No quiero saber

por Joe Black
Diario El Mercurio, Cuerpo Reportajes, Domingo 05 de Diciembre de 2010


Siempre he creído que en la vida hay cuestiones que nunca deben conocerse.
Soy enemigo de la transparencia total. No por razones filosóficas o
éticas, sino estéticas.
Casi todas las cosas que uno hace en privado debieran quedarse así.
Y no es chiste.
 
Por ejemplo, no quiero enterarme nunca de las circunstancias en que
fui concebido.
No me interesa saber en qué consiste la dolencia gástrica de mi
compañero de trabajo.
Pagaría por no ver una reunión privada de Piñera con alguno de sus ministros.
No quiero saber cómo los regaña, cómo los hace sentirse como escolares porros.
No quiero saber qué se dice Golborne a sí mismo cuando se mira al
espejo cada mañana.
 
Jamás hurgaría en la billetera de Camilo Escalona.
Detestaría ver a Lavín pololeando.
Preferiría leerme un libro de álgebra antes que escuchar
una reunión secreta del PRI o del PRO. O hasta del PPD y la UDI.
No querría tener que leer los informes “clasificados”
que mandan nuestros embajadores
desde Costa Rica, Praga o Suiza.
 
Por un lado, me aburriría y, por otro,
me darían envidia su vida y su domicilio.
 
Ni siquiera los diálogos de una comida íntima
entre Mayne-Nicholls y Bielsa me motivarían demasiado.
Estoy seguro de que serían una lata.
Nunca le leería el diario de vida a Soledad Alvear.
Rechazaría una grabación de Frei cantando en la ducha.
Y hasta las peleas de Fulvio con la Carola me las ahorraría.
 
Es que quizás yo sea al revés de todo el mundo.
Lo que a mí más apasiona son las cosas
que pasan a la luz del día, en vivo y en directo.
Ahí están la pasión y la adrenalina.
 
Prefiero ver a Bielsa tratando de esquivar el saludo del Presidente en
La Moneda,
que enterarme de cómo el entrenador peló a Piñera durante un entrenamiento.
 
Gocé cuando vi al rey de España gritarle a Chávez: “¡Por qué no te callas!”
Cómo no va a ser mejor eso que leer el episodio en un cable de embajada gringa:
“El king de Spain le dijou a Jiugo Tchavis que shut up. Fue great.
Los otrous presidenteis miruaban con los ojous bien open”.
Sólo imaginar cómo fue ese relato me da monos.
 
O acuérdense del día en que Pinochet volvió de Londres
y en la losa del aeropuerto se levantó de la silla de ruedas y levantó
su bastón.
No me digan que no les pasó nada al ser testigos directos de ese
acontecimiento.
Imaginen ahora cómo lo relató el funcionario diplomático a sus jefes
en el Pentágono o donde sea. “Oh, my God. Fue incredible. El general
Pinoshei se ve vigorosou como un torou.
Creo que a mis colegas en London los hicieron world wide web”.
Capaz que cualquiera de estos días conozcamos el tenor literal de ese cable.
 
¿Ven a lo que me refiero?
Tal como en los partidos de la Selección chilena
yo le bajo el volumen a la televisión para que ni Carcuro,
ni Solabarrieta ni nadie contamine mi placer por el fútbol,
tampoco quiero que un comentarista gringo
me relate a su pinta la actualidad política.
 
Por eso, sobre lo que he visto hasta aquí en WikiLeaks,
salvo honrosas excepciones, parece que
me quedo con “SQP” y “Primer plano”.

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