Alison de las cumbres...Las montañas son inconquistables

por Mauricio Purto
Diario El Mercurio, sábado 9 de abril de 2011

Mi hija Teresa se sorprendió de que alguien pudiese salir volando de una montaña cuando le comenté la historia de Alison Hargreaves. Ella fue la primera mujer británica que escaló el Everest sin oxígeno suplementario, pero esta aventura representa sólo un hito efímero en una vida dedicada al montañismo.

Esta amazona de las cumbres nació en 1962. De niña, los días de solaz que compartió con su familia en las montañas le infundieron el amor por la naturaleza salvaje. A los 14 años comenzó a escalar.
Fue en el mundo de las grandes montañas glaciadas donde realmente deslumbró. En 1986 vino su bautizo en los Himalaya, donde desarrolló varios ascensos en la región del Solo Khumbu. Su éxito le abrió la puerta al profesionalismo.

En 1993, Alison se embarcó en una sobresaliente serie de ascensos duros en los Alpes, que quedaron traducidos en su libro "A Hard Day's Summer'' (Un Duro Día de Verano). Pero lo que aún impresionó más fue la rúbrica a ese verano: no conforme con su escalada solitaria de "The Shroud'' en las Grandes Jorasses, volvió a la pared en otoño para repetirla en un brillante ascenso sola por el mucho más duro Espolón Croz Directo... en un día.

Al año siguiente, en otoño, ella las emprendió al Everest. Escalándolo sin oxígeno adicional, alcanzó los 8.500 metros por la ruta del Collado Sur, antes de retroceder, ansiosa de salvar dedos y ortejos. Seis meses más tarde, su paciencia y voluntad acopiaron la recompensa de la cumbre del mundo, esta vez por la ruta clásica del Collado Norte, sin apoyo, sin oxígeno, y tan sola como pudo en el Everest de estos días.

Poco sorprende que luego de escalar la más alta de las montañas, y en el clímax de sus poderes, a los 33 años, quisiera plasmar su capacidad en otros ochomiles: el K2 y el Kanchenjunga. Exactamente a tres meses de lograr la cima del Everest, a las seis de la tarde del 13 de agosto de 1995, Alison Hargreaves se alzó junto a amigos españoles y estadounidenses en la cima del K2... para ser barrida luego por el ventarrón de las grandes alturas.

Las montañas son inconquistables, meros hombres jamás vencerán a los gigantes de roca y hielo; sólo podrán acceder, si les es permitido, efímeramente a sus cimas... Si creemos que lo que hace la diferencia es el equipo, o la ruta, o el indomable espíritu humano, rezumaremos ignorancia hasta la muerte. El equipo es un medio; la ruta, una posibilidad... El loco no es la persona que sube con la conciencia total de los riesgos de la escalada, sino aquel que no quiere saber de la muerte, que cierra los ojos a su propio destino.

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