Diario El Mercurio, El Sábado, 19 de marzo de 2011http://diario.elmercurio.com/2011/03/19/el_sabado/tiro_libre/noticias/DDB4D1A7-A5DF-4CFC-9BD9-BCC49BD2C8E6.htm?id={DDB4D1A7-A5DF-4CFC-9BD9-BCC49BD2C8E6} Un amigo viene hablándome desde hace tiempo de un economista alemán de apellido Schumacher que escribió muchos años atrás un libro -según él, de extraordinaria vigencia- llamado Small is beautiful. Lo pequeño es hermoso. Bello título, magnífica idea. Le hago caso a mi amigo y empiezo a investigar a Ernst Schumacher. Primera conclusión: mi amigo no fue todo lo enfático que se necesitaba: el alemán, que se murió en 1977, es un sabio humanista que debería ser ahora mismo materia obligada de estudio en colegios, universidades y lugares de trabajo. Es un economista que propone un estudio sobre economía donde importa la gente. Qué subversivo, ¿no? En un modelo donde la gente pareciera obligada a colocarse en los últimos escalones de importancia frente al dios supremo y omnipresente del mercado y la rentabilidad inmediata, Schumacher afirma que el hombre es pequeño, y por eso lo pequeño es hermoso. Que el problema económico "no es tanto de recursos y medios, sino de mentalidades". Que "si los vicios humanos como la codicia y la envidia se cultivan de manera sistemática, el resultado inevitable será entonces el colapso de la inteligencia". Schumacher lo piensa y lo divulga. Lo pequeño es hermoso. Mirar los árboles y aprenderse sus nombres para tratarlos con todo el respeto que merecen, bajar la vista hasta encontrarnos con un libro que nos agrada, abrazar a un amigo o una amiga y hacerles sentir el cariño que sientes por él o ella. Reparar en la mirada -mientras aún sea posible, mientras respiremos bajo el mismo cielo- de tu padre y tu madre. Regalar un libro que te gusta. Hay quienes no entienden que lo pequeño es hermoso porque alguien les dijo que debían pensar en grande. Y como piensan en grande no tienen tiempo para detenerse en lo pequeño. Ellos buscan agrandarse en vez de achicarse. Fusionarse con otro tiburón para comerse al tercero y al cuarto y al quinto de modo que ya no haya que repartirse la cosecha que idealmente podría alcanzar para muchos más. Lo pequeño es hermoso. Hablar de a dos y no precisamente a los gritos, y encontrar el alma del otro y en ese momento también la propia, es un privilegio al que me propongo no renunciar. Es como el título de esta página: se trata de cultivar un cierto modo de vivir. El café de la mañana, por ejemplo, junto a mi esposa. Lo venimos practicando más o menos desde un año atrás. Cada vez es más relevante este momento de los dos. Son en total cuarenta o cincuenta minutos de un reloj normal, pero valen oro y todo el tiempo del mundo. Es una manera serena y conversada de empezar el día. Existimos nosotros dos en esa mesa del café, y todos aquellos a los que convocamos con nuestra conversación y a veces nuestros silencios. Es un rito esencial. Mucho más que una costumbre, sin duda. Nunca sabemos sobre qué hablaremos. No hay pauta. Es como esta página: la habitan los temas que orbitan los días y las horas en que se escribe. Schumacher sentía aprecio por la inteligencia, la felicidad y el humor. En Small is beautiful escribió que "la sabiduría exige una nueva orientación de la ciencia y la tecnología hacia lo orgánico, comedido, no violento, elegante y bello". Despreció el trabajo en serie, y, cosa extraordinaria en un economista, reconoció la existencia de un alma. No lo decía para imponer un punto de vista religioso, sino para validar aquella dimensión espiritual que nos empuja, entre otras cosas, a valorar el arte y a leer lo que Schumacher tenga para decirnos en un momento crítico. Anoche, tarde, vi un poco de televisión, noticias, para ser preciso, y la más relevante de ella no era la derrota feroz que significa que en Libia se estén matando unos con otros, sino el alza del precio de la bencina que provoca el conflicto y las colas kilométricas en las estaciones de servicio de ciudadanos desesperados, cansados y sin embargo dispuestos a estar dos y hasta tres horas haciendo fila en sus autos para ahorrar mil doscientos pesos por llenar el estanque. Mil doscientos pesos: el precio de un café cortado como el que nos tomamos todas las mañanas con mi mujer
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