Terminemos con los autogoles

Terminemos con los autogoles
por Luis Larraín
Diario El Mercurio, domingo 17 de abril de 2011
http://diario.elmercurio.com/2011/04/17/reportajes/opinion/noticias/FFF0EED2-6307-407A-8043-BCD0ACC7AEE6.htm?id={FFF0EED2-6307-407A-8043-BCD0ACC7AEE6}
 
Se dice que este gobierno mete muchos autogoles, y ello me retrotrae a
la infancia: siempre me intrigó la situación en que un jugador metía
la pelota en su propio arco, favoreciendo así al equipo contrario. Me
parecía inconcebible.
 
¿Cómo podía ser tan tonto, o tan malo, para hacer una cosa así?
 
Ya un poco mayor, la práctica y la observación de mucho fútbol me
enseñaron lo que sucede cuando se mete un autogol. Hay dos requisitos
esenciales del autogol. El primero es que el jugador que consuma esta
desafortunada acción es alguien que enfrentó con temor la pelota.
Careció de decisión, ya sea para tirarla lejos del arco o para
detenerla y salir airosamente jugando con ella. Casi siempre el que
mete el autogol pecó de temeroso, de falta de convicción en sus
medios.
 
Pero existe un segundo requisito para culminar con la pelota en las
redes del propio arco: hay que jugar para atrás, en dirección a su
propio terreno. Durante el transcurso de un partido de fútbol hay
ocasiones en que es necesario retrasar la pelota en lugar de enfilar
hacia el arco rival, para entregarla a un compañero mejor ubicado,
para hacer una pausa buscando espacios, está bien. Pero lo que es
inconcebible es que jugar para atrás sea la norma, se transforme en
una práctica habitual. Así, un equipo no puede aspirar a ganar el
partido, y terminará probablemente marcando un autogol.
 
Algo así le sucede al gobierno de Sebastián Piñera cuando mete
autogoles. Juega con temor, no se atreve a sostener ante la opinión
pública sus convicciones. Es políticamente muy difícil, se escucha
decir a menudo en la Alianza cuando se les conmina a oponerse a una
iniciativa que es a todas luces inconveniente, o atenta contra
principios de la centroderecha.
 
El proyecto de ley sobre los alimentos y su publicidad, de autoría del
senador Girardi, es un ejemplo de ello. Incluye disposiciones tan
absurdas y atentatorias contra la libertad, que llega a prohibir la
venta de alimentos de alto contenido calórico en establecimientos
educacionales y la publicidad de ciertos alimentos, entre otras cosas.
 
La llamada "ley del Super 8" pretende un Estado policial que restringe
las libertades para lograr el objetivo de mejorar la calidad de la
dieta que ingieren los niños y jóvenes. Se vale así de las
herramientas tradicionales de los adversarios socialistas: la
prohibición, el comando y control, la subrogación de las
responsabilidades individuales por el Estado. Deja a un lado los
métodos tradicionales de la centroderecha para afrontar estos
problemas: incentivos, competencia, información, responsabilidad
individual y un rol educador de la familia.
 
Porque no nos atrevemos a jugar hacia el arco rival, porque somos
temerosos al entrar a disputar la pelota, capaz que terminemos con
otro autogol.
 
Hay otras áreas en que se corre el mismo riesgo. Una serie de
beneficios sociales entregados por el actual gobierno exceden con
mucho la cobertura que éstos tenían hasta la fecha (permiso posnatal),
afectando la empleabilidad de las mujeres; o bien alcanzan a grupos
demasiado extensos de la población que no son pobres, o derechamente
no tienen justificación técnica (eliminación del 7% a los jubilados).
 
El gobierno entra así a competir con la oposición en quién es más
generoso en materia social. Y termina inevitablemente rindiendo
cuentas a la Concertación, que le reprocha que el esfuerzo no es
suficiente (la letra chica), mientras concede el punto que la solución
a los problemas de los chilenos la tiene el Estado, y no los propios
chilenos.
 
El gobierno tiene una oportunidad para cambiar su manera de jugar y
evitar nuevos autogoles. En el caso de los alimentos, si se aprueba el
proyecto en el Congreso, entonces que el Presidente de la República
vete las disposiciones de éste que atentan contra la libertad.
 
Y en su gestión futura, esperemos que se confíe cada vez más en las
propias ideas. El impulso competitivo que lidera el Ministerio de
Economía, una sólida batería de medidas pro emprendimiento, puede ser
un punto de inflexión en la labor del gobierno.

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