Cierto modo de vivirpor Francisco Mouat


Diario El Mercurio, El Sábado, 19 de marzo de 2011http://diario.elmercurio.com/2011/03/19/el_sabado/tiro_libre/noticias/DDB4D1A7-A5DF-4CFC-9BD9-BCC49BD2C8E6.htm?id={DDB4D1A7-A5DF-4CFC-9BD9-BCC49BD2C8E6}
 
Un amigo viene hablándome desde hace tiempo de un economista alemán de
apellido Schumacher que escribió muchos años atrás un libro -según él,
de extraordinaria vigencia- llamado Small is beautiful. Lo pequeño es
hermoso. Bello título, magnífica idea. Le hago caso a mi amigo y
empiezo a investigar a Ernst Schumacher. Primera conclusión: mi amigo
no fue todo lo enfático que se necesitaba: el alemán, que se murió en
1977, es un sabio humanista que debería ser ahora mismo materia
obligada de estudio en colegios, universidades y lugares de trabajo.
 
Es un economista que propone un estudio sobre economía donde importa
la gente. Qué subversivo, ¿no? En un modelo donde la gente pareciera
obligada a colocarse en los últimos escalones de importancia frente al
dios supremo y omnipresente del mercado y la rentabilidad inmediata,
Schumacher afirma que el hombre es pequeño, y por eso lo pequeño es
hermoso. Que el problema económico "no es tanto de recursos y medios,
sino de mentalidades". Que "si los vicios humanos como la codicia y la
envidia se cultivan de manera sistemática, el resultado inevitable
será entonces el colapso de la inteligencia". Schumacher lo piensa y
lo divulga.
 
Lo pequeño es hermoso. Mirar los árboles y aprenderse sus nombres para
tratarlos con todo el respeto que merecen, bajar la vista hasta
encontrarnos con un libro que nos agrada, abrazar a un amigo o una
amiga y hacerles sentir el cariño que sientes por él o ella. Reparar
en la mirada -mientras aún sea posible, mientras respiremos bajo el
mismo cielo- de tu padre y tu madre. Regalar un libro que te gusta.
Hay quienes no entienden que lo pequeño es hermoso porque alguien les
dijo que debían pensar en grande. Y como piensan en grande no tienen
tiempo para detenerse en lo pequeño. Ellos buscan agrandarse en vez de
achicarse. Fusionarse con otro tiburón para comerse al tercero y al
cuarto y al quinto de modo que ya no haya que repartirse la cosecha
que idealmente podría alcanzar para muchos más. Lo pequeño es hermoso.
Hablar de a dos y no precisamente a los gritos, y encontrar el alma
del otro y en ese momento también la propia, es un privilegio al que
me propongo no renunciar. Es como el título de esta página: se trata
de cultivar un cierto modo de vivir. El café de la mañana, por
ejemplo, junto a mi esposa. Lo venimos practicando más o menos desde
un año atrás. Cada vez es más relevante este momento de los dos. Son
en total cuarenta o cincuenta minutos de un reloj normal, pero valen
oro y todo el tiempo del mundo. Es una manera serena y conversada de
empezar el día. Existimos nosotros dos en esa mesa del café, y todos
aquellos a los que convocamos con nuestra conversación y a veces
nuestros silencios. Es un rito esencial. Mucho más que una costumbre,
sin duda. Nunca sabemos sobre qué hablaremos. No hay pauta. Es como
esta página: la habitan los temas que orbitan los días y las horas en
que se escribe.
 
Schumacher sentía aprecio por la inteligencia, la felicidad y el
humor. En Small is beautiful escribió que "la sabiduría exige una
nueva orientación de la ciencia y la tecnología hacia lo orgánico,
comedido, no violento, elegante y bello". Despreció el trabajo en
serie, y, cosa extraordinaria en un economista, reconoció la
existencia de un alma. No lo decía para imponer un punto de vista
religioso, sino para validar aquella dimensión espiritual que nos
empuja, entre otras cosas, a valorar el arte y a leer lo que
Schumacher tenga para decirnos en un momento crítico.
 
Anoche, tarde, vi un poco de televisión, noticias, para ser preciso, y
la más relevante de ella no era la derrota feroz que significa que en
Libia se estén matando unos con otros, sino el alza del precio de la
bencina que provoca el conflicto y las colas kilométricas en las
estaciones de servicio de ciudadanos desesperados, cansados y sin
embargo dispuestos a estar dos y hasta tres horas haciendo fila en sus
autos para ahorrar mil doscientos pesos por llenar el estanque. Mil
doscientos pesos: el precio de un café cortado como el que nos tomamos
todas las mañanas con mi mujer

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