Desde la apertura comercial
de Chile al exterior el hecho
que a uno "le lleguen unos gringos"
lo libera de cualquier compromiso
sea éste social o familiar-
pues no hay nada, absolutamente nada,
que pueda ser más importante
que esta nueva institución.
¿A usted no le ha llegado nunca un gringo?
Pues preocúpese de encontrar uno
antes de que lo menosprecien.
Pero, ¿quiénes son estos gringos?
Porque resulta altamente sospechoso
que cada chileno que se autocalifica de ejecutivo
tenga uno o más gringos a su entera disposición
durante diversos períodos del año.
Por lo pronto mis acuciosas investigaciones
me han llevado a determinar que no se trata
necesariamente de ciudadanos norteamericanos.
Esos "gringos" que llegan
y lo alborotan todo
-con sus desayunos en el Sheraton
a las horas más desagradables
y sus mal traducidos contratos-,
pueden ser alemanes,
finlandeses, suizos o ingleses.
Y hay más.
Conozco incluso a un amigo
que incluso a los italianos
los eleva a la categoría de "gringos"...
Alguien con quien jamás se puede contar
para una reposada hora de almuerzo
o para juntarse a contar mentiras
en un agotador sauna,
pues permanente le "llegan gringos".
Y hay más.
Dicen, -y esto me consta-
que un conocido empresario
quien no había sido ubicado en toda una semana
"por haberle llegado unos gringos",
fue sorprendido por dos de sus proveedores chilenos
con un grupo de entusiastas empresarios chinos:
en un restaurante chino, comiendo
wan tan y chap sui con arroz + chau fan,
haciendo reverencias chinas a diestra y siniestra.
¡Qué me llega un gringo, qué ya me llegó!
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