los
sentidos de uno se pusieran a trabajar libremente, sin un plan trazado
de antemano. Thoreau sabía que llegaría el momento en que los paisajes
naturales dejarían de ser libres y públicos, y caminarlos pasaría a
ser "la violación de la propiedad de algún caballero". Advierto ese
espíritu libertario en las fotografías de Julia Toro. No son
fotografías que sirvan para publicitar, no tienen la claridad del
eslogan, no son unívocas.
 
Pongo un ejemplo. He visto muchas fotografías del poeta Jorge
Teillier. Una maravillosa de Álvaro Hoppe en la puerta del bar La
Unión Chica, atrás suyo las ofertas del día: congrio, cola de mono,
caracoles, callos a la madrileña, ajiaco con huevo, lomo con granados,
y en letras más grandes aún, borgoña en durazno frutilla chirimoya".
Otras de Paz Errázuriz, fantásticas, en la misma Unión Chica.
 
Algunas de Beltrán Mena en una estación de trenes. Tres o cuatro de la
propia Julia Toro en ese bonito libro testimonial realizado por
Patricia García Villarroel llamado Retratos de Jorge Teillier. Pero no
sé si había visto hasta ahora dos retratos del poeta como los que ella
publica enfrentados en Amor x Chile, imágenes que dejan entrever
visitas espectrales en el rostro de un hombre habitado por el alcohol
y sus propios pueblos fantasmas. ¿Pueden embellecerse los demonios o
los miedos? El capítulo de fotografías de Teillier es sencillamente
deslumbrante, imagino que de manera especial para los que además lo
leemos.
 
Como ella misma dice, en su caso "la vida se vuelve fotográfica, todo
a mi alrededor cobra sentido si es mirado a través del rectángulo de
la cámara".
 
Formada primero en la pintura y el dibujo, encontró finalmente en el
cuarto oscuro su mayor expresividad. Le gusta retratar con tiempo,
logrando que sus retratados le den "la cara que ponen frente al espejo
cuando están solos o antes de salir a una fiesta", de la misma manera
que le gusta "captar el momento desprevenido en que puedes sorprender
al otro en la distracción de su ser".
 
Hombres, mujeres y niños retratados sin el peso de una ideología
consciente: "Cuando disparo no pienso en nada, no especulo, si lo
hiciera, el momento decisivo ya habría pasado".
 
Recorro Amor x Chile intentando acompañar la intensidad de la mirada
de una autora que explora como Thoreau y considera al hombre y a la
mujer y a los niños más como habitantes que como sujetos instalados en
una sociedad determinada. Thoreau se pasaba cuatro horas al día como
mínimo "errando por los bosques, las montañas y los campos,
absolutamente libre de todo compromiso mundano". Sólo así, decía él,
podía conservar la salud y el ánimo.
 
Viendo las fotografías de Julia Toro, pienso que ella vive parecido,
mirando y mirando lo que sólo algunas veces se deja fotografiar.

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